Todos se estaban instalando en los cojines sobre la alfombra, Kai y Taro regresaron con pijama, justo como se esperaba, Kai parecía avergonzado, a diferencia de los dos varones que las acompañaban. De fondo se podía escuchar canciones de todo tipo, unas que otras saltaban conocidas para Leth, pero su mayoría eran desconocidas. No fue tan sorprendente escuchar canciones esporádicas en japonés, pero le causó una gran impresión cuando sonaban en coreano y prácticamente todos cantaban eufóricos.
Kae ayudaba a Leth a colocarse la mascarilla de carbón, Alelí estaba concentrada tratando de entender lo que el cilindro azul con un cerdito y la máscara decía.
Entre Taro y Tama se logró que Kai también tuviera la mascarilla que a todos les tocaba en ese momento, el chico quería morir y odiaba profundamente a Trevor por no estar con él sufriendo tal masacre, quizá debió recurrir a Cameron y Raziel, pero también lo habrían traicionado, pues sabía tenían un proyecto escolar que hacer. El señor Konoe ya tenía puesta su mascarilla al igual que Kae y Alelí, solo faltaban Leth, Tama y Taro.
— ¡Bien! Ahora solo debemos esperar 15 minutos antes de retirarla. — Cuando todos tenían lista su mascarilla, Kae no dudó en documentar el hecho en su Instagram. Se veían adorables. La impresión de la noche fue cuando comenzó a sonar aquella canción.
— ¡Oh, por Dios! — Kae y Alelí se terminaron parando como rayo de su cojín, Tama y Taro las imitaron, y por supuesto, el señor Konoe estaba incluido, todos parecían esperar el coro de la canción.
— Touch my body! — Con sincronía perfecta, todos comenzaron a bailar. — Oh, everybody! — Fue en esa segunda estrofa donde Arleth se atacó de la risa, solo las chicas bailaban genial porque el movimiento de trasero por parte de Taro y el señor Konoe daban tantísima gracia. — Baby, so good! — Debían detenerse o Leth morirían ahí mismo. Pero los cinco estaban bastante concentrados en su baile, que, si lo veías bien, los varones parecían sufrir algún calambre.
— Son unos tontos. — La voz de Kai interrumpió la concentración que tenía puesta en el baile, solo de fondo volvía a escucharse un grito cuando un Fantastic baby resonó.
— Pareces acostumbrado a esto... — Arleth sonrió viendo como ellos se montaban escenario y todo. — Creo que son geniales.
— Bueno, cantar y bailar k-pop lo hacen siempre.
— ¿K-pop? — La duda en la mirada de Kai era grande. ¿Quién no conocía el k-pop?
— La música coreana...
— Ah... — Arleth intentó recordar si Tabata también escuchaba de esa música, pero la realidad era que su amiga solía cantar con ella las canciones de Michael Jackson, su mente comenzaba a divagar más cuando Kai volvió a hablar.
— ¿No te gusta? — Al regresar la mirada al chico sonrió negando pronto.
— No es eso, no sé coreano y mucho menos conozco sobre los cantantes. — Kai llegó a suponer que la chica sabría de toda esa onda coreana, algunos años atrás había sido todo un fenómeno mundial, como el reggaetón.
— A Kae le gusta muchísimo, de hecho... — Fueron interrumpidos por la alarma que la propia japonesa colocó para que todos se retiraran la mascarilla.
— Bien, ahora tenemos que quitar la mascarilla. — Llevando a cabo las indicaciones de su amiga, Alelí y Leth habían sufrido con la famosa mascarillas de puntos negros, fue un mártir completo.
— Ahora hay que colocar esta. — A cada uno, Kae junto con Tama entregaron sobres, cuando abrieron el mismo notaron como el aceite y una mascarilla de papel se desprendían.
— ¿Y ahora qué? — Alelí ayudaba a Leth a colocarse la siguiente mascarilla, todos aguantaban la risa por lo extraños que se veían, a Leth le parecía estar con varios Jason a la vez.
— ¡Veremos una película! — Kae se acomodaba sobre la laptop para colocar lo que sería que verían.
— Primera parada, The Space Between Us.
De esa manera, la velada tomaba un giro más tranquilo, todos estaban en sus cojines, cómodos para ver directo al proyector.
La película solo había servido para que Arleth se llegara a cuestionar su vida y la manera tan metafórica que se sintió identificada. Seguramente ese era el arte y la magia de las películas, pero era casi una burla.
La premisa era de un chico nacido en Marte. Por dieciséis años alejado de la tierra, sin embargo, su anhelo por pisar el planeta tierra es grande, porque él sabe que pertenece ahí. Porque ese es su mundo, Elliot sabe que es donde tiene que estar, pero mientras avanza su travesía Garner descubre que no hay manerahay manera para él ser parte de la tierra aunque sea un humano. Porque no pertenece ahí. Entonces, termina por aceptar que su vida está en Marte.