Deimon.

Capítulo 17.

Planes.

Desconocido.

La luz del sol colándose por la ventana me molesta, me giro y caigo de la cama, gruño en molestia y me levanto de golpe. Mala decisión porque eso me marea y me obliga a sostenerme de la pared.

Maldita resaca.

Con la vista algo borrosa miro mi cama y me las ingenio para ver a la morena que yace acostada boca abajo con su cabello desordenado, a su lado está la pelirroja. Muerdo mi labio inferior al recordar lo de anoche, juro que aún puedo sentir sus labios sobre los míos y en mi bueno eso no interesa.

Observo confuso la cama, la rodeo y la veo, la rubia está durmiendo en el suelo, no pienso preguntar cómo llegó ahí porque la verdad es que me da igual. La cargo y la acuesto en la cama, me giro y camino hasta mi armario.

—¿Tan rápido te vas?—

Sonrío al escuchar la voz de la morena, me giro y la veo sentada en la cama, la pelirroja y la rubia también están despiertas.

—No quería despertarlas— les sonrío de una forma coqueta.

—Pues eso no es un lindo despertar— comenta la rubia.

—¿Y cómo es un lindo despertar?— mi voz sale muy ronca.

Las tres se miran, se quitan la sábana de encima y cada una se acomoda en la cama de una forma sexy, provocativa y totalmente expuesta para mí, sonrío de forma perversa y me acerco a las tres damas.

╭──╯ . . . . .🌕. . . . . ╰──╮

Tres horas después de un delicioso y cachondo mañanero me digno a bajar ya bañado, acompaño a las tres damas a la puerta, me despido de cada una con un beso intenso, las nalgueo y me rio.

Cierro la puerta y me asusto al ver a la mocosa que se ocultaba, ella me sonríe falsamente y camina hacia la cocina, ruedo los ojos mientras la sigo y me siento en la mesa a leer el periódico, ella se dispone a terminar el desayuno.

Brinco en mi silla por el impacto del plato contra la mesa, la miro con una ceja alzada.

—¿Por qué tan gruñona?—

—Encima lo preguntas, ¿no hay posibilidad que vayas a un motel para que hagas tus guarradas?—

—No hicimos tanto ruido—

—Dormí con tapones y aún así lo escuche todo— golpea la mesa— Me sorprende que no las hayas desaparecido como a las otras—

Me quedo en silencio asimilando su comentario, pero al final me encojo de hombros con indiferencia.

—Nah, las tres tienen potencial, ellas sí saben cómo complacer a un hombre— le guiño acercando la taza de té a mis labios.

—Primero, eres un asqueroso— me mira con cierta molestia— Segundo, te recuerdo que eres un— lo dice— , no una persona—

Se sienta frente a mí con amargura, ruedo los ojos y me dispongo a comer ignorando por completo su presencia.

╭──╯ . . . . .🌕. . . . . ╰──╮

Un golpe, otro golpe y otro, sigo golpeando la bolsa de boxeo cada vez más rápido, el sudor cae de mi frente a mi cara y cuello para luego perderse en mi remera sin mangas.

Dejo la bolsa y continúo con la caminadora, le subo los niveles, troto un rato mientras bebo agua, mi asistente entra corriendo por la puerta, un poco más y se le sale el corazón por la boca.

—Espero que sea algo de vida o muerte para que interrumpas mi ejercicio—

—Señor, locum invenimus sed... omnes fugerunt, inter eam (encontramos la ubicación pero... todos huyeron, incluida ella)

Detengo la caminadora y grito el nombre de la mocosa, la veo entrar lo más rápido que puede. La miro desbordando enojo.

—Dixisti omnes ibi, non videtur verum (dijiste que todos estaban ahí, al parecer no es cierto)—

Ella frunce el ceño y mira a mi asistente quien la ignora categóricamente.

—¿A qué te refieres con que no estaban?—

—¡Todos se fueron!— golpeo la caminadora. Ella da un pequeño brinco pero lo oculta bajo la seriedad.

—Mierda, te lo dije, te dije que los Calvarias no servirían, debiste mandarme a mí sabes que la atraparía enseguida— me toma la cara con las manos— Yo la conseguiré por ti, solo tienes que pedírmelo y lo haré—

Quito sus manos de mi cara sin ningún tipo de delicadeza. Sus ojos negros se funden con los míos.

—Sabes que lo haría pero aún no es el momento, necesito hacerla sufrir, quiero verla con su verdadera naturaleza y cuando lo haga, te daré tu momento para jugar, por ahora yo me encargo— la paso por al lado hacia la salida, pero antes menciono su nombre lentamente— No pienses en acercarte, ni siquiera lo intentes—

El silencio reina entre nosotros con cierto pesar, indicando que sé lo que piensa en estos momentos sin que yo sepa leer mentes.

—Non faciam (no lo haré)—

Responde con pesadez, asiento dándole la espalda.

Salgo del pequeño gimnasio acompañado de mi asistente, subimos las escaleras y entramos a mi habitación. Voy al baño, me doy una ducha rápida para quitar la suciedad y sudor, salgo con una toalla enredada en mi cintura. Todo eso mientras mi asistente espera con tranquilidad.

—¿Qué descubriste?— abro la pequeña barra y me preparo un trago.

—No mucho, solo que fue adoptada por una mujer solterona, que se mudaron a un pequeño pueblo casi inexistente y... — me giro para verlo— su madre falleció hace más de dos semanas, tres Rottweilers la atacaron, despedazaron parte de su rostro y cuerpo, luego de eso ella desapareció del mapa—

Suelto un silbido antes de darle un sorbo a mi bebida, apuesto a que esa escena debió desatar muchas cosas en ella, sobre todo en sus habilidades. No hay peor detonante que el ver a quien quieres morir ante tus ojos, desafortunadamente sé lo que se siente eso.

Sacudo la cabeza volviendo a la realidad.

—Sigue investigando, necesito saber cuál es su próximo movimiento o destino, tal vez pudo escapar de los Calvarias pero eso no significa que se sepa controlar, cualquier sentimiento fuerte puede liberar una parte de su poder—

El silencio reina por unos cortos segundos, en los que decido mirarlo con cierta fijeza, a lo que él reacciona y decide soltar la dichosa pregunta.




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