“Siempre sentí que no pertenecía al mundo en el que mis padres me habían acostumbrado, no sentía que era igual que los demás, siempre crei que dentro mio hay algo mas, algo oscuro, salvaje, una identidad oculta que ni siquiera yo se que es. Jamas se lo he dicho a alguien, quizás es algún pensamiento loco para escapar de la monotonía, pero en realidad me muero por tratar de descubrir…”
—Lin, cariño es hora de irnos—me apresure a guardar mi diario en mi mochila antes de decirle adiós a lo que fue mi vida durante diesiocho años.
Al bajar solo encontré la enorme sala vacia, las paredes limpias sin ningún cuadro o fotografía que solia haber de nosotros tres y a mi madre esperándome en la entrada con una mano en su cadera y repicando con su tacon de aguja el piso dejando claramente su impaciencia. Su cabello rubio cenizas recogido en una coleta alta y tirante, le daba ese aire profesional y sofisticado que siempre admire en ella.
—Que rápido se deshicieron de todo—murmure mientras pasaba por un lado de mi madre y salía al exterior.
—Tu padre vino por sus cosas temprano en la mañana, ya sabes como es—dijo sin emocion alguna, pues no pase desapercibido la amargura en su voz al mencionar a mi padre.
—Fue tu decisión divorciarte, madre—dije mirándola un segundo para volver mi vista a la camioneta que nos esperaba para ir a quien sabe donde.
—Tu padre y yo ya no nos entendíamos, Linda—rei un poco al oírla, ya que, sabia de memoria cada uno de sus monologos—El lugar al que iremos es tranquilo, y se podra vivir en paz.
—Si tu lo dices—suspire y le dije adiós a la ciudad.
Fueros las cinco horas mas largas de la vida. Casi no pude dormir por el nerviosismo de no saber cual seria mi parada. Mi madre estaba muy centrada en su teléfono como para entablar una conversación conmigo. Lo que podia ver a mi alrededor no era feo, es mas, era muy bonito. Se podia ver un muelle a los lejos y un faro. Sin embargo, donde ibamos quedaba mas retirado de aquella vista hermosa que habia visto. Las calles de un barrio no tan lindo a lo que estaba acostumbrada, capta mi atencion por completo. Casas iguales, jardines en no tan buen estado, arboles, y niños por do quier. ¿Donde estabamos?
.—Mama, ¿donde viviremos?—pregunte. Ella levanto la vista y miro al frente para luego sonreir.
.—Ahí—dijo apuntando con su dedo. Segui el recorrido que me indicaba para ver una pequeña casa igual al resto pero obviamente mas descuidada y algo fea por fuera. Podia notar la pintura gastada, como si jamas se le hubiera retocado, la puerta era de un color cafe viejo y el tejado rojo del techo era mas bien de un color cafe muy deteriorado.
La camioneta se detuvo y mi madre fue la primera en bajarse. Observé todo con detenimiento y al cabo de unos segundos me baje. El camión de la mudanza llego justo unos segundos después y mas de un vecino se asomo por la ventana para espiar. Es tan típico de estos barrios. Pese a que la casa no es lo que me esperaba, podia sentir una pequeña corazonada que no pasaria mucho tiempo hasta que me relacione con este lugar. Es agradable y lo mas genial, es que no se parece en nada a lo que soliamos tener en New York.
—¿Que te parece?—veia a mi madre muy emocionada, como si este lugar le trajera recuerdos.
—Es…lindo, de veras—le sonreí para darle apoyo y seguido la segui hasta la entrada.
—Aquí creci, Linda—susurro y podría jurar que la nostalgia se filtraba en us voz. ¿Cómo era posible que no supiera esto de mi madre?
Tres hombres se encargaron de sacar nuestras cosas del camión mientras que nosotras inspeccionábamos el interior. La casa estaba casi vacia, se notaba que no había sido habitada hace ya varios años. Tenia algunos muebles viejos, como un sofa roto y gastado y un mueble en un rincon cubierto por una capa de polvo gris y tela de arañas.
—Nunca me dijiste que creciste en Portland Maine...
—Si, aquí naci, por aquí vivi—dijo.
—¿No viviste en esta casa?—pregunte mientras habría algunas cajas que contenían algunos adornos.
—Mis padres no podían costear una casa asi, no es lujosa ni muy grande, pero en ese entonces, una casa asi era muy prestigiosa—hablo como si estuviera recordando—Siempre me gusto esta casa, asi que cuando tuve oportunidad la compre, y aquí estamos.
Despues de aquello no pregunte mas nada, algo me decía que mi madre se había cerrado igual que una almeja. Nos quedamos hasta tarde para ordenar lo que mas pudiéramos, pues debíamos sacar la tierra y polvo antes de colocar nuestras cosas.
—¿Porque no vas y eliges alguna habitación?—dijo luego de un par de horas en absoluto silencio. Asentí con la cabeza y subi las escaleras con una de mis cajas mas mi mochila con mis cosas personales. Abri la primera puerta y me encontré con la habitación principal, lo supe porque era grande y tenia un baño propio. Decidi dejársela a mi madre y me mude a la que estaba a un lado.
Me quede parada en la puerta observando las cuatro paredes que conformaban la pequeña habitacion. Definitivamnete no es igual a la que tenia antes, pero es acojedora. Me adelante para abrir la ventana, puesto que el olor a encierro y humedad llegaba a ser desagrable. Aproveche a mirar por la ventana el jardin que se hayaba detras de nuestra casa. Una cerca de madera separada nuestro jardin del vecino, aunque la diferencia era muy notoria, pues el cesped de ellos era de un verde vivo mientras que el nuestro era casi cafe por el descuido sin mencionar que el pasto llegaba casi a las rodillas.