Viaje nocturno a Villa Gesell. A las 5 de la mañana el tipo del asiento de al lado se me puso a hablar.
- En estos tiempos, malditos, es muy importante el individuo. Si alguien se pierde enseguida aparece la foto en todas las redes. Antes no era así, si una aldeana se perdía no pasaba absolutamente nada. Y si encima se la había visto cerca del castillo de un noble, menos que menos. En esos tiempos era más fácil. No es verdad que los pueblerinos organizaban cacerías con antorchas y tridentes, eso es una fantasía de las películas, eran un rebaño manso, resignado a la tragedia de su existencia. Hoy es distinto, hoy es difícil.
Por eso las últimas décadas las pasé siendo soldado. En situaciones de guerra nadie se asombra porque no aparezca alguien. Es normal, triste pero normal, piensan que le dieron un tiro o que lo alcanzó una bomba. Lo difícil fue siempre mantenerme en el turno nocturno, pero con mis habilidades físicas nunca me costó estar en cuerpos de elite que actuaran de noche. Me hice fama de excéntrico que nunca andaba de día. A veces dije que tenía alergia al sol, que era fotosensible, y eso no está tan lejos de la verdad.
Pero la guerra terminó por afectarme. Que me alimente de sangre no quiere decir que sea un insensible, es mi naturaleza, nada más. Ver el sufrimiento de la gente en la guerra me hizo mal. Esa gente sufre una barbaridad, es imposible de imaginar, pierden todo, sufren tanto que se les anestesia la mente, como si ya no les entrara tanto dolor, como si no les alcanzara la vida para llorar lo que tienen que llorar. Es increíble que la humanidad se haga eso a sí misma por unos límites políticos, o por el manejo de tal o cual recurso. Es criminal en serio. Lo que yo hice estos siglos, las personas que maté para sobrevivir, es una ingenuidad comparado con la maldad de los que mandan gente a la guerra. Me terminó afectando.
Por eso voy a hacer lo que ya hicieron muchos de los míos, decidir el final. Ya no tengo interés en seguir existiendo, no le veo sentido. Así que voy a ir a la playa y, por primera vez en muchos siglos, voy a ver cómo sale el sol. Y así va a terminar todo para mí. Ya es tiempo. Por eso puedo serle abiertamente franco, ya no me importa mantener el secreto ni evitar la persecución. Tampoco estoy triste, estuve triste, pero ahora estoy tranquilo, estoy aliviado.
- ¿Lo puedo acompañar? - le pregunté.
Por primera vez me miró a la cara, algo sorprendido. Me miró profundo, me analizó, hasta creo que me olfateó.
- ¿Escritor? - preguntó.
Asentí.
- Vas a poder hacer un buen cuento con esto.
- Uno breve seguramente - le contesté.
Exhaló una risita.
Bajamos en la Terminal de San clemente del Tuyú, la primera playa de todas, y caminamos hasta el mar. No había nadie en las calles, era temporada baja. Al pisar la arena nos abrazó un viento omnipotente. Seguimos hacia la orilla. En el horizonte el cielo pasaba de naranja a azul, y el mar replicaba los colores a la inversa. Faltaba poco para el amanecer. Me frené y lo dejé avanzar unos pasos solo. Él caminó lento ese último tramo, su pelo negro y su sobretodo aleteaban frenéticos en el viento. Se detuvo y creo que respiró hondo.
En el horizonte surgió un brillo inevitable. Él levantó los brazos, como si fuera a abrazar a un viejo amor. Lento y constante salió el sol, su luz lo empezó a pintar de naranja y confieso que al principio me sorprendió que no pasara nada. Ya había medio sol sobre el horizonte. Me había creído el cuento de un loco. Muy bien actuado, por cierto. Tres cuartos del sol estaban arriba. Él esparció una carcajada al viento, y yo entendí que eso confirmaba su engaño.
El círculo del sol salió por completo desde atrás del mar y en ese preciso instante su cuerpo, con los brazo en alto, fue reemplazado por una figura de ceniza, que inmediantamente se dispersó en el impío viento de la playa. Quedé solo en el amanecer. No quedó ni un indicio del tipo. Lo que había presenciado era tan extraño, que dudé de mí mismo.
Caminé hasta encontrar un hotel y desperté al encargado.
Desubicado, en una habitación de veraneo sin verano, empecé a escribir un cuento breve.