Cruzada de sangre

Capítulo 24

Sueños. Pesadillas. Voces tenues. Imágenes borrosas. No sé cuánto tiempo deambule en ese estado en que no sabes si duermes o estas despierto. Abrí los ojos bruscamente encontrándome en una habitación. Esta limpia, paredes claras, sábanas blancas, y una bolsa de suero conectada en mi brazo. Al costado hay una máquina que hace un ruidoso sonido. Me encuentro al parecer en un hospital. Entrecerré los ojos entendiendo lo que había pasado, por más que intenté evitar el ataque de aquel hombre de todas formas fui herida, había fracasado aun cuando Natalhy se esforzaba en enseñarme a defenderme contra otro vampiro. Cubrí mis ojos sintiendo que mis lágrimas de impotencia y rabia intentaban salir, pero moví la cabeza concentrándome que lo importante es que aun sigo con vida. Hago el intento de levantarme, sin embargo, me duele demasiado la cabeza por lo que vuelvo a recostarme. Unas blancas cortinas cubren la ventana, es de noche.

—¿Catalina? —Víctor entro a la habitación—. Catalina ¿puedes escucharme?

—Si... —desvié la mirada avergonzada, no puedo evitar sentirme humillada por dejarme herir.

—Ya llevabas una semana sin recuperar el conocimiento —indicó preocupado mientras revisa los monitores.

—Por lo menos sigo con vida, aunque es patético... —sonreí a la fuerza.

Me miró con expresión amarga.

—¿Por qué juegas con tu vida así? ¿No te dije que no salieras de la habitación? —bajó la mirada revisando una carpeta que llevaba en la mano.

—Él mando a decir que si no me presentarme, iba a matarte... —murmuré—. No tenía otra opción, sé que fui muy estúpida, cometí un error que estuve a punto de pagar muy caro...

—No vuelvas a arriesgarte de esa forma —me miró sumamente preocupado—. Nos iremos lejos, mientras ese hombre este en esa casa no dejaré que vuelva a acercarse a ti.

No supe que decir, es inevitable no sentirme como una carga y eso causó que tragará saliva con amargura, bajé la cabeza incomoda ante esta situación. Me acarició la mejilla y al levantar mi atención me quede fija en su triste semblante ¿Por qué me mira de esa manera? Con esa expresión seria Víctor se ve tan maduro que me aturde. ¿Acaso siente compasión por mí?

—Levántate la camisa —ordenó interrumpiendo con brusquedad mis pensamientos.

Lo mire con expresión estúpida. ¿Acaso está burlándose de mí? ¿Para qué quiere que me levantara el camisón, si abajo estoy desnuda? Está bien que el muy sinvergüenza me haya manoseado antes, pero de ahí a mostrarle mi torso desnudo no lo haría. Me sonrojé pensando en esto.

—Eh, no te pienses que es porque quiera verte desnuda —se rascó la cabeza incomodo al darse cuenta de lo que pienso—. Soy médico, solo quiero examinar la herida en tu pecho.

—¿Medico? —le pregunte sorprendida.

—Si, no me digas que pensabas que cada vez que salía era para andar en fiestas y vidas de lujos —sonrió.

Claro que sí, pensé a causa de mi inmadurez, que los vampiros no hacían nada, más que vivir una vida de lujos, y riquezas, y gastando dinero a tontas y locas. Además, recuerdo que siempre en las historias populares de vampiros se dicen que viven saliendo con mujeres, por lo que le puse encima la etiqueta de mujeriego. Nunca imagine que Víctor podía ser un médico. Lo observé impresionada.

—Creo que ya sabes que soy un hijo bastardo, mi madre era una humana, por lo que difícilmente podría imaginar asumir el control de las empresas de ese hombre —refiriéndose a Sebastián, su padre—. Claro, ese tipo quiso "pagar sus culpas" entregándome un pequeño hospital que estaba casi en la ruina. Con varios años de trabajo pude levantar este pequeño hospital para atender a los vampiros o híbridos que no cuentan con médicos personalizados. Aún le falta, pero mi sueño es que crezca más. Hasta ahora Cristóbal me apoya con algunos aportes, es lo mínimo que puede hacer...

Bajó la mirada demasiado serio y sentido.

Sin poder evitarlo lo seguí contemplando con asombro, hubo momentos que pensé que era un hombre irresponsable y caprichoso, pero estaba equivocada.

—¿Y ahora me dejas revisar tu herida?

Moví la cabeza afirmativamente. Pude darme cuenta de su profesionalismo al revisar mi herida. Es admirable verlo en esa faceta, y sonreí orgullosa sin poder evitarlo.

—Está cicatrizando bien —me sonrió, luego mirándome con atención cruzó los brazos—. No, deberías sonrojarte así cuando tu medico te está revisando.

Me turbé sin poder articular una palabra clara, tartamudeando sin saber que decir. Se rio. Pensaba reclamarle, pero agregó.

—Cerca de aquí tengo una pequeña casa, ahí es donde me escondo de Cristóbal y.... —guardo silencio, yo desvié la mirada algo incomoda, sé que quiso decir de "ti"—. Viviremos ahí.

— ¿Los dos? ¿Tú y yo? —pregunté sin estar segura de que fuera una buena idea.

—Sí... tu y yo —y sonrió haciendo que bajará mi mirada evitando sus penetrantes ojos.

 

————o—————

 

La casa de la cual me habló Víctor es pequeña en comparación a la mansión en donde vivíamos, pero me parece más acogedora me recuerda en cierta forma al hogar de mis padres. Aun cuando "mi doctor" me dijo que evite moverme demasiado encuentro que exagera, ya mi herida ha mejorado con rapidez y no puedo evitar intentar agradecerle cocinando. Sé que un alimento humano no llena a un vampiro, pero el degustar el sabor es algo agradable.

Víctor sale temprano a trabajar y durante el día me dedico a mantener la casa limpia y a cocinar, y luego en la noche cenamos juntos, al principio no nos hablábamos demasiado pero luego fuimos capaces de mantener una comunicación más fluida permitiéndome conocer aspectos de Víctor que ignoraba. No sé si a la vez él ha conocido cosas más de mi o no, pero me parece que al escucharme sonríe con una sinceridad que no había visto antes en él.

Sin embargo, un día llegó demasiado silencioso y preocupado. Le serví la cena mientras tomaba asiento, no puedo evitar sentirme contagiada por su rostro. En eso me observa e intenta sonreír, pero la amargura toma posesión de su semblante.




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