Deimon.

Capítulo 37.

Lista.

Corro débilmente por el bosque, pero aún así consigo hacerlo a una velocidad sobrehumana. No me detengo hasta llegar a una estructura de piedra muy alta, lo reconozco como el volcán al que alguna vez entré y salí a una velocidad alarmante.

Bajo la mirada a mis manos y con una respiración profunda vuelvo la atención al volcán, sin más comienzo a trepar dando fuertes puñetazos a la pared de piedra formando pequeños huecos que me permiten poner el pie y seguir trepando, me detengo al llegar a la cueva que habitan los Calvarias.

Mis ojos se vuelven negros y saco los colmillos, entro a la cueva decidida. Y con mi visión nocturna avanzo dentro de esta, lo hago hasta detenerme en el centro de la cueva y ver a los lejos una pequeña luz blanca, a medida que me acerco a esta noto que hay una especie de roca grande algo hueca y que en su interior descansa agua cristalina, a su alrededor hay plantación verde con flores blancas que decoran la roca, pero lo que me llamó la atención no fueron las flores o el agua cristalina o la luz que rodeaba el lugar.

No, no fue nada de eso, en absoluto, sino que fue el cuerpo desnudo que descansa sobre la roca, sumergido en el agua cristalina.

El cuerpo de alguien que conocía muy bien, en especial su rostro, acerco una mano para acariciar su cabello azabache y...

Aprieto los dientes al sentir algo húmedo y frío tocar mi piel, abro los ojos y me muevo a un costado, lo que me recibe es un suelo firme que me hace ahogar un quejido doloroso.

Unas manos rodean mis brazos y me levantan, reacciono bruscamente y lanzo un puñetazo que da en algo suave, me suelto de las manos que me aprisionan y retrocedo sin antes mostrar los colmillos y sacar los cuchillos de mis muñecas a la defensiva.

Cinco personas me miran con precaución y levantan las manos a la altura de sus rostros por si llego a atacar, una de ellas me hace señas con las manos para que me tranquilice, parpadeo un par de veces tratando de ubicarme y aunque me tardo unos segundos reconozco el lugar: la cabaña de madera en la que estuve viviendo antes de irme al mundo de los humanos.

Dirijo una mirada a las personas que siguen mirándome, las reconozco también:

Cabello rubio hasta los hombros: Dylan.

Pelirroja y pecosa: Hannah

Rubio con aire divertido que no consigue ocultar con nada: Will

Me detengo en las dos chicas que me miran fijamente: una morena con rulos, y una chica con tatuajes de animales que le cubren el brazo entero. Me detengo en el del Búho gris y parpadeo varias veces al reconocerlas.

—Emmy... Vanya... ¿en verdad son ustedes?—

Mi voz se quiebra al nombrarlas, ellas asienten con los ojos llorosos, guardo los cuchillos dentro de mi piel y me acerco para abrazarlas con fuerza. Ellas lo corresponden sin dudarlo.

—Creímos que habías muerto—

La voz triste de Vanya hace que se me rompa el corazón, me separo del abrazo para colocar una mano en la mejilla de cada una, recorro sus rostros con los ojos sin poder creérmelo.

Por fin estoy en casa.

—Por suerte ellos los encontraron antes de que sea tarde, ambos perdieron mucha sangre— arrugo el entrecejo ante las palabras de Emmy.

—¿Ambos?—

—Tú y Ryan— termina Vanya.

El oír su nombre hace que una mezcla de ira descomunal y una tristeza indescriptible se formen en mi pecho, retrocedo dos pasos y cierro mis manos con fuerza, sin decir nada me abro paso y salgo de la cabaña echando humo por las orejas.

Mis ojos recorren el lugar con suma ira, y cuando lo visualizo apoyado con la espalda en un árbol y de brazos cruzados, es suficiente para que me acerque de forma peligrosa a él. Las personas que estaban a su alrededor se ponen de pie y se alejan rápidamente al verme, cuando me ve se incorpora y con las manos hace señas para que me tranquilice. Eso solo me hierve la sangre.

—Tranquila—

Le doy un manotazo cuando intenta sujetar mis muñecas.

—¡Tranquila tu vieja! ¡No soy un maldito animal para que me estés tranquilizando!— me enojo aún más— ¡Maldito desgraciado mentiroso! ¡Lo sabías, sabías que ella me estaba cazando, siempre lo supiste y aún así tienes el descaro de presentarte aquí! ¡No te imaginas las ganas que tengo de arrancarte la cabeza mal nacido, hijo de puta! ¡NO, NO, NO ME TOQUES!— grito cuando hace un ademán de volver a sujetar mis muñecas.

—¿Podrías siquiera escucharme?—

Lo miro incrédula.

—¡¿Escucharte?! ¡Ohh, ni pienses en poner excusas porque no van a funcionar! ¡ME HAS MANIPULADO TODO ESTE MALDITO TIEMPO, TE HAS APROVECHADO DE MI MALDITA CONFIANZA!—

Retrocedo dos pasos de él, siento que cuanto más cerca esté más peligrosas serán mis ganas de asesinarlo, maldito mentiroso, manipulador, lo odio, lo odio con todo mi ser, es indescriptible todo el odio que me cabe en el cuerpo.

Él solo me mira con labios apretados sin decir nada, como si supiera que si llegara a abrir la boca solo recibiría una bofetada de mi parte, y que putas ganas tengo de darle una por hijo de puta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.