Decadentes

C32

Piensa Caín, piensa.

Esa noche apenas pude dormir y Anthony me había dicho que debía descansar muchísimo para la final. A las siete de la mañana ya estaba listo para dirigirme a donde mi entrenador, era el último día libre antes de la final y debía hacer algo. Comencé a guardar cosas de valor en una maleta y todo el dinero que tenía en efectivo lo metí en cuentas del banco, ahí estaría más seguro que en otro lugar. Metí todo dentro de la maleta del auto y me dirigí al departamento de Anthony. Él abrió la puerta aun en pijama y al verme tan acelerado comenzó a hacer preguntas.

— ¿Qué demonios estás haciendo aquí? —Fue la primera pregunta que vino desde su boca. —Caín, ¿Qué te sucede? Estás pálido ¿Te sientes bien? ¿Comiste algo? —Continuaba, luego miró su teléfono. —Son las ocho de la mañana, deberías estar descansando, Caín.

—No puedo —lo miré.

—Sé que estás nervioso, pero... —Su mirada se detuvo en mi maleta. — ¿Qué traes ahí?

—Conocí a Alec Crick.

— ¿Alec Crick? —frunció el ceño confundido. — ¿Quién es él?

— ¿No lo conoces, Anthony? ¿En serio? —Fruncí el ceño mirándolo. —Es el puto finalista, el que quiere verme muerto, ayer lo conocí y me ha amenazado.

— ¿Finalista? Ayer vi la pelea Caín y el único finalista se llama Oliver Ryder.

— ¿Qué?

—Cómo has escuchado —dijo sin entender. Rápidamente caminó hasta su habitación y regresó con su notebook, lo encendió y comenzó a buscar en la página del campeonato a las personas finalistas, ahí estaba yo y el tal "Oliver Ryder", pero en la foto era Alec Crick.

—Se cambió el puto nombre —comenté con rabia. — ¡Se ha inscrito en el campeonato con un nombre falso! ¡El idiota es sobrino de Mark Crick!

—Es imposible, Caín. Él no puede entrar con una identidad falsa.

—Yo no sé, Anthony. Tal vez tiene demasiados contactos.

—Debemos denunciarlo.

—No, no, no —Lo detuve de inmediato. —Él tiene a Cailín en sus manos y si hacemos algo mal, la va a matar.

— ¿La tiene amenazada? —Anthony abrió sus ojos aún más.

—No tan así...

—Ella quiso estar junto a él.

— ¿Qué demonios? ¡No estoy entiendo nada, Caín! —Exclamó.

—En este momento no necesito que entiendas nada, mira —Cogí la maleta y la abrí enseñándole muchísimo dinero que no podía meter en el banco y algunos anillos, cadenas y cosas de valor tecnológico. —Esto necesito que lo guardes acá, tenlo seguro, por favor —lo miré fijamente. —Y todo esto también —me metí la mano al bolsillo y le entregué mi billetera.

— ¿Estás loco?

—Alec dijo que si yo ganaba la final, mataría a Cailín —confesé.

—Es un lugar totalmente cerrado, Caín. Él no puede hacer eso.

—Cailín está junto a él. Alec o cualquiera de los idiotas con quien trabaja puede darle un tiro en la cabeza y ya, y yo no estoy dispuesto a eso.

— ¿Y te dejarás perder?

—Si.

— ¡Te volviste loco! —Gritó. — ¡Has trabajado muy duro para que un imbécil te haga creer que asesinará a Cailín!

—Es que ayer descubrí cuanto poder tiene en realidad.

—Dios...

—No, Dios dudo que pueda ayudarnos en este minuto —Alcé mis cejas.

—Caín...

—Es mi decisión, Anthony —mi voz sonó tan seria que Anthony mantuvo el silencio. —No voy a perderla, pero sólo necesito que te quedes con todas mis cosas porque sé que si pierdo, él de todas maneras hará mierda mi vida.

— ¿Qué hay de tu casa en NY?

—Mandaré a algunos guardias al lugar, pero no creo que vayan ahí. Están esparcidos por Inglaterra y ahora debemos ser cuidadosos porque cualquier persona puede estar de su lado.

Anthony parecía que se iba a volver loco con todo lo que le estaba diciendo. Miraba la maleta y luego mi billetera. Masajeó su sien por unos segundos hasta que volvió a la realidad, metió mi billetera dentro de la maleta y luego la cerró arrastrándola hasta su habitación. Entendía la decepción que Anthony estaba sintiendo, él había estado en todo mi proceso de formación para llegar a ser el mejor boxeador del mundo y en un abrir y cerrar de ojos todo se había ido a la mierda y debía dejarme perder.

——

Apenas pude dormir esa noche pensando en lo que podría pasar si me resistía a perder. Literalmente me sentía atado de manos, y mi plan era no perderla.

Me levanté ansioso, quería que todo pasara rápido para así poder aceptarlo y continuar con mi camino. Tomé mi teléfono, que era lo único que me quedaba de valor, y tenía tres mensajes de texto de un número que no estaba en mis registros, de inmediato los miré.

1: "¿Ya te decidiste?"

2: "Hoy me desperté con un aire bueno, aire con sabor a "Caín se irá a la mierda" "

3: "Te envío una fotografía de Cailín, a ver si te convences más rápido de perder" Miré la fotografía, ella estaba sentada en un escritorio anotando algo en unos papeles, estaba dándole la espalda a la cámara, pero a juzgar como estaba sentada, no se veía para nada incómoda. Comenzaba a dudar de todo lo que estaba pasando, parecía irreal y tenía tan aceptada la idea de perder que ya lo único que me importaba era sacar a Cailín de las manos de ese hijo de puta, aunque ella me odiara, si debía secuestrarla luego de perder la pelea final, así sería, pero no se quedaría con ese idiota más.

Me puse de pie algo perdido, me preparé un desayuno contundente y luego me metí a la ducha. Anthony dijo que estuviera en el lugar a las cinco de la tarde, aunque la pelea era a las siete. Dijo que debíamos charlar sobre algunas cosas y también recibir invitados ¿Invitados? Demonios, Dante. Nuevamente tomé el teléfono y marqué el número de Dante, él de inmediato contestó.

—Me estoy tratando de comunicar contigo hace una hora, Caín —dijo antes de poder saludarlo.

—Estaba dormido ¿Dónde estás?

—En una cafetería desconocida, con maletas, intentando que no nos roben.

—Dime el nombre, enseguida voy a buscarlos.




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