Linda
Sus ojos tristes son lo último que veo antes de subir las escaleras sin voltearme a ver como se va, pero en cuanto oigo la puerta cerrandose tapo mi boca para callar mis sollozos y me siento a mitad de las escaleras. Estos doce dias habia estado dentro de todo tranquila y me habia obligado a no pensar mas en lo que pasó, y ahora es como si estos dias no hubieran pasado y soy capaz de sentir la herida fresca como si hubiera ocurrido recien. Molly aparece a mi lado y me mira avergonzada y apenada. Seguro debe creer que me enfadaré con ella. Le sonrio como puedo y me pongo de pie secando mis lagrimas. Quedé en verme con Felipe en un café cerca de la ciudad, y de paso debo ir a dejar a Molly a casa de una amiga hasta que Karin vaya por ella. Asi que, me armo de valor y hago como si nada hubiera pasado.
—¿Lista?—pregunto tratando de que mi voz salga normal. Molly asiente—Entonces vamos, ya es tarde.
La amiga de Molly queda solo a unos quince minutos y en cuanto la dejo, subo el volumen de la música al máximo y me obligo a no pensar de más. Conduzco unos cuarenta minutos hasta llegar a la cafetería donde se supone que me espera Felipe y al parecer Bea también. Tal vez, pasar el tiempo con ellos me sirva para no pensar en Edward. Estar tranquila es todo lo que quiero.
Estaciono mi auto a un par de cuadras de donde se encuentra el lugar. Al entrar me encuentro con un ambiente vintage, con luz tenue y un rock clásico como música de fondo. Hay un pequeño escenario donde al parecer hacen stand up, y justo a un lado del escenario, veo a a Felipe pornerse de pie y sacudir su mano en mi dirección. Le sonrío y me dirijo hacia allí. Me acerco para darle un beso en la mejilla y me quito mi abrigo para colgarlo en el respaldo de la silla y me siento.
—¡Que lindo lugar!—alago viendo a todo a mi alrededor con más detención.
—Si, es muy relajante aquí. A veces vengo a estudiar—dice y yo le sonrío sin saber que decir. Miro con disimulo hacia todos lados en busca de Bea pero no hay rastro suyo.
—¿Bea no viene?—pregunto. Él carraspea y se encoge de hombros—Que raro, le mandaré un mensaje—digo sacando mi celular.
—Quizás tuvo algo que hacer—dice enseguida antes de que siquiera escriba el mensaje—...podríamos ir pidiendo algo por mientras—dice. Lo pienso un segundo y termino accediendo.
Me pido un café latte con una rosquilla y Felipe se pide un frapuccino helado con un brownie. Conversemos de algunas cosas de la carrera y luego el silencio se vuelve un tanto incómodo. Empiezo a sospechar que Bea no llegará. Él se atreve a preguntarme por Edward, pues Felipe no sabe lo sucedido con él y no sé si hablar de eso es exactamente lo que necesito ahora.
—Es complicado—digo y me río un poco por lo nerviosa que me he puesto. Bebo un poco de mi café y me doy cuenta que ni siquiera tengo ganas de comer ni de beber algo.
—¿Esa búsqueda del zorro tiene algo que ver?—pregunta luego de un rato. Algo me dice que me ha querido hacer esa pregunta hace mucho tiempo.
—En gran parte—digo cabizbaja y suspiro—...no te ofendas Felipe, pero si acepté venir es principalmente para no pensar en eso—digo y decido soltar una tonta risa para aligerar el ambiente. Él sonríe apenado y asiente.
—Lo siento. Tienes razón—se disculpa y le sonrío haciendo un ademán con mi mano para restarle importancia.
Pasa una hora y definitivamente, Bea nunca llegó y ahora que lo pienso mejor, creo que nunca fue invitada. No sé qué intenciones tiene Felipe conmigo, pero algo me dice que él siente cierto interés por mi y no por mi amiga cómo lo llegué a creer. Pensar que puedo gustarle me pone en una posición muy incómoda, puesto que claramente esto no es algo mutuo, y no me gustaría echar a perder la amistad que hemos creado. Aunque quizás sean ideas mías y él solo quiere despejarse un poco la cabeza y me invitó para distraerme.
Hablar con él es grandioso. Me ha hablado de su país, costumbres y me ha enseñado algunas palabras que me hacen dar mucha risa. Sin embargo, en un momento la música para y veo al mismo mesero que nos pidió la orden tomar el micrófono llamando la atención de todos los clientes. Él saluda con amabilidad y seguido de ello presenta a un muchacho que cantará una canción. La gente la recibe con un aplauso y me doy la vuelta para poder mirar bien al escenario. En cuanto el mesero baja, un chico con una guitarra se sube y se sienta frente a un micrófono que han adecuado para su guitarra y su voz. La presencia del chico me hace dar un vuelco al corazón cuando lo encuentro similar a Edward. Cabello rizado, algunos tatuajes y vestimenta oscura. Mi corazón comienza a palpitar más rápido y de pronto no puedo apartar mis ojos del chico.
¿Cómo es posible que se parezca tanto a él?
—Buenas tardes, mi nombre es Harry y les cantaré un cover de Kanye West—dice y sonríe al final. Lo único que lo diferencia de Edward, son sus ojos y claramente, los tan carácteristicos hoyuelos de ensueño. No me gustan tanto las canciones de Kanye West, por lo que me decepciona un poco en cuando lo dice.
El chico comienza a tocar los acordes, y enseguida me doy cuenta que ha adaptado la canción por un ritmo más lento y melódico, aquello recupera mi atención y me quedo boquiabierta cuando comienza a cantar. La profundidad y sentimiento que le pone a la letra me pone piel de gallina, y de pronto me encuentro pensando en Edward. Sus ojos y sus palabras vienen a mi y ahora todo se reproduce como una película con esta canción de fondo. Me da pena y ganas de llorar. Tenía tantas cosas para decirle, pero ni siquiera tuve el valor para decírselas, me acobardé. Cuando lo vi sentado en el pasillo, sentí como mi corazón volvía hacer su trabajo funcional de antes, algo en mi sistema volvió a funcionar. Me gustó verlo. Me gustó que me buscara aún cuando le dije que no lo hiciera. Había creído que simplemente se había olvidado de mí y mi parte paranoica lo imaginaba en casa pasando las noches con July.