LA CIUDAD SIN NOMBRE

Finalmente el escritor llegó a la ciudad de la que tanto se le había hablado, quería ver aquellas maravillas de la gran urbe.

Inicio su recorrido por la ciudad observando los grandes y brillantes edificios que se erguían a su paso, los parques verdes y rebosantes de vida, las grandes avenidas por donde miles de vehículos transitaban sin parar, nunca en su vida había visto nada igual. Grandes pantallas en cada pared tenían cientos de imágenes que ni siquiera él podía imaginar, luces bellas de mil colores, plazas con espectáculos multicolores y miles de personas reunidas tanto en trabajos como en comercios. Todo en si era una maravilla, nada de lo que le habían contado se comparaba con la realidad.

Al final del día cuando finalmente el escritor tenía que ir de regreso a su pueblo que ahora le parecía minúsculo miró atrás a la ciudad y con una cara llena de tristeza salió decepcionado del lugar por no haber encontrado una sola alma en el rostro de las multitudes que en ella vivían.