Con ropa cómoda que Calvin me prestó para pasar la noche, me quedé mirando en la terraza el cielo de la noche.
— ¿No quieres comer algo? — Me preguntó Calvin y mirándolo le negué.
— No, gracias, ya tuve bastante con las galletas y la leche. — Respondí y pensé en Hian. ¿Se habría preocupado por mí al no llegar a casa?
— Te queda bien mi pijama. — Comentó acomodando el sofá para dormir y entré acercándome, cogiendo las mantas.
— Puedo hacerlo yo. — Lo libré de hacerlo y me miró. — Tú vete a descansar.
— Soy yo quién dormirá en el sofá. — Respondió Calvin que tiró de las mantas, pero yo también lo hice.
— Me quedaré yo. — Insistí, estábamos ya los dos tirando suavemente de las mantas para ver quién se quedaba.
— Eres mi invitada.
— Forzada por las consecuencias. — Le recordé, a lo que Calvin me puso mala cara. — Tenía muchas cosas de las que ocuparme.
— Pues así descansas del trabajo. — Me respondió serio y solté las mantas molesta, cruzándome de brazos. — Pienso en mi hijo.
— Entonces no tengo más remedio que creerte. — Respondí con sarcasmo y me senté en el sofá. Calvin colocó entonces la manta sobre mi regazo y me agarré a ella, mirándolo cuando se sentó a mi lado. — ¿Quieres tocarme la panza? — Le pregunté, ya que era su hijo también y Calvin sonrió.
— Me gustaría. — Admitió. Agarré entonces su mano y destapando mi barriga coloqué sobre su mano en ella, dejando mi mano sobre la suya y viéndolo parpadear suavemente, queriendo recorrer la pequeña tripa. — Hola... — Le habló con dulzura y me pareció gracioso.
— ¿Le estás hablando? — Le pregunté y se inclinó hacia mi panza pasando de mí.
— Soy Calvin, tu papá. — Le contó sonriente. Dejándome impresionada, era la primera vez que veía su sonrisa tan... Tan dulce. No parecía el famoso grosero.
— ¿Si quieres podríamos compartir el sofá? — Propuse al verlo de esa manera. Calvin levantó la mirada al tiempo que se incorporó.
— ¿No tienes miedo? — Me preguntó y le negué.
— A un padre no puedo tenerle miedo. — Le respondí y Calvin me sonrió, mirando luego mi panza.
— Pasaremos la noche juntos. — Le habló a mi barriga. Observé a un lado del sofá un guión y lo cogí, apenas había visto que se trataba de una película cuando Calvin me lo quitó de las manos y lo miré sorprendida.
— ¿Harás una película? — Le pregunté poniéndome derecha, siguiéndolo con la mirada cuando se levantó yendo hasta un mueble.
— Aún no lo sé. — Masculló, ocultando sin mucho éxito demostrar que le había molestado que cogiera el guión.
— No pienso decirle nada a Hian, por si temes por ello. — Lo avisé, después me levanté acercándome a él. — Déjame que le eche un vistazo.
— No es necesario. — Me respondió dejando el guión sobre el mueble. — Mejor descansemos.
— ¿Pero por qué no puedo verlo? — Le pregunté, haciendo Calvin que caminara con él hacia el sofá.
— Será el primer papel donde seré el protagonista. — Confesó y me quedé mirándolo. — Tengo veintisiete años y me ha costado.
— Y crees que yo intervendría para que te quitaran el papel y se lo dieran a Hian. — Pronuncié lo que seguramente él tenía en la cabeza.
— Eres su asistente. — Se justificó haciendo que me sentara en el sofá.
— No lo haría. — Le gruñí viéndolo sentarse a mi lado. — No ahora.... — Coloqué mi mano en mi panza.
— ¿Por él? — Preguntó mirando mi barriga y me la cubrí con la manta.
— Es porque te veo distinto. — Le fui sincera. — No estás con esas palabras groseras en la boca. — Calvin me dedicó una sonrisa.
— Aún me apetece tener sexo contigo. No han cambiado las ganas que tengo, sino las cosas entre nosotros. — Me explicó y me agarré a la manta cubriéndome.
— Cerdo. — Le gruñí dándome asco y Calvin sonrió, levantándose luego para acercarse hasta el mueble donde dejó el guión.
— Confiaré en ti. — Expresó cogiéndolo y lo lanzó al sofá.
— ¿De verdad puedo mirar el guión? — Le pregunté, no dudando en cogerlo y sonreírle cuando Calvin me asintió.
Dormimos cabeza con cabeza en el sofá, en verdad me sorprendía que fuese realmente cómodo. La televisión estaba encendida, siendo la única luz que alumbraba la oscuridad del salón.
Me incorporé dejando el guión sobre la mesita. La película sería de un pianista y una ciega. Calvin sería el protagonista masculino, el pianista que no quiere saber nada de nadie hasta que la conoce a ella, una chica que se quedó ciega a raíz de un accidente de coche cuando era una niña. Una película de amor. Tras leer el guión estaba convencida de que Calvin haría un buen trabajo.
Agarré mi teléfono móvil para comprobar si tenía algún mensaje, no tenía ninguno de Hian, parecía que no me echaba de menos por casa. Sí tenía un mensaje de mi hermana Carla, de seguro quería que le mandara algo de dinero. Miré a mi lado a Calvin dormido y levantándome me acerqué hasta él, contemplando la tranquilidad reflejada de su rostro. Sonreí observándolo, él era el padre de mi futuro hijo... Abrí la cámara de mi teléfono y lo enfoqué con ella sacándole una fotografía.
Caminé después para el comedor mirando la fotografía que saqué, foto que empecé a editar sentándome en la mesa del comedor, poniéndole unas graciosas y encantadoras orejas de gato y unos bigotes, estaba quedando más que bien y no pude evitar reírme.
— ¿Qué haces? — Escuché detrás de mí y levanté la cabeza hasta Calvin, que por encima de mi cabeza observaba la fotografía.