Boston, Charlestown.
28 de Agosto, 1978.
….
Una semana.
Apenas había pasado una semana desde la muerte del menor de los Kim, aunque para la mayor parecía haber pasado una eternidad sin ver a su hermano. El reloj parecía moverse más lento, sus ojos solo miraban el techo esperando que las horas pasen y termine otro día mediocre.
Unas manos temblorosas tocaron la puerta, pero al no recibir respuesta solo entró dejando a la vista a la mayor aún acostada en su cama atrapada en sus recuerdos que parecían consumirla, como si esperara que la muerte llegue por ella.
—Cariño, llevas una semana sin salir. Tus amigos han venido a visitarte otra vez. ¿Seguirás rechazandolos? Sé que es difícil, para mí también lo es, es muy doloroso no ver a Taehyung riendo en la cocina o en su habitación. Pero te tengo a tí, eres la razón por la que me levanto todos los días, eres lo único que me queda amor. Si llegara a perderte a tí también…
—Mamá—interrumpió Tn—Taehyung tenía tu rostro—admitió con una sonrisa triste—No puedo evitar verlo cada vez que te veo y me pregunto si tal vez yo hubiera podido haber hecho más para que él estuviera aquí. No puedo mirar a nadie, me siento muy cobarde y lo soy. A lo mejor sí lo soy.
—Déjalo salir mi vida, ni siquiera has vuelto a llorar desde el funeral. No guardes tus emociones, aquí estoy yo para sostenerte. No te dejaré caer—la señora Kim se sentaba en la cama atrayendo la cabeza de su hija mientras la abrazaba como una niña pequeña acurrucada en su regazo—Te prometo que saldremos de esto mi niña, juntas.
—Mamá, ya no puedo… —Tn se rompió y después de mucho lloró, sentía como sus lágrimas quemaban sus mejillas—¿Por qué duele tanto? Mi pecho no deja de torturarme, como si quisiera salir. Desearía contarte muchas cosas, pero no puedo. Te pondría en peligro y la verdad… ya no quiero seguir dañando a nadie más. No lo entenderías mamá, todo es mi culpa y ya no quiero, no quiero seguir lastimandolos—la madre solo consolaba a su hija acariciando su espalda—Es como una cruz ¿sabes? Son como cadenas que vienen arrastrandome y no me sueltan. No puedo decirle a nadie lo que quisiera decirles, mentir siempre será mi destino… ni siquiera a los que son mis mejores amigos les puedo hablar con la verdad, no tengo la valentía de verlos. No merecen a alguien como yo mamá…
Mientras tanto Jimin, Jungkook, Jin, Yoongi y Samantha estaban parados afuera de la habitación, escuchando todo, cada palabra, nunca cayeron en cuenta como se estaba sintiendo T/n. La pelirroja dejaba caer algunas lágrimas que ocultaba de inmediato, a pesar de que ella sabía lo que sucedía, sabía que no era suficiente, Tn necesitaba a sus amigos más que nunca.
—Todos tenemos secretos y eso no te hace una mala persona. Estamos contigo y saldremos de esto. Solo piensa en tu hermano, él no desearía que estuvieras así. El quería que fueras feliz cada día y más hoy—la señora Kim sonrió cuando Tn se levantó de sus brazos con los ojos rojos e hinchados—Feliz cumpleaños, preciosa.
La pelinegra limpió sus lágrimas para luego mirar el reloj, y efectivamente, era su cumpleaños.
—Lo siento mamá, no fué un buen inicio de día—mencionó riendo un poco.
—Creo que al igual que ahora, tus amigos también merecen que seas sincera. Estoy segura que no te juzgarán. Estuvieron viniendo cada día pero no accediste a verlos. Es hora, habla con ellos.
T/n asintió con la cabeza tomando las manos de su madre—¿Dónde están ellos?
—Abajo, en el jardín.
Los chicos al escuchar pasos corrieron hacia el primer piso a toda prisa para que la pelinegra no notará que estaban ahí.
***
La noche apareció alumbrando el sendero. Todos ellos se encontraban a orillas de la playa acampando. Después de una larga charla pensaron que salir a divertirse no era una mala idea.
—Es cierto, olvide traer lo más importante. Jimin, ¿me acompañas?—Sam le hacía señas con la cabeza para que la siguiera.
—Ah, sí, sí.—entendió de inmediato.
—¿No deberíamos brindar? Min, vamos por las bebidas—Jin se puso de pié seguido por Yoongi, como siempre.
Jungkook y Tn se quedaron solos mirando el cielo oscuro y escuchando las olas del mar. Jeon estaba sumamente nervioso, no recordaba estarlo jamás, pues nunca se esforzó tanto para comprar un regalo.
—¿Crees que esto dure para siempre?—preguntó la pelinegra sonriendo.
Jeon también sonrió, pero más nostálgico—Extrañaba eso.
—¿El qué?
—Tu sonrisa, pensé que no la vería de nuevo—dijo en un aludido que a Tn la tomó por sorpresa.
—He decidido ser feliz… al menos esta noche—su ojo se iluminaron—Mi madre me dijo que fuiste muchas veces a casa, perdón por no recibirte.
—Olvida eso, está en el pasado. Ahora, no ocultes tus sentimientos, no conmigo—Jeon tragó saliva antes de levantarse e ir hacia atrás.
Tn sintió la respiración de Jungkook sobre su espalda mientras le colocaba un colgante en su cuello.
—Feliz cumpleaños—agregó volviendo nuevamente a su lugar.
—Es bonito—la pelinegra tomó el collar y lo observó por unos segundos.
Jeon sintió un alivio sobre su pecho, pero aún seguía nervioso.
—T/n… yo-
—Es cierto, olvidé algo—interrumpió Tn—Ahora vuelvo.
La mayor se alejó hacia el carro dejando a Jeon confundido. Una vez ahí se arrimó contra el vehículo con la mano en el pecho. Todo fué una excusa, realmente no vino a buscar nada. Tn sabía que Jungkook estaba a punto de confesarse y a pesar que ambos se gustaban, era algo imposible. Porque sí, a la pelinegra también le gustaba Jungkook, a pesar de negarlo y ocultarlo todo este tiempo. No tuvo más remedio que huir, de lo contrario sabía que no había marcha atrás.