Cruzada de sangre

Capítulo 28

Un leve escalofrió me hizo despertarme, me senté en la cama dándome cuenta de que estoy sola, solo el ruido de la ducha rompe el monótono sonido del reloj de la pared. Víctor toma una ducha. Contemplo hacia el baño dubitativa, aún estoy confundida, pero evito pensar demasiado en lo que paso en la noche no sé cómo mirarlo a la cara como entender tal vez una reacción que no me espero. 

Salió del baño con gesto de indiferencia secándose el cabello con una toalla. Luego me miro un instante con cierta despreocupación, le sonreí con torpeza. Siguió mirándome con seriedad y luego suspiro.

—Hoy tengo mucho trabajo por lo que es probable que no llegue a cenar para que no me esperes despierta —observó la ropa que tiene lista y planchada para colocársela. 

Pero detuvo su atención nuevamente en mí. Al darme cuenta de su indiferencia o que me hablará como si lo de la noche nunca hubiera pasado tuve miedo, siento una leve opresión en mi pecho. Al parecer mi rostro dibujó en su semblante lo que pensaba ya que me contempló incomodo, titubeó antes de sentarse en la cama cerca de mi lado.

—Cat, me gustaría decirte lo que quieres escuchar, pero no puedo mentirte con algo que no siento —miró al suelo intranquilo—. Lo de ayer sabes que fue solo para evitar que Marcos...

Quiso colocar su mano en mi mejilla, pero me levante de inmediato de la cama con una sonrisa torpe. Se quedo mirándome con sorpresa sin entender mi reacción. Me reí suavemente, aunque por dentro me despedazaban sus palabras.

—No te preocupes, estoy bien, sé que no hay nada más. Además, no te preocupes ya antes me lo advertiste "No te enamores de mi" —agregue tratando de sonar graciosa al imitarlo e impedir que mi dolor se reflejará hacia el exterior. 

Vi su intento de tomarme del brazo por lo que lo esquivé con la excusa de que necesitaba ir al baño y me encerré rápidamente en aquella habitación sin esperar respuestas suyas. No quiero llorar, menos por algo que él ya me había advertido. Sin embargo, mis lágrimas ya caen. Me senté en el suelo apoyando mi espalda en la puerta y cubriéndome el rostro llore en silencio deseando que pueda hacer desaparecer el enorme vacío que siento en mi pecho.

Víctor salió de la habitación. Me moje la cara con agua fría, debo olvidarme de esas cosas, no seguir dándole vueltas, porque si me pongo a pensar con más lógica y recordar las palabras de Víctor "no dejare que Marcos te arrebate de mi lado" es claro que sus intenciones son evitar que el matrimonio sea declarado falso. En parte debo estar agradecida aun cuando siento que me duele el pecho por una desilusión que me esperaba.

Al salir del baño vi sobre la cama el desayuno que ha traído Sofia. Tome un poco de jugo de naranjas deteniendo mi atención inevitablemente en la cama, los recuerdos de la noche siguen impregnados en la habitación. Me levante para ir a mi habitación a ducharme y vestirme con ropa limpia pero mi mirada se detuvo en una hoja doblada que esta sobre la bandeja. Como estaba a mi nombre es claro que es para mí. La tomé y leí:

"Catalina, no fue mi intención hacerte sentir mal. Se que a veces suelo ser muy directo e hiriente... lo siento. Víctor"

Sé que estoy siendo egoísta pensando solo en mi cuando Víctor se ha casado conmigo a la fuerza. Que vivió rechazado por su clan, despreciado por su padre, y herido por su hermano, y aun a pesar de su dolor se preocuparse por mí, una carga que le forzaron a aceptar. Yo solo he pensado en mí, en mis sentimientos y no en él que de seguro no sabe cómo manejar la situación con una mujer que a pesar de su advertencia terminó igual enamorándose de él. Víctor jamás llegara a quererme de la misma forma como yo, pero eso no significa que no pueda poner de mi parte y dejar de hacerlo sentir culpable por no compartir el mismo sentimiento. Pero me es difícil, fingir que no siento nada, colocarme una máscara en el rostro y tragarme el dolor de no ser amada.

Fui a mi habitación, el sentir su presencia en su cuarto cala más hondo en mi dolor. Me di una larga ducha caliente esperando acallar ese vacío en mi pecho. Afuera, a través de las cortinas, un día despejado y caluroso se ha hecho presente. Quisiera tener el ánimo de salir, pero no puedo quitar la angustia que siento. Necesito beber algo caliente, un té. Y salgo de la habitación esperando no encontrarme ni con Sofia ni Cristóbal, no quiero que noten que algo extraño me pasa.

—Pero si es la dulce Catalina —señaló Sebastián sonriendo justo en el último escalón de la escalera. 

Su mirada fría y dura se detuvo unos instantes en mi rostro, luego sonrió con malicia mientras se acercaba a mi lado. Retrocedí lentamente.

—Uhm... así que ese hijo mío al fin tomó a su mujer —fijó sus ojos en mi sonrojado e incómodo rostro—. Por lo menos ha cumplido con su obligación.

Esa última frase fue como otro golpe en mi pecho, noté su intención de herirme. Me moví hacia un costado para seguir mi camino. Pero me agarró fuertemente del brazo haciéndome retroceder hasta estar frente a él. Su mirada se endureció mientras observaba mi cuello.

—¿Dónde está el collar que te regale? ¿No te gustó? —me habló en forma severa enterrando sus dedos para producirme dolor.

—No sé en donde esta —respondí con sinceridad intentando verme tranquila—. Víctor lo tomó y no sé en qué lugar lo guardó.

—Deberías valorar más mis regalos —indicó molesto sin soltarme—. Ese era uno de mis trofeos. Lo tomé de la madre de Víctor el día en que la violé y masacré a su familia.

Lo dijo de una forma tal como si se enorgulleciera de aquello. Sin compasión ni arrepentimiento contaba el daño que provocó a esa pobre mujer y a su familia. No sé de qué manera lo quede mirando que sus ojos se volvieron más crueles. Me rodeó una sensación de muerte que me empujó a alejarme y huir. Pero él me agarró con mayor fuerza.

—¿Dónde está Cristóbal? —mi voz sonó temblorosa. No puedo controlar el miedo que se está apoderando de mi al notar sus ojos de color escarlata, su sed de sangre es clara.




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