El arma seguía dentro de mi bolso, pero no tuve el valor de enfrentar a Caín para contarle esta mañana.
Llegué al trabajo más temprano de lo normal y teniendo el arma en mi poder sentía que todos me miraban. Rápidamente entré a mi oficina y saqué mi teléfono, y enseguida marqué su número.
– ¿Hola?
– ¡Estás completamente loca! –Le grité. – ¿Por qué me haces esto? ¿No te das cuenta que me hace mal?
–Lo sé Cailín, lo lamento. Es sólo que quiero protegerte, en realidad quiero que tú te protejas.
–Dios Corinna ¿Quién está buscándome?
–No sé quién es exactamente, pero sé que les quieren hacer daño.
– ¿Kian sabe de esto?
– ¡No! No debes decírselo por favor.
–Corinna ¿Qué pretendes que haga con esto? Yo no soy una asesina.
–No eres una asesina cuando matas a alguien por proteger a otra o a ti misma.
– ¡Si lo eres! –Grité.
–Cálmate Cailín, por favor.
–Eres una desconsiderada, necesito estar tranquila, no esto.
–Prometo que estoy haciendo un bien, Cailín.
–Vete a la mierda y no vuelvas a acercarte a nosotros –Colgué.
Golpearon la puerta en cuanto colgué el teléfono, me senté detrás de mi escritorio intentando respirar profundo, ya que mi corazón iba a salir de mi pecho. Hice pasar a la persona que estaba golpeando y sorpresivamente era mi jefa.
–Buenos días Cailín –Me sonrió, traía dos tazones con té, me dio uno y yo sonreí.
Realmente ella era una buena jefa.
–Buenos días –sonreí.
–Vengo a hablar contigo –Dijo. Me mantuve en silencio esperando que continuara – ¿Recuerdas a Will Roberts? –Asentí en silencio con mi pecho apretado. –Estuve averiguando sobre él y la verdad es que si está enfermo, si tiene problemas psicológicos y necesita que le ayudemos de manera urgente.
– ¿Por qué nosotros? Hay miles de clínicas en el país con diferentes psicólogos. –Hoy él vino aquí, está ahí afuera y quiere disculparse contigo. Es parte de su proceso de rehabilitación.
–Dios, Kate... No –Fruncí el ceño molesta.
–Debes hacerlo, Cailín. Son reglas del protocolo interno –Su voz fue tajante.
¿Dónde había quedado mi buena jefa? ¿Mi tierna y linda jefa?
Me mantuve en silencio pasada a llevar por Kate, ella salió de la sala y luego hizo entrar al mismo tipo que no quería ver jamás.
–Hay guardias aquí afuera por si necesitas algo –Dijo ella y luego se marchó cerrando la puerta dejándome a solas con ese maniático.
Él quiso acercarse a mí para saludarme.
–Siéntate ahí y no te acerques a mí –Le dije de manera fría. Él me obedeció y se sentó. – ¿Qué estás haciendo aquí?
–Sólo vine a pedirle perdón –Bajó el tono de su voz queriendo parecer arrepentido. Me senté en frente de él a una distancia prudente y lo miré fijamente mostrándome segura y sin miedo ante él.
–No te creo nada –Le dije mirándolo fijamente. –Quiero que dejes de venir a verme o yo misma voy a meterte en la cárcel.
–Le estoy diciendo la verdad –Vi sus ojos llenarse de lágrimas. –Él quiere que yo sea malo, pero no lo soy. Quiero ser mejor, pero él no me deja.
–Pues denunciémoslo.
–No tiene antecedentes, tampoco tengo pruebas de todo lo que ha hecho.
Me mantuve en silencio. Me acomodé en mi sofá, y saqué mi libreta.
–Ya es hora de que lo dejes atrás. Él está haciéndote daño y tú no puedes contra eso.
–Quiero alejarlo, pero él no se cansa de seguirme a todos lados –Respondió desesperado. –No puedo vivir en paz y debo hacer lo que él me pida.
– ¿Que te pidió ahora? –Pregunté.
–Que consiguiera que usted trabaje con nosotros.
– ¿En qué consiste ese trabajo?
–En molestar a Caín.
– ¿Caín?
–Sí, su esposo –Confirmó. –Él tiene una obsesión con Caín y no lo dejará en paz hasta verlo muerto.
Esas palabras me estremecieron, realmente estaba asustada con él ahí y lo único que quería era echarlo a patadas de mi oficina.
– ¿Por qué tiene una obsesión con Caín?
–Ya le dije, mató a un amigo de mi jefe y está haciendo justicia. – ¿Cuál es el nombre de ese amigo? –Lo miré. Ya se había desviado completamente el tema de conversación, pero necesitaba indagar más.
–No sé –Se encogió de hombros.
–Caín no ha matado a nadie –Lo miré fijamente.
–Claro que sí. Tiene más asesinatos que todos nosotros, así que no me haga creer que él es una buena persona.
–No permitiré que hables de esa manera de Caín –Escupí. –Consigue a otra psicóloga que te pueda ayudar y ahora hazme el favor de levantarte e irte –Comenté tajante. Él se puso de pie mirándome fijamente, me mantuve quieta sentada en mi sofá. Y fue como si su rostro hubiese cambiando, sus ojos parecían estar más oscuros.
–Vamos a encontrarte sola y te mataremos –Dijo y yo me quedé silencio. –Entraré a tu vida y arrancaré cada cosa que hay en ella.
– ¡Ya vete de aquí! –Grité.
Él salió rápidamente mientras que mi corazón latía con fuerza. Intenté contar hasta diez, pero las lágrimas en mis ojos eran inevitables ¿Y si de él estaba hablando Corinna? Tomé el teléfono de la oficina y marqué su número, de inmediato me contestaron. –Hola, soy Cailín Taylor –Ellos me conocían. –Y tengo un paciente que debe ser internado inmediatamente.
– ¿Cuál es su nombre? –Me preguntó el hombre detrás del teléfono.
–Will Roberts –Respondí. –Tiene un severo trastorno de personalidad, también pareciera tener esquizofrenia, es agresivo y me ha estado amenazando con asesinarme. Es un peligro para la sociedad, él no puede estar libremente en las calles, necesita de su ayuda. –Entendemos la seriedad del caso ¿Ha estado hablando con el jefe de departamento de su área? –Me preguntó. Respiré profundo pensando en Kate.
–Sí, ella está de acuerdo –Mentí.
–Nos comunicaremos con ella directamente para conocer la dirección del paciente e ir por él.