Cuarentena

Día: 28

— ¡¿Qué?! — abro los ojos como platos del asombro.
— Antes de que comenzara el concurso, dijiste que sentías la voz algo rasposa y...
— ¿En serio creerás lo que te está diciendo? — Amy lo interrumpe. 
— Déjalo hablar. — se cruza de brazos a mí lado como una niña a la que no le han comprado un dulce.
— Fuiste a la enfermería, golpeaste dos veces pero aparentemente la enfermera no estaba. Dustin y yo nos fuimos con los muchachos a otra parte mientras tú seguías golpeando la puerta. Luego regresamos y nos dijiste que ya habías conseguido algo para las cuerdas vocales, lo cual nos pareció raro porque la enfermera aún no había llegado. A los pocos minutos te encontramos tendida en el suelo y creímos que estabas durmiendo, pero al tocarte tu piel ardía, Dustin se desesperó y buscó a la enfermera por todos lados, recorrió el gimnasio y los pasillos hasta hallarla. Resultó que estaba buscando una medicina que le arrebataron o había perdido, no lo recuerdo bien. El caso es que ni siquiera sabemos que fue lo que bebiste, la enfermera dijo que lo más probable era que hayas tenido una reacción alérgica. 
— ¿Cómo es que no recuerdo nada de eso? — Jake suspira.
— Hiciste una mezcla de medicinas un tanto raras y puede que a la larga haya afectado más que sólo la temperatura corporal...
— ¡¿Ahora perdí la memoria?!
— ¡¿Qué?! ¡No! Por Dios, Jeany, no exageres todo.
— ¡Entonces exprésate bien! — Le doy un golpe en el hombro derecho. 
— ¡Auch! — se masajea en el lugar donde lo golpeé. — Lo que quiero decir, es que tal vez ahora recuerdes lo que sucedió ese día. 
— Eso intento pero de veras no sé lo que sucedió. Ni siquiera qué fue lo que tomé. — Jake suspira decepcionado. 
— Avísame si recuerdas algo, ¿Ok?
— De acuerdo. — se pone de pie y da un paso, lo agarro de la mano para frenarlo. 
— ¿Qué sucede?
— Gracias. — sonríe. 
— Ey, — se pone en cuclillas frente a mí. — para eso están los hermanos. — se incorpora y regresa a su sector. Ojalá pueda recordar lo que pasó ese día.

Los integrantes del grupo de teatro nos salvan una vez más. Recordaron que para una obra tuvieron que comprar unas quinientas linternas para entregar al público. No recuerdo bien de que trataba, pero seguramente era algo de terror; así que nos dieron a la gran mayoría linternas, lo que significaba regresar a nuestra infancia llena de campamentos y guerra de sombras.
Esperamos a que el gimnasio quedara completamente en penumbras para un show a oscuras, seguido por una carrera de luces, y para concretar, una especie de concierto romántico, donde la chica de ayer cantaría canciones cursis y todos alumbraremos como si fuera un recital para parejas.

Estaba empezando el "concierto/recital romántico" cuando sentí unas inexplicables ganas de dormir, ya que no había dormido bien en los últimos días, creo que me debía un merecido descanso. Dejé a Amy entre el público y me alejé para regresar a nuestro sector; hice caso omiso al ruido y conseguí dormir.

— ¡Enfermera! — golpeo un par de veces más fuerte.
— Oye, creo que no está, mejor vámonos, tu voz está bien. — Dustin insistía en que era en vano lo que estaba haciendo.
— Yo siento la voz ronca, deja que le pida algo para la garganta. — Jake estaba a punto de reprocharme algo, cuando sus amigos corrieron hasta ellos e insistieron en que debían mostrarles algo.
— No se preocupen, yo seguiré intentando, los veré luego. — a regañadientes ambos siguieron a los muchachos a donde sea que los estaban llevando. Seguía golpeando cuando se me ocurrió girar la perilla. Estaba abierto. Soy una imbécil, ¿Por qué no empecé por hacer esto?
Efectivamente la enfermera no estaba allí; revisé los cajones, gavetas y estanterías, no había nada que me sirviera para lo que yo necesitaba.
— ¿Buscabas algo? — Amy Todd apareció justo detrás mía caminando lentamente. Sentí pánico e inseguridad por unos segundos.
— Emmm.. no, es decir, sí. — comencé a tartamudear de los nervios. 
— ¿Sí o no? Tal vez pueda ayudarte. 
— Necesitaba algo para la garganta pero la enfermera no se encuentra así que... — me encaminé hacia la puerta con toda la intención de salir de allí, pero Amy puso su mano en mí pecho y me detuvo.
— Yo sé justo lo que necesitas.
— ¿En serio? — tomó de las estanterías un frasco con un líquido transparente y otro que contenía unas píldoras. Llenó un vaso con agua hasta la mitad, le agregó unas gotas y me lo entregó en mano junto a la píldora. 
— Toma esto, te servirá. 
— ¿Estás segura?
— Mí padre es médico, confía en mí, sé lo que hago.
— Si tú lo dices. — obedecí. Coloqué la píldora dentro de mí boca y la tragué con el agua al que le agregó esas gotas extrañas. Sentí un mareo y casi me desvanezco pero Amy me sostuvo.
— Tranquila, es normal. Un efecto secundario. — al instante sentí mejor mí garganta.
— Al parecer funciona, gracias. 
— No hay de qué. — salió de la enfermería caminando como una supermodelo y yo salí detrás de ella.

Me despierto sobresaltada y sudando. Esto no fue un sueño, está claro, era un recuerdo; recuperé las memorias de ese día. 
No fui yo, fue Amy.

 



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En el texto hay: misterio, drama, amor

Editado: 15.04.2019

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