Cuando te fuiste

Capítulo cinco

No podría negar que la idea de hacer que Lucas sufriera se había cruzado más de una vez por mi mente. El típico ojo por ojo. La idea de mi ojo por ojo era buscar a cualquier chico al que besar o terminar acostándome y quizás mandarle una fotografía a mi ahora exnovio.

Sin embargo, había dos cosas que me lo impedían por completo: no era ese tipo de persona y la segunda era que de nada me serviría hacer algo que sabía no le dolería o importaría en absoluto. Pero si era el tipo de persona que decidía volver a la fiesta y aceptar beber con Nick que decidió que debíamos unirnos hacernos participar en lo que parecían shots de tequila.

El resto de la noche la pasamos tomando todo tipo de bebidas que nos dio un grupo de chicos igual o más embriagados que nosotros. Carly empezó a juntarnos alrededor de la una de la mañana porque nos habíamos dispersado en la casa y consideró que era hora de irnos.

Nick y yo fuimos los primeros que encontró, decidió sacarnos de la fiesta por lo achispados que estábamos y nos dejó en su auto para poder ir a buscar a los demás.

—Ella parece mi madre —se quejó Nick, mientras yo leía los mensajes de WhatsApp que tenía con los chicos de mi antigua escuela.

Sin pensarlo dos veces, me salí de esos grupos y eliminé la aplicación. Después de todo no la necesitaba, aquí nadie la utilizaba y yo no tenía la necesidad de hablar con alguien de Lima.

—Sólo quiere cuidarnos —le respondí a Nick, dejando de lado mi teléfono.

—Pero yo quiero quedarme —formó un puchero con sus labios.

—No estoy segura de sí quedarnos sea una buena idea.

—Ah, ah —balbuceó, golpeando mi nariz con su índice—. Me aburro y ellos no vienen.

Su teléfono sonó y no tardó en leer en voz alta el mensaje de Carly pidiendo que no saliéramos del auto. Añadiendo un posdata donde informaba que, por el bien de su paz mental, nos quedáramos donde ella nos había dejado.

—Esto es muuuy aburrido —remarcó Nick por segunda vez, haciéndome reír con su exageración—. Ni siquiera sé por qué le hago caso. Creo que iré por esos shots de tequila.

Iba a abrir la puerta del auto cuando tomé su mano, interrumpiendo su impulso.

—Es muy probable que, si salimos del auto, a Carly le dé un ataque—advertí.

— ¿Qué tal un juego? —sugirió, levantando y bajando las cejas—. No pongas esa cara, hablo de algo simple e inocente como hacernos preguntas para conocernos mejor, tal vez unas cinco, ¿qué dices?

—Si eso te mantiene aquí y evita que Carly nos asesiné —entrecerré los ojos y estiré los labios—, está bien.

No sabía qué demonios preguntarle a Nick para que se mantuviera en el auto, pero él parecía haber encontrado rápidamente las preguntas que quería hacerme.

—De acuerdo, aquí va la primera —empezó él—. ¿Por qué te mudaste aquí?

—Fácil —rodé los ojos—, transfirieron a mis padres y al parecer no es importante lo que yo piense por no ser adulta, así que aquí me tienes. Contra mi voluntad al inicio, pero creo que fue lo mejor que paso.

—Tiene sentido lo de en contra de tu voluntad, creo que a nadie le gustaría dejar su vida así, de la nada —dedujo, moviendo su mano en el aire—. Segunda pregunta, ¿por qué empezaste a tomar como si no hubiera un mañana? Digo, los shots estaban buenos, pero no para tanto.

—Intentaba quitarme de la mente a dos personas —murmuré.

— ¿Tu novio ese? —preguntó con recelo, negué con la cabeza y sonreí.

—Exnovio en realidad —remarqué—, exnovio y ex mejor amiga, y esa pregunta cuenta como la tercera.

— ¿Tienes hermanos?

—Hija única, lamentablemente —hice una mueca—, pero con dos primos que son como hermanos para mí.

— ¿Quieres salir conmigo?

— ¿Ah?

Su pregunta me sacó fuera de onda. No pensaba que iba a pedirme algo así.

—No es nada del otro mundo —añadió—, podemos hacer algo simple como ir a caminar, ir al cine, comer o no sé, tú decide —se encogió de hombros—. Creo que sería divertido.

— ¿Cómo amigos? —curioseé.

Auch, Miller —posó la mano sobre su pecho—. Me mandas a la zona de amigos demasiado pronto, pero si así lo que quieres, sí.

—Lamento herir tus sentimientos, Morgan —reí ante su dramatismo—. Pero está bien, acepto.

—Perdiste dos preguntas, Jessie.

—Eso es injusto —entrecerré mis ojos hacia él—. Bueno, tercera pregunta, ¿siempre coqueteas con todo el mundo?

—No —negó rápidamente—. Solo con chicas, ya sabes, los chicos no son lo mío.

—Tonto —reí—. Cuarta pregunta: ¿tienes alguna novia loca?

—La única novia loca que he tenido fue cuando tenía seis años y me obligó a ser su novio amenazándome con unas tijeras. No la volví a ver desde ese día.

— ¿Eres un rompecorazones o algo así? —me burlé.

—Solo he roto el corazón de una amiga de mi hermana. Aunque me hizo prometer que esperaría a que tenga dieciocho para casarme con ella.




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