Cuarentena

Amy Todd

No puedes forzar a una persona a sentir; el destino no necesita de nuestra ayuda, él sabe con quién estaremos, no nos pondría con alguien que nos lastime, no, eso no es amor. El amor propio es lo más importante, sin él no existe el amor al prójimo. No puedes amar si no te amas.

- ¿De nuevo escribiendo? - Mamá abrió la puerta de mí habitación sin golpear, como lo hace siempre.
- Ya terminé. - Cierro el diario y me quedo tildada observando la tapa por unos instantes. - Mamá, - Está usando su celular mientras intento hablarle, de nuevo. - ¿Crees que algún día pueda publicar una novela? Tengo algunas ideas y... - Levanta la mano en señal de que espere.
- Sí... ¡¿Cómo que no puedes ir a buscar mí pedido?! - pone el celular sobre su pecho para tapar el micrófono. - Lo lamento, cariño, es una llamada urgente del trabajo. Luego me sigues contando, ¿De acuerdo? Adiós. - cierra la puerta detrás de sí, escucho cómo sigue hablando por celular en el pasillo.
- También te amo, mamá. - suspiro. Ya debería irme. Estoy llegando tarde a la escuela, como de costumbre.

18/01/14

Necesito hacer esto para entender qué fue lo que pasó.

Suena la campana. Mí señal de libertad. Recojo todos mis libros y salgo al pasillo; todos me observan, algunos silbidos, uno que otro comentario obsceno, lo normal. Llego a mí casillero y todos se apartan, excepto por uno en particular, Dustin Rosser. Ni siquiera se percató de mí presencia, es decir, me ignoró completamente. No puedo permitirlo.
- Hola. - expreso luego de cerrar mí casillero.
- Mmm... ¿Hola? - veo en su mano un libro de Harry Potter. Tal vez sea buen tema de conversación; cualquier cosa es mejor que éste silencio incómodo. 
- Así que... ¿Has visto la última de Harry Potter? - arquea una ceja y luego mira el libro. Sonríe como si comprendiera lo que intento hacer.
- No lo sé; a veces las veo y ni siquiera reviso sus nombres, ¿Podrías especificar exactamente de cuál hablas? - me quedo muda. No he visto ninguna, no tengo idea de cómo se llaman. Comienza a reírse. - Solo bromeo contigo, no soy fanático. 
- ¿Entonces por qué tienes ese libro? 
- ¿Éste? - lo levanta y señala - No es para mí. Lo compré para mí mamá. 
- Eso es... Muy considerado de tu parte. 
- Lo sé. - suena la campana - Bueno, debo irme. - cierra su casillero y veo cómo se hace pequeño a medida que se aleja hasta desaparecer entre los estudiantes.

Y así fue como empezó.

Provocaba encuentros "accidentales" entre nosotros, coincidir en las clases; casi parecía acoso, a no ser que lo fuera. Estudiar para los finales fue lo que detonó nuestros sentimientos. Nos volvimos muy cercanos; lo que yo sentía por él se volvió inexplicable, pero no podía declararme, al menos no sin estar segura de que yo le gustara de esa manera.

*Esa tarde en mí casa*

- ¿Te sabes ésta cita? - le señalo con el lápiz una frase de Jorge Luis Borges.
- "Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona 
es única." - me mira directo a los 
ojos - Una de mis favoritas. - comienza a acercarse.
- Dime otra. - respira sobre mis labios y siento cómo mí corazón se acelera.
- "Duda que sean fuego las estrellas, duda que el sol se mueva, duda que la verdad sea mentira, pero no dudes jamás de que...
- Te amo. - completé la frase y la poca distancia que nos separaba desapareció en un largo y deseado beso.

Esa noche no logré dormir bien, temía que él se haya arrepentido de haberme besado; "tal vez lo perdí para siempre" me repetía una y otra y otra vez en la cabeza. 
Por culpa del insomnio no logré dormir casi nada, por lo cual también me levanté tarde, cerca de las 8:00 AM para ser específica. Efectivamente, había perdido la primer clase y en la segunda hora tenía un exámen al que no podía faltar. Me vestí a gran velocidad, poniéndome lo primero que encontré, no lavé mis dientes por estar apurada, siquiera pude maquillarme y apenas me arreglé el cabello. Corrí por las escaleras, tomé las llaves y abrí la puerta. Al salir tropecé con una canasta y caí tendida en el pavimento. 
- ¡Amy! Por Dios santo, no sabes cuánto lo siento, ¿Te encuentras bien?
- ¿Qué dem...? - alcé la vista al cielo para ver de quién provenía aquella voz - ¿Dustin? - me ayuda a ponerme de pie. - ¿Qué haces aquí?
- Vine a traerte un regalo.
- ¿Hablas de la cosa con la que me acabo de tropezar? - ambos miramos hacia la entrada. Había destrozado el obsequio. 
- No te preocupes, solo tardé unas horas... - regresa su vista a la mía y me sujeta de ambas manos - No sé si sea muy pronto, está bien si dices que no, volveremos a como estábamos antes... Quiero decir, amigos, a eso me refería con que volvamos a lo de 
antes. - hablaba muy rápido, se notaba nervioso. Deducía lo que iba a preguntarme pero era tan tierno verlo de esa manera que no quise interrumpir. - ¿Quieres ser mí novia?
- ¿Es broma? 
- No hace falta que... - antes de que pueda terminar la oración me cuelgo de su cuello para besarlo.
- Llegarás tarde a clases. 
- Lo sé. - parecía no importarle nada más que no sea ese momento. 
- Aún así viniste. - asiente - ¿Por qué?
- ¿Recuerdas la frase que te dije anoche? Cuando te nombré una de mis favoritas.
- Mmm... "Duda que sean fuego las estrellas, duda que el sol se mueva, duda que la verdad sea mentira, pero no dudes jamás de que...
- Te amo. - completa la frase y entonces comprendí que esa era la razón por la que estaba allí. Me amaba, realmente lo hacía y no había duda de que yo sentía lo mismo por él.



#11336 en Joven Adulto
#43814 en Novela romántica

En el texto hay: misterio, drama, amor

Editado: 15.04.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.