De La Sierra La Pasión

Todo un Don

Don Rafael Serrano está entrando a casa de Felipa una señora que cría y vende pichones de palomas y también tiene una pensión; allí se vuelve a encontrar con una muchacha que era la misma que andaba con su hermana en el mercado popular; donde el trabaja vendiendo frijoles negros y arroz; pero no pudo evitar preguntar quién era ella y que hacía allí, Felipa le responde….. 
—¡Ah.. ella es Angélica y la hermana Alejandra, están viviendo aquí! 
Alejandra va y viene de Caracas y ella está recién llegada, ¡lo que tiene son catorce años Don Rafael!, ¡Es una muchachita! 
—¡Es buena moza la muchacha!¿Y es trabajadora?¿De dónde vienen? 
—¡Ah pues como que le cayó en gracia hombre, ¡ella viene del campo, son de San Carlos, pero se criaron en Valencia, dónde la familia Branger, usted sabe gente que tiene platica y de la alta, se cansaron de ser de su servidumbre, pero son muy buenas y muy hacendosas. 
Don Rafael le gustó mucho la muchacha, quizás estaba muy cansado de la vida que llevaba con la señora Inés María, estaban ya casados, tenían hijos, pero la señora Inés se sentía mal, se la pasaba del mal humor, peleando con el, siempre celosa y siempre sola con su madre, su tía y sus hijos pero sucede que los  Serranos Colmenares, eran así, mujeriegos, y de hijos en cada casa, aunque él no quería eso para el, no quería dejar hijos regados, se prometía que si tenía otra compañera tendría hijos pero no más. 
—¡Bueno, otro día las conoceré ahora estoy apurado, tomé el dinerito que le debía y no le debo nada más, estamos en paz! 
—¡Claro que sí Don Rafael lo espero si me necesita! 
—¡Ah dígale a las muchachas! que las quiero conocer, díganle que Don Rafael Serrano las quiere invitar a una fiesta, en el club El Campestre. 
El Club El Campestre era un sitio muy chic, y distinguido dónde solo iban gente de alcurnia de la ciudad, allí celebraban y bailaban con orquesta internacionales muy famosas como La Billos Caracas boys y Emilita Dago con Los Melódicos. 
A Don Rafael le encantaba ir porque era un bailarín nato, apenas escuchaba una canción que se llamaba "El Ladronzuelo" el salía como una flecha a sacar a bailar alguna que siempre había dispuesta y decía que la cantante Emilita era su novia… 
Don Rafael había progresado muchísimo y el muchacho de la bicicleta ya no andaba en dos ruedas, ahora tenía un carro nuevo, un Impala del año de la Chevrolet y estaba muy orgulloso, tenía veintisiete años, era todo un señor de la época, le gustaba peinarse como el argentino Carlos Gardel, con el pelo engominado y usar zapatos negros brillantes de charol, de última moda, lucía un anillo de oro grueso como de graduación con una gema roja cuadrada y se perfumaba, con una colonia número quince y otros menjurjes, le gustaba muchísimo viajar conocer nuevos parajes, ríos, playas, bailar y cocinaba delicioso, hacia unas deliciosas parrilladas que eran realmente famosas y unos hervidos inolvidables, era muy apreciado por la sociedad distinguida y siempre estaba bien reunido, con gente de dinero y de prestigio; los fines de semana, y con sus hermanos en la gran casa materna y familiar llena de parientes y amigos con los que además tenía muy prósperas relaciones de negocio. 
La suerte estaba de su lado, el presidente y dictador con sus ministros, hasta los visitaban, y un día le hicieron una propuesta insuperable… 
—¡Serrano! ¿Cómo está la vida?...¿Cómo está todo? 
—¡Bien mi ministro, teniente, pase está en su casa! 
—¡Caramba mi apreciado amigo, he sabido lo bien que están las cosas por acá, y vengo a proponerles a ustedes los Serranos un negocio de oro, un negocio que les va a interesar a su hermano Marcos, a su hermano Consolación y a usted por supuesto!... 
Don Rafael alza la voz… 
—¡Venga, Alfredo tráigamele al teniente unos tragos y unos pasapalos! 
Alfredo era hijo del hermano Mayor de Don Rafael, su hermano Consolación Serrano, que se vino de la sierra Andina, casado con Paula Aponte, y sus tres hijos oficiales, el se casó con Paula por la iglesia, ella de velo y corona, porque los hermanos de ella no lo dejaron burlarse de los respetos que la señorita merecía. 
Llegaron Alfredo hijo de Paula y Marcos Tulio otro hijo de Consolación de antes de casarse con Paula, pero que estaban con el y los estaba ayudando a salir adelante. 
—¡Bueno aquí tiene Teniente ministro Moreno y… ¿dígame de que se trata? 
—Se trata de una hacienda que tenemos en las playas de Choroní, en una isla península pequeña llamada Chuao, y esta poblada usted sabe, de gente nativa del lugar, y es una hacienda productora de Cacao, negocio en marcha, como he sabido que a ustedes los Serranos Colmenares, les ha ido muy bien en el comercio, se las quiero vender en quinientos mil bolívares todo es cuestión de que la vayan a ver. A don Rafael eso le sonó a gloria, porque a él le encantaba la naturaleza, un buen río para nadar y una playa tipo paraíso terrenal… 
—¡Oiga eso suena muy bueno, me gustará visitarla con mis hermanos! 
—¡Entonces nose diga más, los vamos a llevar para Chuao, tengo entendido que, ¿¡ustedes tienen yate!?... 
—¡Si, no más, hablemos con los hermanos y cuadramos para el sábado que viene, ¿le parece? 
—¡Por supuesto Don Rafael!—el teniente Moreno le apretó la mano, como señal de que los dos ya tenían un trato! 
—¡Así mismo es mi teniente! 
Chuao es una hacienda que queda en un pequeña península venezolana, productores de Cacao desde los tiempos de la colonia, ahora van a pasar a ser dueños los Serranos Colmenares, de toda la península, van a vivir allí, los mejores momentos en la historia de sus vidas, van a exportar Cacao, por toneladas, y van a disponer de Chuao a su antojo, serán los amos y señores del lugar, pasando a ser los Serranos una de las familias multimillonarias de la época cuando mandaba el segundo dictador del país. 
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.