Cuervo de Cuarzo

XX: La caverna bajo la laguna [Lily]

El asunto del matrimonio nos había traído a todos como locos los últimos meses; planear los preparativos, limpieza exhaustiva, diseñar el vestido de la princesa, cambiar los tapices, prueba de menús, sacar brillo a bronce de las escaleras, y una larga lista de cosas por hacer de la que sólo nos librábamos las 10 horas al día en las que no estábamos obligados a trabajar. En mi ingenuidad, creí que no podía ponerse peor, pero desde la llegada de la corte de Chiasa, sentía que sólo paraba lo suficiente para dormir un par de horas y tragarme una taza de té.

No quería sonar malagradecida. Sabía que, siendo la doncella de la princesa, mi trabajo era mucho más fácil que el de los cocineros, los limpiadores y los mozos de cuadra. La señorita me trataba muy bien y sin diferencias, y yo le tenía autentico cariño después de tantos años a su lado. El problema era que, después de las siete, cuando la señorita insistía en que fuese a descansar, siempre había alguien que me mandaba a llamar para que ayudara en algo. A coser trajes, a planchar sábanas, a lustrar zapatos. Teníamos tantos invitados que los quehaceres parecían no acabar nunca, pero no podía quejarme cuando veía a las otras con profundas ojeras bajo los ojos de tanto madrugar para poder tener todo listo a tiempo.

Compartía habitación con otras seis criadas, pero por suerte ninguna había llegado aún, o quizás estaban cenando. Últimamente, había descuidado mucho mis horas de comida, pero no sentía hambre especialmente, y de cualquier forma, la señorita se aseguraba de que al menos comiera una golosina al día. Me tiré sobre la cama con los zapatos puestos, pero no alcancé a cerrar los ojos cuando sentí algo duro bajo mi almohada.

En la oscuridad, me costó unos segundos distinguir qué era, pero a medida que la imagen se hizo más clara pude ver un pequeño medallón con dos dragones, uno dorado y uno rojo, cruzados sobre una flor de loto atravesada por una espada. Era el escudo de armas de Chiasa.

Tenía una nota enrollada en la cadena, y a pesar de la falta de luz el mensaje -escrito en grandes letras negras- era claro:

Conocemos tu secreto. Encuéntranos bajo las flores de loto cuando el reloj haya avanzado dos metros.

Se me apretó el corazón, y rápidamente escondí el medallón y la nota en mi bolsillo. No tenía idea de a qué secreto podían estar refiriéndose, ¿sería aquella vez que había tomado una botella de licor de cereza -prácticamente ya vacía, y que había sobrado de una cena- y la había escondido entre mis cosas? O quizás sabían de aquellas veces en las que salía a dar vueltas por el jardín de rosas pasada la media noche. No estaba estrictamente prohibido, pero no era un secreto que no era mirado con buenos ojos. O quizás… quizás se habían enterado de que algunas veces probaba los perfumes de la señorita cuando ella tomaba un baño, o que en alguna u otra ocasión me había puesto sus zapatos, solo para admirar como se veían en mis pies. Sin embargo, algo me decía que la nota no tenía que ver con zapatos o licor, sino con algo mucho más importante. ¿Pero qué? No tenía prácticamente recuerdos de mi infancia, pero sabía por mis ojos almendrados y cabello negro que quizás mis padres habían nacido en el Imperio de Chiasa, aunque no tenía ninguna noción de haber estado nunca allí. Y por lo demás, tampoco tenía noción alguna de haber visto a mis padres.

A todas luces el mensaje parecía una trampa, e ir al lugar donde estaban citándome era decididamente una mala idea. Pero la duda me estaba carcomiendo por dentro, y ciertas imágenes que sólo había visto en sueños seguían reproduciéndose en mi mente, confundiéndome hasta marearme. ¿Qué podría querer Chiasa conmigo? ¿Y qué era eso que habían descubierto?

 

Cuando veinte minutos antes de que el reloj diera las dos de la madrugada, me levanté y abrigué tratando de hacer el menor ruido posible. De todas formas, mis compañeras estaban tan cansadas que creo que no habrían despertado, aunque hubiera encendido las luces y dado portazos al armario. A pesar de que sabía que el único lugar con flores de loto era la piscina del fauno y que las hora era la correcta (el reloj de flores en medio del jardín invernal tenía un metro entre cada número), no podía dejar de sentir que quizás estaba cometiendo un error siguiendo las instrucciones, o peor, que el mensaje no hubiese estado dirigido a mí en primer lugar, y que me metería en grandes problemas si llegaba a enterarme de algo que no debía.

Las noches estaban cada vez más heladas y el suelo estaba resbaladizo en algunos lugares por una fina capa de hielo provocada por una ligera llovizna nocturna, pero a medida me iba acercando a la piscina el aire había dejado de dolerme en el rostro y había pasado a sentirse

¿cálido? No parecía posible, pero al llegar a la estatua del fauno definitivamente sentía calor, y tuve que quitarme la chaqueta. No había nadie alrededor o escondido tras los árboles. Sintiéndome como una tonta, me puse a palpar la base de la estatua del fauno, e incluso comencé a tirar de su cola, pensando que quizás había alguna entrada secreta escondida. Por supuesto, nada funcionó, era simplemente estúpido pensar que Chiasa tendría alguna entrada secreta en pleno jardín del palacio de Arcia.

El sonido de un gong retumbó dentro de mi cabeza, tan fuerte que mis tímpanos retumbaron desde adentro hacia afuera, y mis ojos comenzaron a parpadear incontrolablemente. Tuve que apoyarme en la estatua porque mis piernas estaban a punto fallarme, y aunque me tapé los oídos, el gong seguía retumbando con un eco infinito que pareció durar minutos. El instrumento se detuvo bruscamente y todo quedó en silencio. No podía escuchar el canto de los búhos ni el burbujeo del agua, tampoco podía ver nada más que oscuridad, a pesar de que tenía los ojos muy abiertos. Antes de que pudiera entrar en pánico, una luz roja y débil se encendió bajo el agua, bajo las flores de loto, y aunque podía verla con claridad, todo lo que rodeaba el foco rojizo estaba envuelto en completa oscuridad. Ni siquiera podía ver mis manos en frente de mí.



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En el texto hay: fantasia, lgbt, fantasia juvenil

Editado: 25.05.2023

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