26 de mayo del 2015
Caminaba tranquilamente por las calles de mi ciudad. Camino a la universidad. La primavera había iniciado y todo el ambiente era cómodo y agradable. Antes de llegar, tenía la costumbre de ir a una cafetería cercana y tomar un café antes de entrar. Hice mi pedido y tras una corta espera, tomé mi café con la compañía de una pequeña repostería mientras miraba la calle transitada de Londres. Estaba sumergido en mis pensamientos del día a día, hasta que el sonido de la campanilla de la entrada llamó mi completa atención y juro que casi derramo mi café de la impresión que había tenido al verla a ella. Vestía una hermosa blusa color miel que hacía juego con el color de su cabello y tras hojear el menú, pidió un batido. No podía despegar mis ojos de ella y por azares del destino, cruzamos miradas. Ella sonrió con timidez y correspondí su sonrisa, tras pedir su desayuno le ofrecí asiento en la mesa que me situaba. Me alegré cuando asintió y tomó asiento frente a mí.
—Hola. ¿Cómo te llamas? —sonrió.
—Me llamo Víctor. ¿Y tú? —le correspondí con una sonrisa.
—Me llamo Lyza, es un gusto.
20 de mayo del 2019
Habían pasado dos años desde la última vez que venía a esta casa. Una hermosa casa que era un poco espaciosa para sólo dos personas, pero que con gusto y sin dudas compramos juntos.
—¡Víctor! Esta casa es muy hermosa, con colores más vivos será un hogar cálido para ambos —sonrió con su característico optimismo.
—¿Segura? Espero que tengas razón —le contesté.
—Nunca me arrepiento de mis decisiones. Ven —agarró mi mano y me llevó con el propietario que vendía dicho terreno.
Respiré lentamente el aire fresco que brindaba este hermoso lugar y sin pensarlo dos veces, entré.
La casa seguía tal y como la habíamos dejado. Los colores cálidos brillaban con los rayos solares que se filtraban a través de las ventanas. Por desgracia, el polvo se había acumulado en ciertas partes de la casa, pero el hermoso recuerdo de Lyza se sentía en toda la casa. Cada hermoso momento que vivimos juntos, estaba en la esencia que juntos dejamos en este hogar.
Mi corazón comenzó a producir palpitaciones que llegaron a incomodarme y las lágrimas fluyeron sin detenerse. La nostalgia me invadió de golpe y la hermosa imagen de Lyza se reprodujo en mi mente: Una hermosa chica de 1.69, cabello castaño rubio que hacía juego con sus hermosos ojos celestes. Para mí; ella era única, hasta su más pequeña sonrisa relajaba mi estado de ánimo, para mí; lo es todo.
—¿Víctor? ¿Estás bien? —entrelazó nuestras manos.
En esos momentos, estaba pasando por un problema estresante en mi trabajo e hice todo lo posible para esconderlo de ella. Pero, al fin y al cabo, las mentiras siempre salen a la luz.
—Lo siento, Lyza —suspiré—. Por mi incompetencia estoy al borde del despido.
Cualquiera esperaría una reprimenda luego de contarle la verdad a su pareja. Pero ella, con su hermoso brillo, consoló mi corazón. Rodeó mi torso con sus brazos y me estrechó en un cálido abrazo.
—No te preocupes. Juntos, superaremos todas las dificultades que el mundo nos ponga al frente. Pase lo que pase, nunca te dejaré.
—L-Lyza... —susurré y acaricié el hermoso retrato que estaba en la sala. Una foto en la que salíamos juntos, con una sonrisa llena de felicidad tras cumplir nuestro primer aniversario de noviazgo. Ese día la invité a cenar a un restaurante refinado por querer expresarle lo mucho que ella me importaba. Pero no era lo nuestro y al final fuimos a un restaurante familiar cuyo ambiente era rústico y con una hermosa vista a la Luna. Ella siempre sonreía a la luz de la misma y hacía hermosas comparaciones.
—Víctor, dime. ¿Qué sería la Luna sin las estrellas?
—Mm, ante nosotros. Juntos forman una de las vistas más hermosas del Universo, un hermoso cielo estrellado. Pero no sería lo mismo sin la Luna, y tampoco sería lo mismo si estuviera la Luna, pero no las estrellas. Sería algo incompleto —le comenté.
—Exacto. Así es como me sentiría si te fueras de mi lado —comentó con una hermosa sonrisa.
—Oye... yo debería decir esas cosas —sonreí avergonzado.
—Lo sé, pero también yo puedo intentar expresarte lo importante que eres para mí a través de mis palabras. Te amo, Víctor.
Me costaba creer que todo eso no podía repetirse, solamente en mi mente. Me gustaría que todo se hubiera dado de una forma distinta. Pero no es posible. Sólo puedo recordar aquellos hermosos momentos a su lado. Necesito recordarla, pero lo más importante: la necesito a ella.
Seguí caminando a través de la sala y llegué al pasillo que conectaba a nuestro cuarto. La noche llegaba y arreglé nuestra cama para descansar esta noche. Mientras, permitía que mi mente reprodujera mis recuerdos de Lyza.
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Editado: 27.05.2019