Daño Colateral

Capítulo 21

SEGUNDA PARTE

La historia de Alex

Capítulo 21

210 días antes del suicidio

Alex

Emilie me había regalado una guitarra por mi cumpleaños. Solía tocarla cuando me encontraba solo en mi apartamento, que últimamente era menos seguido de lo que me gustaría.

          A Emilie le gustaba pasarse por aquí, y cuando ella no estaba, Lucas sí y, si resultaba el caso de que él no estuviera, mis padres sí. Tenía la misión de vigilarme porque, según ellos, estaba abusando del alcohol.

          Los únicos días en que no los tenía encima era cuando estaba en el conservatorio, trabajando. Porque sí, ahora trabajaba ahí, después de mi graduación con honores y todo ese asunto.

          Y, justo hoy, por azares del destino, estaba solo. Suponía que no habían logrado ponerse de acuerdo.

          Así que aproveché el rato en soledad para tocar la guitarra.

          Y después salí.

          Hice una parada corta en la licorería que estaba cercada del edificio y continué mi trayecto hasta el cementerio. Conocía muy bien el camino hasta aquella tumba , la de Gerald. A diferencia de la última vez que había ido —cuando ella aun estaba— le habían llevado flores. Blancas, parecían frescas.

          Tomé asiento frente a su lapida y la miré por un par de minutos.

 Odiaba el epitafio.

          “Gerald Wentworth. En memoria de un gran hombre, hijo y hermano”.

          Abrí la botella que había comprado y le di un trago grande.

          —La he esperado por meses, amigo mío —le dije—. Ya no estoy seguro de nada. Quiero creer que no es el momento.

          Había ido porque no podía hablar de Anne con alguien más. Porque la extrañaba tanto que todo lo que me callaba estaba comenzando a ahogarme.

          Me había dejado, diciéndome que aquello que volvimos fue un error. Pero por más que había querido odiarla, solo deseaba que volviera.

          —Supongo que la conocemos mejor —sonreí, negando—. Aun así, ni siquiera tú has conseguido que regrese. He venido porque guardo las esperanzas de encontrarla aquí.

          Bebí un poco más. Y tras un rato largo de silencio, decidí que era momento de marcharme, porque no tenía sentido seguir esperando por algo que no iba a suceder.

          —Supongo que los dos hemos perdido. No va a volver.




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