Deimon.

Capítulo 14.

Reinado.

Desconocido.

Estoy sentado tranquilamente en mi silla de escritorio, en mi oficina, admirando la vista desde la ventana del gran edificio con fachada de abandonado.

Admirando mientras los demás se hacen pequeños, de esta forma dándome mi sobredosis diaria de poder y ego ante la inmunda humanidad.

Peino mi cabello y acomodo mi corbata, tomo un sorbo de mi vaso de cristal con whisky y me quedo sumido en la vista, hasta que el ruido de la puerta abriéndose de golpe interrumpe mi gloriosa paz.

—¿Cuántas veces te he dicho que no interrumpas mis momentos de tranquilidad?—

—Lo siento señor pero...— toma aire con fuerza por la agitación de subir de las escaleras con tanta prisa— tengo información sobre ella

Me levanto de mi asiento y me acerco a mi asistente, él me observa antes de hacer una señal al guardia. Un hombre con bata de doctor es arrastrado hasta mis pies, su rostro está lleno de golpes. Ladeo la cabeza observando a la mugre frente a mis pies, miro con indiferencia a mi asistente, a lo que él se apresura en agregar:

—Él es el Doctor Morales, fue el encargado de atender a la madre de— dijo su nombre.

Mi mirada se ilumina ante la información, pero lamentablemente todo rastro de felicidad se esfuma con las estúpidas palabras del idiota a mis pies.

—Jamás les diré nada— el sujeto me escupe en los zapatos.

Mi mirada se oscurece, no hay nada que me haga enojar más que una inmunda especie inferior a mí se digne a faltarme al respeto sin saber las consecuencias, unas que voy a disfrutar con toda mi puta alma.

Le doy una bofetada haciendo que su cabeza se gire y que la mejilla no tarde en empezar a palpitar. Acto seguido el guardia lo saca de mi oficina, para que le den un castigo que hará que suelte la lengua como la víbora que es.

Empiezo a dar vueltas en mi oficina, me jalo el cabello y le doy puñetazos a la pared, mis nudillos sangran pero le doy más golpes por la rabia. Suelto un grito de furia y le doy más golpes a la pared.

—¡LA QUIERO!, ¡NECESITO ENCONTRARLA, NECESITO DESHACERME DE ELLA!—

—Señor aún no ha dicho para que la quiere. Ella es solo una niña—

Esa última frase me hace enojar aún más.

—¡NO!, ella no es solo una niña,— digo su nombre— es más que eso, es especial— me río como maniático— Ella es tan especial que es capaz de salvarme, de curar mi enfermedad—

Tan solo pensar en la idea comienzo a delirar.

—Pero señor, su enfermedad ya está curada, usted a vivido por años—

Niego con la cabeza, harto de escuchar esas palabras.

—No lo entiendes, alimentarme de las almas humanas durante diecisiete años no ha sido suficiente, antes era una vez por año, luego pasaron a meses, de meses a semanas, de semanas a días y luego pasaron a tener que alimentarme cuatro veces por día— le doy la espalda y apoyo un brazo al lado de la ventana. Recuesto mi cabeza sobre mi antebrazo y cierro los ojos— Estoy... muriendo, pero con el alma de ella podría vivir para siempre y no necesitaré a más humanos—

—¿Y por qué no lo hizo antes? Cuando la tenía en sus manos—

Suspiro.

—Porque su madre me maldijo. No me puedo acercar a ella pero olvidó un detalle, la niña nació bajo la influencia de la Sangrienta Luna Llena, significa que al cumplir la mayoría de edad la Luna Llena aparecerá y ella tomará su verdadera naturaleza—

—¿Qué pasa con su naturaleza?—

Mis labios se tornaron en una torcida sonrisa.

—Será mi momento, podré surgir y recuperaré todo lo que me arrebataron, desde mis súbditos hasta mi reinado y poder, seré el nuevo Rey y nada ni nadie se interpondrá en mi camino—

╭──╯ . . . . .🌕. . . . . ╰──╮

Salgo de mi oficina y camino por el edificio abandonado hasta el sótano.

Cuando entro el Doc está ahí sentado y amarrado en una silla, uno de mis guardias lo golpea con impresionante violencia pero se detiene al verme ahí.

Miro al hombre, su rostro claramente destrozado y ensangrentado, su cabello se le pega en la frente y la bata dejó de ser blanca por la sangre, me acerco unos pasos a su silla con las manos en los bolsillos de mi caro traje azul, ladeo mi cabeza y él me mira con el miedo claro en su ojos, con furia lo golpeo, le doy otro y otro y otro hasta que creo que es suficiente.

Sacudo mi mano y lo tomo de su cabello para que me vea.

—¿Vas a hablar maldito idiota?—

Escupe sangre.

—Haga... lo que... haga, no diré... nada—

Le doy una bofetada. Pero no parece negarse a su decisión, niego con la cabeza y chasqueo la lengua.

—Supuse que dirías eso, adducere (tráelos)

Dos guardias obedecen la orden sin chistar.

—No, ¿qué hace? ¡NO!, ¡DÉJALOS!, ¡ELLOS NO TIENEN NADA QUE VER!—

Grita al ver a una mujer rubia junto a dos niños iguales a ella, los tres lloran al ver al hombre de esa manera y eso me hace sonreír con malicia. Admito que amo los gritos y súplicas pero los llantos terminan llegando a un momento en el que me irritan, tomo a uno de los niños por la nuca y lo pongo frente a él.




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