Dos mil ciento treinta Lunas después.
Leo.
Lo mataré.
Juro por mi escudo que lo mataré.
Escorpio no puede hacer lo que quiera por muy inteligente que fuera. No es tan astuto. Tal vez es capaz de crear planes en los momentos más oportunos y necesarios, pero no tiene comparación con los argumentos y la competencia de Libra. Supongo que ser seria y reservada trae sus ventajas.
— ¡Sagitario! — Gritó en medio del patio de entrenamiento donde él se encuentra corriendo en el gran circulo lleno de obstáculos que se mueven sin lugar fijo para atacarlo. — ¡Sagitario! — No me escucha. Está totalmente sumido en esquivar las pequeñas bolas de fuego azul que tratan de alcanzarlo, pero él es más rápido y da una voltereta hacia delante cayendo de pie como si nada.
Es bueno, pero yo soy mejor.
Esos tipos de artículos no se nos han permitido todavía.
Es extraño y levemente sospechoso ver lo intentarlo.
Pero de algo estoy seguro y es que voy a detenerlo.
Corro detrás de él esquivando de la misma manera los obstáculos que al parecer se han vuelto más complicados de lo que me imaginaba. Dando giro tras giro me doy cuenta que esto no nos lleva a nada, el aún está a casi diez metros de mí y yo apenas puedo mantener mi equilibrio por las trampas que sorpresivamente ha puesto.
Sé que le gusta entrenar, mantenerse en forma y tratar de sobresalir en los entrenamientos, pero esto es ridículo. Es una sobre explotación que se proporciona solo. Tratare de hablar de esto con los demás (tal vez disfrazando un poco la verdad), pero primero, debo cumplir mi cometido.
Concentrado en desviar un dardo con veneno gris caigo de bruces al suelo con más peso sobre mi cuerpo.
— Leo ¿Pero qué Dioses te ocurre? ¿Sabes lo peligroso que hubiera sido si yo no me hubiera arrojado sobre ti para que ese dardo letal no te tocara? — Me recrimina ayudándome a parar del frío suelo con marcas de lucha por todos los combates que hemos tenido e inclusive antes de nosotros. Con el ceño levemente fruncido por la preocupación se limpia el traje negro hecho con el material más resistente de todo Palacio, con su respectivo escudo en el pecho del lado izquierdo — ¿Por qué no solo te acercaste a una distancia prudente y observaste? ¿Qué pretendías?
<<Desquiciado>>
Lo maldigo mentalmente, pero me ahorro una pelea más con él. Con Escorpio me basta y me sobra.
— Trataba de llamar tu atención, pero lo único que conseguí es casi perder mi vida y llevarla a lo profundo de los abismos. Lo que hacías era sobre exigirte como lo haces siempre. Trataba de que paras para preguntarte algo y creí que haciendo el mismo circuito que tú me prestarías atención, pero lo único que lograste fue que descubriera tu secreto. — Observó como su rostro palidece por un momento mientras baja la cabeza y luego vuelve a alzarla para mirarme a los ojos. Decepción. Eso se lee en su rostro— Has cambiado la pista de obstáculos a tu antojo, les has puesto fuego azul y dardos tranquilizantes grises que te hacen alucinar y luego solo ver oscuridad dando paso a la muerte. Dime tú Sagitario ¿Qué pretendes? ¿Dejar todo por un impulso inmaduro?
Sus ojos verdes acompañados de motas doradas me miran culpable y sé que está suplicando que no diga nada, pero algo que nos enseñaron aquí fue la honestidad y la valentía.
Y por él, romperé esa regla.
— No diré nada, absolutamente nada. Callare todo lo que paso aquí. — Le miró con una sonrisa ladeada, al fin y al cabo, somos como hermanos. — Te prometo que tu secreto está a salvo conmigo. Pero la próxima vez, trata de ser mas consiente sobre tus actos y no te sobre exijas, que nada ganas.
— Gracias, de verdad, pero ¿Por qué haces esto? Sabes perfectamente que podrían darte un severo castigo por mentir— Pregunta con una mirada de confusión acompañada de una sonrisa con esos hoyuelos característicos de él.
Es malditamente tierno, casi como un conejito.
Aunque no los recuerde mucho, sé que eran muy agradables.
— Porque siempre se pueden guardar secretos y si alguna vez me llegan a preguntar por ello, haré oídos sordos o tal vez es la comprensión humana a la que me acostumbre.
— Suena bien, esa tal comprensión suena muy dócil.
— Es buena, sí, pero no creas que siempre la utilizare. — Soltamos una risotada cargada de alegría.
Tal vez, aunque suene dócil es una sensación mortal que a nosotros no nos a correspondido. Pero gracias a Atena pude experimentarla ¿Por qué él no?
Mortales, tienen suerte.
— ¿Puedo preguntarte una cosa antes de que te pierdas en el interior de Palacio? — Suelta de pronto algo sonrojado. Yo asiento. — Tal vez suene un poco extraño, pero ¿A qué te refieres al decir “Hare oídos sordos”? Tu audición es perfecta, a menos que algo en ti este yendo mal ¿Esta todo bien en tu interior?
Oh.
El cómo lo sabría, las expresiones terrestres son tan carentes y sin sentido alguno que aquí hasta decir Pío es nuevo.
Juntos terminamos riendo.
Luego de un tiempo se me olvido el porque estaba enfadado con Escorpio, pero al ver lo bajar de las escaleras en forma de caracol vistiendo su traje de caballero azul marino que hacía juego con sus ojos grises tan parecidos a una tormenta, hizo que mi rencor volviera y con más furor.
Me las pagaría.
Pero antes, debo asearme.
¿Qué?
¿Creían que después de un entrenamiento no tomaría mis hábitos higiénicos?
¿Qué clase de ser viviente creen que soy?
Puedo querer vengar me dé Escorpio y hacer lo mi esclavo, pero no soy un cavernícola.
Hoy es un día muy importante.
Luego de muchas lunas, todo Palacio—Incluidos nosotros doce— veremos una supernova expandirse por los cielos. Hace mucho tiempo que eso no se ve por aquí, entonces es una fecha especial.
Aunque esa estrella de su último espectáculo, es importante recordar a todas y cada una de ellas.
Editado: 16.08.2019