De popular a nerd.

Capítulo 21.

La idea de ir con Bruce Hemsworth al baile en vez de ir con Joe me comía viva. Pero no podía hacer nada más, porque en este preciso momento me encontraba empacando una maleta llena de maquillaje, otra con zapatos y por último donde llevaba mi vestido y algo de ropa extra mientras él estudiaba para pasar su décimo test en esa gran universidad. Las oportunidades llegan y se van, él sólo la está aprovechando.

- ¿Lista? -Llegó Lily sólo sosteniendo una pequeña bolsa que ni unos lentes de sol partidos a la mitad pudieran caber ahí dentro. – Son casi seis horas en carro

- ¿¡¡Es todo lo que vas a llevar!!?

-Sí- Dijo con indiferencia- ¿Qué tanto llevarás tú?

-Esto- Dije alzando mis hombros y apretando los dientes a la par de que señalaba mis tres maletas más mi bolso.

-Sólo vamos un día… ¡Parece que te mudas!

- ¿Quieres verte bien para Brice?

- ¡Claro!

-No te quejes de mis maletas.

Me ayudó a terminar de empacar y a subir las maletas a la parte trasera del auto que no era mío. Me arriesgo mucho a que le llegue a pasar algo, pero Joe no está, la vida es un riesgo y hay que arriesgarse.

 

-Pórtate bien- Me regañó mamá aún sin haber hecho algo que me culpara.

-Estate al contacto de nosotros

-Se los prometo. -Mostré mi dedo meñique en muestra de promesa. Les di un abrazo y caminé unos pasos al frente.

- ¡Tengan cuidado!

- ¡Lo haremos!

Encendí el auto y arranqué a setenta kilómetros por hora rumbo a Los Ángeles, California.

El paisaje rural que quedaba a la vista de cualquier residente o visitante de Danville desaparecía conforme te acercabas a la parte centro de la ciudad.

Todo iba tomando forma y poco a poco me sentía cerca de mi ex – hogar.

Aunque sólo faltaba-Según Lily- cinco horas quince minutos, con la radio encendida nuestros bailes raros y nuestra voz desentonada no se hicieron esperar, todo esto haciendo casi perfecto el momento. Sólo faltaba algo: comida

-Mi estómago ruge

-Cuando no amiga- Le dije divertida- Pararé en la primera tienda que vea.

Seguimos con otra ronda de Britney Spears, Christina Aguilera, The Beatles y muchos más.

-Esto necesita más sabor- Dijo remarcando la letra “r” con sus labios como una auténtica latina. Sacó uno de sus discos y lo introdujo justo al quitar el mío. La enérgica melodía de la mejor canción de las Space Girl.

- Yo, I'll tell you what I want, what I really really want -Canté.

-So tell me what you want, what you really really want- Me complementó.

-I'll tell you what I want, what I really really want- Repetí.

-So tell me what you want, what you really really want- Cantó para después entonar al mismo tiempo la segunda frase.

-I wanna, I wanna, I wanna, I wanna, I wanna really really really wanna zigazig ha.- Reímos. Sin duda las canciones de hace algunos años eran las mejores.

 

Al terminar la canción me estacioné al frente a una tienda de segunda mano, aún dentro de Danville. Bajamos del auto y nos acercamos aun riendo por la falta de aire que nos había causado la canción icónica de los noventa y que por alguna razón aún escuchábamos en pleno siglo XXI. Me acerqué a la puerta de madera, me recargué en ella completamente pero no abrió, empujé una vez más con todas mis fuerzas, pero nada funcionaba.

-Julie

La volví a empujar.

-Julie

Di unos cuantos pasos hacia atrás para tomar mayor impulso.

- ¡Julie!

- ¿¡Qué!?

-Ahí dice “Jale”- dijo haciendo énfasis en la última palabra.

-Oh… lo sabía

Jalé la puerta como su etiqueta señalaba y pude entrar al local sin problemas. Nos concentramos en el área de papas fritas, golosinas, chocolates y demás. Tomamos dos paquetes grandes de pastelillos de chocolate, un té para cada una y cuatro latas de coca cola para alguna emergencia. Dos bolsas de frituras grandes- una sabor queso y otra con picante-. Compramos dos barras de chocolate y al diablo con todo, un paquete de gomas de mascar para rematar.

Llegamos al mostrados y apenas poniéndonos de pie. Dejamos caer todo con cuidado y el chico de la caja asombrado nos cobró por fin. Al cabo de unos minutos estábamos en el auto ya con todas y cada una de las cosas que abarrotaba en la tienda. Encendí de nuevo el motor del auto y emprendimos camino hacia la carretera principal.

 

Después de un refresco y medio, una bolsa completa de papas fritas, cinco paquetes de pastelillos y cinco horas de carretera, al ser relevada por Lilly pude comer más.

-Diablos-Dije.

- ¿¡Qué pasa!? ¿¡Atropellé una liebre!?- Se escuchaba tan alterada que juré que se pondría a llorar justo después de que se orillara porque es una chica de ley.

-No… ¡No! -Reí- No voy a caber mañana en el vestido.

- ¿Ups?

-Ups. – Afirmé, sólo nosotras nos entendíamos.



#50051 en Novela romántica
#32999 en Otros
#4777 en Humor

En el texto hay: comedia romantica, cliche, comedia romantica juvenil

Editado: 11.08.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.