Déjame Amarte

IMPROPERIOS

Nunca antes en mi vida había perdido tanto la noción del tiempo pero al abrir mis ojos allí ya se encontraba ella y toda la desesperación por su ausencia quedó apenas como una horrible pesadilla.

— ¿Qué fue lo que hiciste, Oğuz? ¿Acaso quieres lesionarte aun más? Sabes que eso sería muy peligroso.

— Me asusté al no verte junto a mí. ¿Dónde estabas, mi Agatha? No vuelvas a alejarte de mí por favor.

— Debía ir al hotel por algunas cosas y también a ver a Min ¿Por qué siempre te olvidas de él? — Reprochó— Traje alguna de tus pertenencias —Dijo con un beso en mis labios— y también la cajita donde tienes todas mis medicinas, necesito tomarlas. Tuve que pedirle a mi doctora que me enviara una nueva receta de mis píldoras en lo que dormías.

— ¡Mi amor, lo siento! No quise hacerte pasar por eso. ¿Estás bien?

— ¡Estoy bien, Oğuz!

Yo tenía guardadas sus medicinas en una pequeña caja, de esas que se abrían con un código de seguridad que sólo yo conocía y lo abrí de inmediato para que pudiera tomarlas. Si mi Agatha no tomaba sus medicamentos diarios, padecería de repentinos y agudos dolores articulares.

— ¿Cómo te sientes, mi amor?

— Te dije que estoy bien. No debes preocuparte por mí porque eres más importante ahora, Oğuz y recuerda que yo cuidaré de ti.

Mi adorada esposa se tomó muy enserio el papel de enfermera, tanto que las auténticas, aquellas vestidas de blanco que de tanto en tanto se pasaban a mi habitación para ver que todo estuviera bien, quedaron relegadas.

Llamó a una enfermera, una de edad un poco avanzada, de esas con más experiencias y que según sus propias palabras, no se atrevería a acosarme mientras me aseaba.

— ¿Qué dices, mi reina?

— Me he fijado en cómo te miran. Apuesto a qué te han reconocido y suspiraron por ti en algún momento en alguna telenovela. —Dijo y no pude evitar reír— Ellas son muy capaces de abusarte mientras te asean.

— ¿Y tú no abusarás de mí?

— Yo si puedo hacerlo porque eres mi esposo —Recalcó y reí nuevamente—

Al cabo de poco tiempo ya me disponía bien aseado, peinado, perfumado con ropa fragante y cómoda. Me sentía mucho mejor y mi Agatha quedó satisfecha con su labor, entonces ya podía ella descansar junto a mí.

— Te traje tu teléfono celular. Ahora podrás volver a espiarme y estar tranquilo —Dijo dándomelo—

— Mmm... Ya lo necesitaba.

— Quiero que nos vayamos pronto de aquí, Oğuz.

— Será como quieras, mi amor ¿Ese hombre no ha vuelto a molestarte?

— No pero tal vez en algún momento volverá a buscarme. No te imaginas el escándalo que hay afuera. La esposa de Edward está presa y los medios no dejan de asechar. Charlize pagará caro por lo que ha hecho y yo me encargaré de eso.

Aquella mujer, esposa de Edward Hans, se encontraba demorada tras las rejas y debía responder por el agravio cometido. Agatha ya había formulado su declaración y sólo se aguardaba la mía posterior a mi recuperación.

De mi testimonio dependía que aquella desquiciada mujer fuera privada de cualquier beneficio referente a su libertad. Ella había atentado severamente contra la integridad física e incluso contra la vida de mi Agatha y debía pagar como correspondía.

Nos encontrábamos desde luego, aún en Los Ángeles. Mi esposa todavía debía dar una respuesta referente a la aceptación o negación del contrato estipulado de su novela y Gerrit Bakker, luego de leer detenidamente los documentos, expresó su visto bueno, le aseguró a Agatha que dicho contrato poseía excelentes términos y dejó la decisión final a criterio de ella.

Ella deseaba sentar de una vez por todas su decisión sobre aquel contrato para retornar a Ámsterdam, sin embargo el Doctor que llevaba mi diagnostico, no veía preciso aún que yo me levantara de la cama.

— Dentro de un par de días más podrá sentarse, Sr. Berli. Lo ideal será que se vea apoyado a una silla de ruedas en lo que su lesión sane completamente. Posterior a eso podrá iniciar su proceso de rehabilitación con normalidad —Explicó el Doctor—

Ese mismo día, en la tarde, para ser preciso, apareció un agente fiscal y un oficial quiénes conformaban la investigación sobre la agresión ocasionada por la Sra. Charlize Hans.

— Con toda certeza les proporcionaré los detalles acontecidos el día de la agresión pero como pueden comprobar ustedes mismos con sus propios ojos. Mi convalecencia es prueba suficiente y pudo resultar incluso trágica si hubiese sido mi esposa quien caía por esas escaleras.

Tal y como correspondía, di mi versión sobre lo acontecido pero una pregunta, de las últimas según aseguraba el agente fiscal, hizo mención a la relación extra matrimonial que Edward Hans mantuvo con Agatha y desde luego contestar aquello generó en mí cierto grado de incomodidad.

— En efecto así fue pero no me compete hablar sobre ello. Cuando Agatha y yo nos conocimos, ella ya había tomado la decisión de abandonar aquella relación. Fue Edward Hans quien se empeñaba en seguir asechándola y en consecuencia su esposa se desbordó de unos celos demenciales a tal extremo de amenazar a Agatha y atentar contra ella.



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En el texto hay: drama, amor, perceverancia

Editado: 30.08.2021

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