CAPÍTULO VEINTINUEVE – DIALA
“everything i wanted”
Había vencido mis miedos mentales, esos que cada vez me demostraron lo débil que era. Decidí irme de Corea para afrontar mis miedos con Celia, pensé al momento de verla alejada de mí, era que ya era libre… pero que equivocada estaba.
Esos miedos que alguna vez fueron mentales, ahora son realidad. Acusadores, amenazantes, risas y murmullos contra mí, todo es distinto y me siento fuera de mi misma.
Pedí ayuda una vez pero me dije varias veces que no podía depender de Silvia ni de Min ho, por lo que me mostraba con una sonrisa al verlo.
Estoy rota, la ayuda funcionó por un tiempo. Estoy rota, debo superar las críticas.
Ahora son la madrugada y acabo de despedirme de Min ho en una llamada, no podía contarle lo infeliz que estoy aquí. Él piensa que me va de maravilla, pero me da miedo de que piense que no lo he superado. Es la verdad pero no quiero decirle y tampoco es que quiera que vuelva aquí. Seco una lágrima de mi mejilla y me levanto del suelo directo hacia mi cama.
☆♡☆♡☆♡
Es viernes cuando no recibo ningún mensaje de Min ho, estoy en la cama cuando escucho el crujir del vidrio, me levanto asustada y veo los pedazos de vidrio en el suelo. Me levanto asomándome a la ventana y lo veo algo sorprendido.
Min ho está aquí.
—Que conste que no quería romper tu ventana —dice apresurado, —Quería ser algo romántico, pero creo que la regue, así que subiré ¿vale?
—Vale… —de inmediato me tenso, saliendo de la vista de Min ho para agarrar las cuantas pastillas tiradas al suelo, últimamente tenía que estar drogada para estar bien.
Lo tiro bajo la cama cuando tocan la puerta, me levanto con rapidez y voy hacia Min ho, quien ya está con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Qué hacías? —dice vacilón. Si supieras, te irías. Pienso.
—Nada, no quería verme mal —miento forzando una sonrisa, espero que no se dé cuenta. Me examina por unos instantes para luego darme un beso en la frente.
—Eres perfecta despeinada o peinada, diamante
Sus palabras… sus gestos… su manera de mirarme, absolutamente todo me convierte en mi lugar seguro.
Pasamos un rato mirándonos cuando, de pronto, Min ho me besa. De inmediato me tenso de nuevo, no quiero que sepa por mi boca la cantidad de medicamentos he tragado. Me separo de él, ahora está con el ceño fruncido.
—Voy al baño, vuelvo pronto —menciono sin escuchar alguna respuesta de él.
Me encierro y miro el espejo roto, saco una parte del vidrio roto y me observo.
Soy un desastre, pero para Min ho lo eres todo.
Soy miserable, pero para Min ho soy su diamante.
Soy horrible, pero para Min ho soy perfecta.
Meto el vidrio en su sitio y salgo del baño, Min ho ahora está en mi cama mirando algo en mi laptop, algo serio.
Tienes una nota suicida, Daila. Tal vez lo está viendo, tal vez ya no va estar contigo. Mi corazón me late de inmediato, apresuro los pasos hacia él y observo la pantalla.
Si lo descubre, lo tendré que decir. No me queda de otra.
Cuando veo la pantalla, es un sitio web de películas. Suspiro aliviada de repente, me recuesto en el hombro de Min ho y espero a que diga algo.
—¿Esta semana estás leyendo algo? —pregunta de repente
—No, he dejado de leer. Los trabajos son algo estresantes… —miento, deje de leer porque mi cabeza anda en otras.
—¿Cómo estás?
—Bien, perfecta. Algo… centrada en cumplir sueños.
—Entonces… ¿por qué mientes? ¿por qué me mientes? —de pronto, me observa triste, los ojos los tiene rojos y juro que no quiero ver ese rostro nunca más en mi vida.
—No te he mentido, Min ho. Yo… —se levanta dejando la laptop en la cama y recoje todos los medicamentos y tijeras que hay en mi habitación. Por un momento quise matarme, ya no era la chica que se decía que hacer eso era una locura, esta chica sólo quería descansar en paz en otro lugar… pero nunca pude porque la voz de Min ho venía a mi mente y terminaba llorando otro día más.
—¡¿Entonces por qué tienes medicamentos, tijeras y una estúpida nota suicida?! —dice gritando, las lágrimas salen de mis ojos. Soy tan tonta, tan… miserable. —¿Cuántas veces te he dicho que siempre que quieras mi ayuda, pidas ayuda? Tú misma lo dijiste, pedir ayuda es bueno.
—¡No es tan fácil! ¿Vale? Tengo vergüenza, tengo miedo de que me miren como alguien débil, como alguien a quien dar pena. No quiero que tú ni Silvia estén a mi lado, ustedes necesitan vivir sus vidas, no depender de mí si tengo una recaída como ahora. Min ho tengo miedo de perderte, tengo miedo de que te aburras, tengo miedo de que te vayas con otra que puedes ser feliz. Estoy cansada de verte a mi lado, esto parece algo tóxico y no quiero, no puedo dejarte pero debo.