Cruzada de sangre

Capítulo 33

Abrí los ojos perturbada acababa de soñar con mis padres a causa de las palabras de Marcos. Fije mi atención hacia el cielo con angustia recordándolos, sintiendo añoranza hacia mi hogar, a las voces de ambos, a mi hermano, a mi habitación y a mi pequeña cama de cobertor verde. Si tan solo pudiera verlos una vez más o acaso las palabras de Marcos ¿Realmente no quieren que vea a mis padres? ¿Qué es lo que ocultan? Me cubrí los ojos con desconsuelo añorando lo que ahora no tengo.

—¿No puedes dormir? —murmuró suavemente Víctor, mientras me da un fuerte abrazo.

—No... —respondí fijando mi atención en la cerrada y oscura ventana no quiero que se de cuenta de lo que me pasa.

Siento como apoya su cabeza en mi espalda y me acaricia como si tratará de consolarme de algo que seguramente ni él entiende lo que me sucede. Me da un par de besos en el cuello y colocándose encima de mi me sonríe notando mi desalentadora expresión. Sus ojos oscuros se fijan en los míos interrogantes y se acerca tanto que puedo sentir la calidez de su cuerpo.

—Es aburrido dormir a estas horas cuando estas acostumbrado a hacer cosas —me susurra al oído—. Solo los vampiros viejos siguen con esta costumbre. ¿Salgamos mejor a dar una vuelta?

Muevo la cabeza afirmativamente, la verdad es que quiero preguntarle por mis padres, pero temo la respuesta que pueda darme. Además, me confunde sus repentinas muestras de cariño temo que lo haga por compasión. Si es por eso preferiría que fuera distante.

Lo observó con disimulo mientras se alejaba al baño. Me levante acercándome a la ventana al escuchar risas y gritos. Afuera hay unos jóvenes que parecen estar muy divertidos.

—Son vampiros que pueden disfrutar del Sol por tu sangre —agregó Víctor apareciendo a mis espaldas.

Me produjo cierta extraña sensación al notar mirada despectiva hacia quienes afuera gritaban en medio de su jolgorio. Suspiré con ansias de saber el porqué de la expresión de su semblante, pero titubeé, se quedó fijo en mi rostro.

—Sea lo que sea que este pasando por tu cabeza no te olvides que estoy aquí —indicó con suavidad—. No dejaré que te conviertas solo en un contenedor de sangre para el disfrute de ellos (refiriéndose a los vampiros) como ya ha pasado con los anteriores que han sido como tú.

—Gracias... —musité alejándome de su lado.

—¿Estas bien? —arrugó el ceño preocupado.

La verdad es que no lo se. Es de esos días que preferiría esquivar a todo el mundo. Lo mire sin saber cómo empezar, luego desvié mi atención pensando en cada palabra que le diría. Volví a mirarlo, sigue con su atención en mí esperando pacientemente mi respuesta. Sus ojos oscuros parecen querer penetrar en mis pensamientos.

—¿Podré... algún día volver a ver a mis padres? —pregunté finalmente, no quería preguntarle sobre nosotros o confesarle que hubiera preferido que mi sangre no fuera "especial" que solo serlo me ha traído más problemas.

La expresión de Víctor se ensombreció, y me miro con cierta compasión que trato de simular con una triste sonrisa. Se arrodilló al frente mío que estaba sentada sobre la cama y tomó mis piernas en forma cariñosa. Guardo silencio un par de minutos antes de hablar.

—Cristóbal hizo lo posible, de una y mil maneras trato de convencer a ese tipo (refiriéndose a su padre) pero él como Líder se negó rotundamente, dice que no se arriesgará a que humanos sepan de nuestra existencia aun cuando se traté de tus padres. Lo siento Cat...

Baje la cabeza, no puedo evitar el sentimiento de rabia e impotencia que me embarga. ¿De qué me sirve ser una "sangre especial" si lo único que pido me lo niegan? Solo ha servido para darle al clan más poder, me siento utilizada. Me levanté de la cama apoyando mi cabeza en el vidrio mirando a los jóvenes vampiros que se reían en el jardín.

—¿De qué me sirve satisfacer los caprichos de otros si los míos son negados? —pregunté desalentada.

—Hablaré con Cristóbal para que lo intentemos una vez más —respondió Víctor rodeándome con sus brazos.

No es suficiente, aunque reconozco su esfuerzo, le sonreí con tristeza. Me dio un beso en la frente, y lo contemplé con sorpresa, sonrió y me besó. Víctor puede ser un hombre bastante dulce y cariñoso si se lo propone, pero me da miedo aferrarme demasiado a caricias que tal vez a futuro me las niegue.

—Salgamos un rato, respirar aire puro nos hará bien —agregó.

Caminamos a través de los oscuros pasillos de la casona, solo nos encontrábamos con unos cuantos empleados que nos saludaban cortésmente. Sobre las paredes viejas pinturas de retratos con vestimenta de cada época, similares, dando a entender que muchas personas de los retratos eran las mismas que se repetían en las otras pinturas en distintas épocas. La mayoría de las cortinas se encontraban cerradas, gruesas cortinas de color caoba. A unos metros del jardín se escuchaba a los jóvenes vampiros, que bulliciosos se reían y daban gritos como si no les importara importunar al resto de los invitados.

Víctor me observó con gesto irónico, levantó sus cejas ante el ruidoso escándalo que se desarrollaba en el jardín, hizo el ademan de decirme algo cuando una voz nos interrumpió.

—Malditos vampiros inmaduros —reclamó una joven mujer sentada lejos de la luz.

Solo podíamos ver su vestido blanco, y la línea de su cuerpo y rostro, ya que llevaba el cabello amarrado.

—No seas amargada, Vanessa —respondió Víctor cruzando los brazos con una sonrisa maliciosa. 

La joven se levantó acercándose a nosotros, ahí pude ver que se trataba de la misma mujer que la noche anterior había dicho que era la ex novia de Víctor. Me coloque seria e incómoda, preocupada de nuevamente ser dejada a un lado por ella. Su expresión es más fría, tal vez molesta por los bulliciosos jóvenes, o aquel peinado le da ese aspecto.

—Deberías ir y divertirte también, aun sigues siendo joven —agregó Víctor con tono amigable.




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