Atado por las cadenas de la desesperación, en la región más oscura de su propia alma, el escritor era atormentado por el dolor de sus propios pensamientos.
De pronto un par de ojos brillaron en la oscuridad, poco a poco se fueron acercando hasta que la silueta del lobo se pudo distinguir.
- Amigo lobo - dijo el escritor, cuando tuvo al animal frente a él - mi reflejo me ha encerrado en este lugar, por favor sálvame -
- ¿Acaso hermano escritor puedes ser prisionero de ti mismo? Y en todo caso tu salvación será que aceptes tu naturaleza.
Sin decir más el lobo siguió su camino mientras las cadenas del escritor comenzaron a estrangular su corazón.