Déjame decirte que...

Hola, Zaid Henderson.

Quizás parezca una locura, pero me di cuenta que siempre las cosas entre los dos sería una locura.

Aunque, para ser sinceros, yo también era una dramática. Y tal vez, ¿Quién sabe?, tal vez alguien más estuvo en la misma situación que yo. Al principio me cuestioné el por qué tenían que ser, así las cosas. Sigo sin tener respuesta. Pero el ser humano posee la capacidad de adaptarse. Y no me costó mucho acostumbrarme.

¿Te sonará familiar?

A ver, escucha (o mejor lee).

Intercambiamos números telefónicos. Empezamos a conversar todos los días. Nos veíamos todos los días en la institución. Pero, ahí va, presta mucha atención. Pero… nos veíamos de lejos. No hablábamos en la institución, al menos no presencialmente.

Toda nuestra amistad. Sí, ya éramos amigos. Era a través del chat. A pesar de que teníamos la oportunidad de interactuar de frente.

 Y así fue creciendo nuestra amistad, se cumplió un mes. Llegamos a mediados de año. Y al final, después de las vacaciones, cuando ya estaba ingresando mi pie derecho dentro de todo el terreno de la institución. Me di cuenta que pasó un año entero.

Un año entero basado en millones de conversaciones hasta altas horas de la madrugada. Lleno de graciosos memes enviados por ambos. Llamadas de buenos días y mensajes de buenas noches.

Fue un cambio radical en mi vida. Con nuevas costumbres, venidas de la mano de nuevas experiencias.

Ahora todos los sábados, en la noche, mis padres se reunían con sus amigos y conocidos, para charlar, para jugar, era una convivencia muy tranquila. Y lo mejor; Ambos siempre nos encontrábamos ahí.

Y no crean que ahí, en ese lugar lleno de música clásica de fondo. Nos acercábamos a hablar de frente. No. Seguíamos siendo amigos por chat.

Así que, a la vista de mis amigos (menos de Tina, que siempre estaba ahí conmigo). A la vista de mis padres, de mi hermana, de mi familia. De todos alrededor. Para ellos éramos unos desconocidos. Cuando en realidad, tanto vos como yo nos habíamos auto declarado MEJORES AMIGOS.

De cierta forma ambos llegamos a tener un secreto.

¿Te suena familiar la historia?

Espero no ser la única en este caso.  

[…]

A pesar de que llegaba tarde a la escuela, o de que "sin querer" me dormía en algunitas clases. (pero aclaro que solo pasaba cuando no estábamos haciendo nada, jamás me perdería la explicación, de cualquier materia).

En fin, a lo que quiero llegar; es que a pesar de esos defectos. Cada que un nuevo año escolar empieza su ciclo; yo recurro a ver todo lo que vimos el año anterior. Repaso. Investigo. Busco asesoría. Estudio.

Todo mi espíritu nerd activo.

 — Tienes que fijarte por donde caminas — siento el tirón, haciendo que levante mi cabeza del Baldor, y centrándome en la mirada que Tina me regala.

 — ¿Podes dejarme de verme como madre a punto de retarme, porque me haya quemado al tocar la olla que me dijo que no toque?

 — Tus preguntas son largas. Y no. No dejaré de verte así.

 — No fue para tanto — me excuso, a pesar de que el ruido del motor del carro que casi me roza se hace escuchar.

 — No que va, solo que el auto estaba apunto de salir y te llevaba en el camino como stiker decorativo en el parabrisas — dice irónica.

Me encojo de hombros — lo siento

 — Esta bien, solo — hace una mueca, pensando quien sabe en qué — solo, dame tu libro y vive.

Acto seguido me quita el libro de un tirón. Ella es mucho más alta que yo. Yo soy una pulga. Así que sudo la gota gorda para quitarle mi preciado Baldor. Si, es preciado para mí.

 — ¡NÓ! A Baldor no lo metas en esto — pido desesperada.

 — Esto — con su mano hace un círculo imaginario — es disfrutar de la vida, y a este — ahora señala al libro — solo se utiliza para castigar a pobres almas en desgracia.

Ruedo los ojos, nosotros, los estudiantes en cualquier momento tendremos en nuestras manos un Baldor, o cualquier libro pesado y complicado. Es ley.

 — ¿Entonces todos somos almas en desgracia?

 — Cualquier joven pegado a una silla por mas de 5 horas, con la espalda encorvada y con los ojos rojos por estar pegado viendo citas en Wikipedia — hace una ligera pausa tomando aire — es una alma en desgracia.  

Rio divertida de sus ocurrencias.

 — ¿Hoy lo verás?  — pregunta, mientras me regresa a Baldor, guardo el libro en la mochila.

¿Lo veré? No es necesario hablar sobre quien es la persona. Su nombre se había convertido en el buenos días de todas mis mañanas, y aquello me aterraba. Tenía que meterme en la cabeza que era mi amigo, yo su amiga.

Y nada más

 — Sabes que si lo veré

 — Pero no hablarán, al menos no de frente

Hice una mueca, recordar eso era la misma patada de karate kid en mi cara. No me agradaba.

Llegamos a la puerta, y la mayoría de mis compañeros estaban recostados en la pared. No habían abierto la puerta. Solté un quejido.

¿Acaso no saben que la maleta pesa?

 — Oye tú — ignoro aquella voz — oye, te estoy llamando, nerd — sigo caminando, sí. Eso es mejor.

Su voz es mucho peor que los mosquitos de la noche. Brett Mendoza, chico deportista y popular. Y el que se encarga de liderar el grupo de fastidiar a Megan.  Escucho sus pasos detrás mío, Tina está a mi lado, básicamente retenida por mí.

No quiero soltarla por el mero hecho de que me defienda. Tengo miedo. Pero no de que me molesten. Tengo miedo de que; si suelto a Tina, ella descargará puñetes por su rostro.

 — Déjame solo darle una cachetadita pequeña — suplica, pero ni de loca dejaré que se meta en problemas por mi culpa.

 — No — solo por seguridad le agarro más fuerte, esta vez de los dos brazos.

Lo siento cerca, su risa malvada me lo confirma. Y la cara de perro rabioso de Tina me lo recontra mega asegura.

 — ¿Ya te has olvidado de mí, nerd?  — Su rostro está enfrente mío — Que descarado de tu parte. Olvidarte de tu querido amigo — se lleva una mano al pecho, pareciendo lastimado.



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En el texto hay: amoradolescente, amigos reales, elartedecrecer

Editado: 17.10.2021

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