Cruzada de sangre

Capítulo 40

Luego del incidente con Marcos, Cristóbal decidió que Alex comenzara a acompañarme a mis visitas hacia la clínica en donde se encuentra Víctor.

 

Hoy es uno de esos días nublados y húmedos, en el sentido de que en el aire millares de minúsculas gotas flotan sin un destino específico. Aun en mi estado, desanimada acrecentado por aquel día gris, trato de verme serena. Comienza a llover intensamente y el vehículo avanza en silencio. Solo el ruido del limpiaparabrisas me aleja de mis sentimientos de desesperanzas que comienzan a apoderarse de mí.

 

Este día Natalhy había hecho una visita a Víctor. Fue muy amable en el sentido, de que a diferencia de los demás que me dicen que es inútil hablar con alguien en coma, se acercó a Víctor y lo saludo alegremente. A pesar de que no pudo borrar la tristeza de sus ojos trato de sonreír con sinceridad.

 

—Oye tu, no crees que ya va siendo hora que abras los ojos —agregó posando su mano con dulzura sobre el rostro de mi dormido marido.

 

Pero había algo más en su semblante, algo le molestaba. Estaba inquieta y luego de unos momentos fijó su atención en mí, volcó su mirada hacia Víctor. La quede mirando, esperando quizás que me dijera sinceramente lo que le pasaba.

 

Me sonrió con tristeza sin borrar lo preocupada que estaba, y me dijo que saliéramos al pasillo. Al escucharla decir eso temí que se tratara de Víctor.

 

—Cat, no quería contarte esto, menos en esta situación, pero es algo que te afecta principalmente a ti —me dijo apenas habíamos salido al pasillo, su rostro reflejaba la enorme preocupación que le acarreaba este asunto.

 

—¿Es algo muy malo? —pregunte seriamente asustada de lo que pudiera decirme.

 

—El clan está tramitando la nulidad de tu matrimonio —su expresión se mantuvo grave durante los minutos que había guardado silencio.

 

No me tomo tanto por sorpresa como me esperaba, ya Sebastián había insinuado que este matrimonio no debía seguir, sin embargo con qué derecho se entrometía en una relación que no era suya. Pero desconocía aun que los líderes de los clanes tenían las facultades para solicitar una nulidad matrimonial, aunque claro quien finalmente aceptaba son las parejas que estaban por separarse, a menos que fueran declaradas inhabilitadas para opinar por ellas mismas. Y esto él lo sabía, había acusado a mi estabilidad emocional y que me aferraba a alguien a quien los médicos habían declarado que no despertaría jamás.

 

—Si tú te mantienes firme y demuestras ante el consejo que no sufres de ninguna debilidad mental, puede que tu matrimonio este a salvo, pero no nos olvidemos que son tus argumentos contra los de un líder del clan, los cuales tendrán mucho más pesos que los tuyos —me contempló preocupada.

 

Recuerdo cada una de estas palabras a medida que el vehículo se acerca a la mansión, llueve torrencialmente y el ruido del limpia parabrisas rompe la monotonía del silencio. Alex guarda silencio, a veces lo descubro mirándome preocupado por el espejo. Mi mente divaga en una vida sin Víctor, pero me duele el siquiera pensar en un una vida así.

 

Nos detenemos frente a la casona, el agua corre abundantemente por los colectores, el frío cala hasta lo más profundo de nuestros huesos. Me coloque el abrigo, es tal el viento que si salgo con un paraguas es muy probable que lo rompa. Alex me abrió la puerta y me fui corriendo hacia la puerta, pero apenas he abierto un poco un par de voces conocidas salieron del lugar.

 

—Han pasado dos meses —escuche la voz de Sebastián molesto —. Prácticamente esa mujer es una viuda, pero se aferra a ese cuerpo sin vida conectado a maquinas...

 

Siento asco y rabia, se que hablaba de Víctor, pero habla de una forma tal como si no fuera su padre es como si hablara de cualquier otra persona con la cual no tiene lazos familiares. Di la vuelta para no entrar a la casa prefiero quedarme bajo la lluvia que verlo a la cara.

 

—Quiero que te cases con ella —exclamó con tono de orden.

 

—No sigas insistiendo en eso, no lo haré —respondió Cristóbal molesto y cansado—. Ella es la mujer de Víctor.

 

—Tampoco entiendes, ¡Hasta cuanto le seguirás el juego! Ya los médicos dijeron que no hay nada más que hacer, tú sabes que es solo un cuerpo sin vida solo funcionando a causa de las maquinas ¿Hasta cuanto le seguirás el juego a esa mujer?

 

Guardo silencio. Siento mi corazón latir acelerado ante aquel silencio de Cristóbal que se me hizo eterno. ¿Por que no lo niega? ¿Por que no dice que Víctor sigue vivo?

 

—Catalina... no está preparada aun para oír eso —reclamó Cristóbal con tristeza—. ¿No imaginas el dolor que pueda sentir al saber que Víctor no volverá a despertar? Claro que no, tú no lo sabes, nunca has sido capaz de amar a alguien.




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