"Sociedad. Estamos completamente rodeados de ella y sobrevivimos gracias a ella. Mantenemos contacto con las personas cada minuto de cada día de nuestra vida, ¿Suena estresante, verdad? No mentiré, lo es. No todos somos los seres más sociables que han pisado éste planeta, algunos nos alejamos a los rincones, caminamos cerca de la pared y evitamos hacer contacto visual.
Ya han pasado dieciocho días y aún sigo asombrándome de los estudiantes que están aquí; creamos actividades y nos divertimos sin necesidad de nuestros aparatos electrónicos. Recalco esto último porque, si me pongo a pensar, los ancianos, los que realmente conocieron la vida cuando era real, tienen razón. Nos pasamos tanto tiempo sujetando el celular, esperando un posteo, un mensaje, una llamada. Antes no había nada de eso y existían las amistades, las familias, las parejas... ¿Puedes imaginar la vida real? Porque estoy segura de que lo primero que haremos al salir de aquí, será llegar a nuestros hogares y buscar un cargador para el celular, lo cual, si lo analizas, termina siendo algo realmente vacío."
Cerré la libreta y la guardé dentro de mí mochila. Bloqueé mí mente de cualquier tipo de pensamiento y ya recostada en el suelo, cerré los ojos.
Una sombra se posó a mí lado de repente.
- ¿Conoces a Jeany Montgomery? - era una chica pelirroja, tez blanca como la nieve, ojos color esmeralda con una mirada perdida y vacía. Me provocó un escalofrío.
- Sí, soy yo, ¿Qué se te ofrece?
- Creo que deberías ver algo... - comenzó a guiarme hacia las escaleras ¿Por qué siempre me llevan fuera del gimnasio? Impresionante la vigilancia.
Llegamos al pasillo C, cuando se detuvo frente a un casillero.
- Está ahí adentro. Ábrelo. - La situación era algo extraña. Estábamos solas en un pasillo frente a un casillero que francamente desconocía su existencia.
- ¿De quién es el casillero?
- Sólo ábrelo. - espetó molesta. Obedecí. Dentro de él estaba la mascota de la clase, una tarántula. Nunca me la llevé a casa ya que... ¡Les tengo fobia a los arácnidos! Grité como nunca antes al ver lo que se encontraba dentro. La chica que me trajo hasta aquí, comenzó a reír a carcajadas. De pronto comenzaron a salir estudiantes de los extremos de los pasillos y se reían junto a ella.
Por puro reflejo salí de ese lugar corriendo; mis labios temblaban, tenía grandes deseos de llorar y seguro lo haría, pero no pararé de correr hasta quedar completamente alejada de todo y todos.
Subo las escaleras salteando peldaños de dos en dos. Mí vista está borrosa, algunas lágrimas caen, otras se contienen; llegando a la entrada del gimnasio choco con la directora.
- ¿Janneth Montgomery? ¡¿Qué haces fuera del gimnasio?! ¡¿Y tu tutor?!
- Pero yo... - hace un alto con su mano para que haga silencio.
- Sin excusas, señorita. Conoces las reglas. Nadie sale de aquí sin supervisión adulta, y de ser así, recibe una amonestación. - Hace unos minutos corrí por las escaleras para que no me vieran llorar. Ahora, sinceramente, no podía importarme menos.
- ¿Sabe qué? ¡Usted, ésta escuela, y todos en ella pueden irse al infierno!
- ¿Cómo te atreves a hablarme de esa manera? Tendrás que llenar un papel justificando tu falta de respeto hacia mí persona y la institución.
- ¿Así que usted puede amonestar pedir explicaciones pero yo debo justificar por qué respondí ante una injusticia? Ahora comprendo a quién tienen de ejemplo los estudiantes que invadieron mí privacidad y la usaron en mí contra. Gran institución la suya. Permiso. - Choqué su brazo con el mío, pero no me detuvo.
Jake había sido espectador de todo lo sucedido. Corrió a donde yo me encontraba, sólo lo miré. Mis ojos hinchados y rojizos fueron suficientes para que me abrazara. Entendió que prefería no dar explicaciones en ese momento y agradecí que no hiciera ningún tipo de pregunta; Dustin observaba la escena de lejos, ni siquiera se acercó para ser el siguiente en abrazarme, sólo se alejó con la cabeza gacha.
Horas después, cuando ya estuve calmada, le conté a mí hermano toda la situación. Juró que golpearía a los responsables, pero lo convencí de que no valía la pena. Es mí única fuente de confidencialidad desde que mí diario desapareció.
En estos momentos extraño a mamá, ojalá tengan suficiente comida para todos. Odiaría pensar que... No, ella está bien. Debe estarlo.
– Hola... – Estaba sentada en el suelo, con las rodillas pegadas a mí pecho, sosteniendo el peso de mí espalda contra la pared. Alcé la vista y los ojos de Dustin se encontraron con los míos. – ¿Puedo sentarme? – asentí.
– Sin preguntas, por favor. Ni siquiera quiero pensar.
– De acuerdo, sin preguntas. Hablemos de algo.
– ¿Como qué? – Suelta una de mis manos que estaban abrazando a mis rodillas, para entrelazarla con la suya.
– ¿Has mejorado de la gripe? – Entiendo a qué quiere llegar. Espera recuerde que él estuvo allí conmigo.
– No lo sé, enfermero, tú dime. – posa la mano que tiene libre, sobre mí frente, simulando medir la temperatura.
– Mmm... creo que aún tienes un poco. Tendré que quedarme a cuidarte.
– Prefiero comer brócoli.
– ¿Acabas de comparar el sufrimiento de estar conmigo, con comer brócoli?
– En pocas palabras, sí. – Hace una expresión de dolor y se lleva la mano, que previamente se encontraba en mí frente, al pecho. Todavía sostenía la otra.
– Debo decirte algo. – Apreta su agarre y su rostro se pone serio. Lo miro directo a los ojos para que sepa que lo escucho. – Jeany, yo...
– ¡Oye, Dustin! ¿Por qué no revisas lo que dice tu princesa sobre ti? – Uno de los integrantes del equipo de básquetbol lo interrumpe y le enseña un papel con algo escrito. Dustin se pone en pié para leerlo y noto cómo su rostro va cambiando de expresión a medida que avanza en la lectura.
– Jeany, ¿Qué es esto? – me señala el papel en su mano; reconozco mí letra. Es una página que arrancaron de mí diario. – ¿Esto es lo que soy para ti? ¿Alguien fácil de manipular? ¿Eso es lo que has estado haciendo conmigo? ¿Usarme?
– No, Dustin, yo...
– Olvídalo, Jeany. – me interrumpe – No quiero ninguna de tus malditas explicaciones. – arrugó el papel y me lo lanzó para luego alejarse con sus amigos. Lo estiré para leer lo que contenía.
"¿Dustin Rosser? Eso ni siquiera es un nombre, es un personaje de película barata. Es muy fácil manipularlo, lo he comprobado. Haría lo que fuera para encajar; realmente no vale la pena sentarse a hablar con él. Diez minutos mirando el techo serán mejor utilizados que pasar un segundo con él."