¿cuál es mi Príncipe Azul?

Compañero

Después de haber transcurrido dos interminables semanas de receso en mi trabajo, y tras haber descubierto al verdadero culpable, que por cierto era la misma chica que me había incriminado por el robo, Carolina la cajera, por fin pude retomar mis labores como "honguito gelatera" un día lunes por la mañana, me encontraba feliz y brillaba de la emoción, pero pronto mi cuerpo se congeló, mi boca cayó hasta el suelo y todos mis fantasmas del pasado aparecieron en mi mente al verlo, ahí estaba parado frente a la oficina de Joaquín.

Esto no podía estar pasando, Maribel se me acercó para saludar y darme los buenos días, cuando se percató de mi rostro petrificado me dice algo confundida.

- Hey amiga, parece que has visto al mismísimo diablo – no sé si realmente era un diablo, pero si era un mal...un mal nacido.

 - Lo conoces? – me preguntó sacándome de mis recuerdos - Dicen que es el nuevo garzón que trabajará de lunes a viernes. No crees que es guapo, tiene un aire de pirata con sus aros y su pelo largo.

- No, no lo conozco – mentí – Y  no me interesa si es un pirata o el capitán garfio.

- Okey, pero no te enojes nena – traté de mostrar indiferencia para que no siguiera sospechando, lo último que quería era que se enterara de las atrocidades que pasé en el colegio con eseeeee.....sujeto.

Su nombre era Antonio, pero en el colegio todo el mundo le llamaba Nino, era todo un don Juan. Recuerdo que todas las chicas de mi clase estaban enamoradas de él , aunque yo diría más bien estupidisadas, parecían unas locas de patio.

A mi si me lo preguntan, el tipo era desagradable, cruel con quien quería serlo y muy arrogante, pero debía darle el crédito y reconocer que si era guapo. Tenía buen cuerpo, era de espalda ancha y cabello castaño que al sol se veía más claro, sus ojos eran de un tono gris, nada peculiar para mi gusto.

Ahí estaba él, en mi nuevo trabajo con todo esa arrogancia que siempre lo caracterizaba, de pronto se percató de la presencia de Maribel y la mía, nos miró con cara de amigo, saludando con una sonrisa en sus labios y alzando su cabeza. Se acercó a nosotras ignorándome completamente.

"No me reconoció", fue mi primer pensamiento y surgió una pregunta en mi mente, ¿había yo cambiado tanto en estos dos años?.

De pronto de la nada se  da media vuelta y retroceder muy lentamente, haciendo que mi corazón comenzara a acelerarse  - solo porque lo odiaba con todo mi ser-, qué estaba tramando ese sinvergüenza. Llegó hasta donde estaba yo y se inclinó hasta mi oído y me dice en un susurro para que Maribel no escuchara.

- Que gusto encontrarte de nuevo pato, será entretenido trabajar en este lugar – y sin más, me muerde suavemente la oreja, dejando un rastro de dolor y un estremecimiento en mi cuerpo.

Caminó de forma triunfante entre nosotras , mi compañera con mucha curiosidad se me acerca para preguntarme

-Amiga que te dijo ese galán.

Al parecer no se percató de la mordida en la oreja, mi cabello largo y alborotado ayudó a cubrir la asquerosidad de esa bestia salvaje, le respondí a Maribel con la voz entrecortada y con las piernas débiles.

- Me preguntó dónde se encuentran los vestidores – ella puso cara de no entender nada y para que no me volviera a preguntar, le dije que ya era muy tarde y que debíamos cambiarnos antes de que Joaquín nos regañara.

Cuando ya me encontraba en mi sección de helados lejos de las mesas del comedor, me sentí aliviada por el sólo hecho de que no tendría que volver a verlo ese día y ojalá que nunca más en la vida, pero la vida es misteriosa y muy caprichosa cuando quiere.
Joaquín me llama desde su oficina diciendo que tiene una conversación pendiente conmigo, obviamente se disculparía por sospechar de mí, aunque la verdad me sorprendió con una pregunta que no me la esperaba.

- Nicole, resulta que Víctor renuncio al puesto de garzón full-time y no me place hacer entrevistas y contratar a un nuevo empleado, así que en modo de disculpa me gustaría darte la oportunidad de que tomes su puesto, qué me dices – que qué le digo, por supuesto que sí, eso significaba un aumento de sueldo y propinas.

Por fin el universo estaba de mi lado, tendría el dinero para la universidad y otro poco para ahorrar. Mi felicidad estaba que no podía más, hasta que me percaté de una situación que estaba dejando pasar...Nino.

Cómo podría convivir día a día con ese monstruo, me hacia recordar lo difícil que fue la enseñanza media y lo cruel que fueron conmigo.

Mientras caminaba sumida en mis pensamientos, tropiezo de frente con una pared hecha de puro musculo, cuando decido levantar mi cabeza me encuentro con esos ojos grises tormentosos y una sonrisa lo suficientemente amplia como para mostrar todos los dientes.

- Cuanto tiempo sin verte cara de pato – odiaba tanto ese sobrenombre.

- Qué quieres Nino, qué es lo que tramas – lo miré fijo a los ojos para ver que me decían los suyos.

- Sólo quería que supieras que estoy muy feliz de verte, no sabes cuanto de extrañe ratoncito – sabia que se estaba burlando de mi, tal como lo había hecho en el pasado, pero esta vez no se lo permitiría.

- Déjate de bromas y dime qué es lo que buscas –lo aparte con las manos, pero como me llevaba casi un metro de altura, no logre ni siquiera moverlo.

- Por qué me tratas tan mal ratoncito, si yo solo quiero que volvamos a ser taaan amigos como antes – acaso mis oídos habían escuchado mal.

- Nosotros nunca fuimos amigo Nino, solo te burlabas de mi todo el tiempo y me seguías para acosarme ahí donde yo fuera.

- Pero esta vez prometo portarme bien... sin rencores bebé – lo dice con las manos levantadas en señal de paz, o será de rendición, aun así no debía confiar en él y simplemente lo amenace.

- Ya no estamos en el colegio Nino, así que mantén distancia de mí, no te quiero molestándome y ni se te ocurra decir que me conoces, no quiero tener nada que ver contigo – se llevo la mano al corazón y fingió estar herido.




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