Déjame decirte que...

El comienzo.

Entiende que; esta es mi manera de dejarte ir. Y sí, sé que es un tanto penosa, sé que a lo mejor no di todo de mí en el transcurso de esta historia. O tal vez sí. Intento recordar cada momento, caricia (por más mínima que fuera), o sonrisa que compartíamos. Pero mentiría si dijera que el "intento recordar" sea cierto. Todo, absolutamente todo. Yace en mi mente como si lo estuviera volviendo a vivir. Quizás esté escribiendo el "intento recordar" porque en algún punto traté de olvidarte. Pero entendí que entre más difícil haya sido la historia, más fuerte podía llegar a convertirme. Así que, con esto, digo un adiós a tu persona, pero no a nuestra pequeña historia. Porque sí, yo la sentí nuestra. Volveré al comienzo, donde fue la primera mirada que ambos compartimos. Lo haré y espero que si algún día lees esto no me culpes por ser sincera. Lo necesito, lo necesitas. Volveré, solo espero y ruego no quedarme.

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 — Megan despierta, que vas a llegar tarde a la escuela

No escuché, al menos me hice la que no escuché, pero no se conformó con que me hubiera tapado más con la colcha y hubiera soltado una suave queja.

 — Ah no mi niña, tú de que te levantas, ¡te levantas!  — amenazó y casi pude imaginar verla con las manos en la cintura y con su cara enojada.

Dejé de escuchar su voz con tono de militar y supuse que ya se había ido. Para mí esto era estar en el cielo, dormir era una de mis actividades favoritas, y aunque mi horario escolar sea matutino; siempre trato de hacer un esfuerzo sobrehumano para poder despedirme de unos de mis mejores amigos: la cama.

Estuve a punto de volver a mi sueño donde al fin Henry Calvin había notado mi presencia y estaba dispuesto a conquistarme, cuando algo en mi hizo " clic", ya se había ido la voz de mi madre y lo único que llenaba mi habitación era el suave canto de las aves, al estilo princesa señores. Lamentablemente estas no me ayudaban a limpiar mi cuarto.

 — Megannnn — canturreó mi mamá.

Me volví a hacer la dormida, sabía que iba a llegar muy tarde a clases, pero como los profesores son buena onda conmigo me dejan pasar. Y así la preocupación se va, sin embargo, cuando ya me estoy mentalizado como quiero la casa de mis sueños junto a Henry Calvin, siento un escalofrió expandirse por todo mi cuerpo, de inmediato me levanto de un salto enredando mis piernas con las sábanas y cayendo de cara al piso sucio y frio de mi habitación. Mi respiración está agitada debido a la adrenalina que ha sido mi despertar, me siento apoyando mis manos en el suelo, pero estas no duran mucho, ni siquiera me levanto porque al segundo de haber sido traicionada por mis impulsos, me abrazo tratando de brindarme algo de calor, cosa que el agua más los cubitos de hielo y más lo frio de la madrugada; dificultan mi ridículo intento de darme por cuenta propia un poquito de calorcito.

Estupefacta miré atentamente a mi madre, si Haley hubiera sido la de la bromita ya estaría sobre ella atacándola sin piedad alguna, a veces, muy pocas veces, a decir verdad, sacan a relucir mi lado oscuro. Pero da casi lo mismo que nada porque siempre terminan riendo en vez de asustarse por mis reclamos.

 — Mamá — me señalé el cuerpo entero haciéndole ver la causa de su linda travesura.

 — Que mamá ni que nada, si para que llegues temprano a la escuela tengo que tirarte un vaso de agua con cubitos de hielo, pues así será — me señaló con un dedo amenazador y se dirigió a la puerta dispuesta irse.

Yo ya estaba con mis ojitos a punto de volver a cerrarse y sin darme cuenta, también estaba en el piso acostada como si este fuera mi cama.

No escuché la puerta cerrarse, y no me esperé esas palabras.

 — Tenemos mucha agua y todavía quedan muchos cubitos de hielo — amenazó mi madre y al instante como si fuera un resorte me levanté del suelo tratando de esta vez no quedarme dormida de pie. Y con una lentitud como para hacerle competencia a un perezoso comencé a alistarme para ir a la escuela.

Vi la hora en mi reloj digital, 5:55 A.M, todavía era muy temprano, demasiado temprano. No pude evitar poner los ojos en blancos, a pesar de que nadie me estuviera viendo. Agarré una toalla y una liga para poder agarrarme el cabello, a paso lento, como el de una tortuga me encaminé a la ducha para poder tirarme un rico bañito. Uno de verdad. No como el improvisado que me dio mi madre.

Me soné un poco los huesos para tratar de despertarme completamente.

Una vez dentro, abro el grifo y espero a que el agua caliente salga, a los pocos minutos siento el agua recorrer por mi cuerpecito desnudo. Esto me relajaba bastante, el sonido de las minúsculas gotas haciendo eco al caer e impactar con la baldosa, la sensación que gracias al jabón de olor a coco dejaba a mi cuerpo en un estado de paz y armonía.

Yo si me tomaba mi tiempo en la ducha. No como mi hermana, ella a los cinco minutos de entrar por ahí mismo la vemos afuera. Yo máximo, para un buen baño: me demoraba media hora.

Estando en mi actividad de limpieza, me puse a pensar en todo lo que tengo que presentar hoy. Hice una lista metal sobre lo que ya tengo hecho.

Matemáticas — hecho

Filosofía — hecho

Física — medio hecho

Geografía — hecho

Computación — hecho.

Listo, me sentía casi orgullosa de tener todo listo, bueno ese "casi" me rebaja el orgullo un 0,5%. Soy buena en muchas materias. Pero entre esa muchas, Física no cuadra, no es bienvenida y ni siquiera se la menciona.

Soy un asco en cuanto a esa materia.

La odio, por completo, arrebato en muchas, pero en esa tengo que ir y pedir ayuda para hacer los deberes.

Literal. No puedo hacerlos sola. Lo bueno es que me mejor amiga, Tina es una genio en esa materia. Así que es gracias a ella que no me he quedado cursando por culpa de Física.

Salgo de la ducha, con el pensamiento de que tengo que pedir prestado Física a Tina.



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En el texto hay: amoradolescente, amigos reales, elartedecrecer

Editado: 17.10.2021

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