Demonio guardián

CAPÍTULO 27

Muevo mi boca al sentir un lametón en ésta. Siento otro y abro los ojos extrañada.

Me encuentro a una Tara feliz moviendo la cola. Sonrío negando. Toco su cabeza un par de veces para luego mirar a mi lado y no encontrar a nadie.

¿Y Aaron?

Veo como en la mesita de noche hay una pastilla y al lado un vaso de agua. Suspiro cogiéndola y tragándomela.

Recuerdos vienen a mi cabeza de una forma vergonzosa. No sé como lo miraré ahora. No se como debo reaccionar. Como si no hubiera pasado nada o, como lo que realmente pasó.

Me levanto de la cama restregándome los ojos con cuidado. Me pongo las zapatillas y me dispongo a salir del cuarto, cuando me doy cuenta que estoy totalmente desnuda.

Me tapo con las manos sintiendo mi rostro arder de la calor. Busco por el cuarto mi ropa interior y me la coloco rápida. Cojo la camiseta de Aaron que hay encima de la silla y me la coloco. Necesito una ducha y quitarme toda esta ropa.

Abro la puerta. Tara sale y yo la sigo. Miro hacia los lados encontrando el pasillo desolado. Camino decidida a mi respectivo cuarto cuando escucho un carraspeo.

Con los ojos entrecerrados me giro. Payper me mira cruzada de brazos y con una sonrisa pícara en su rostro.

— ¿Qué?— muevo mis manos en un movimiento inconsciente.

— ¿Me explicas qué haces saliendo del cuarto de Aaron y qué haces con su camiseta puesta?— el calor vuelve a correr por todo mi cuerpo.

¿Por qué todo me pasa a mí?

Al ver que no respondo, sonríe aun más. Me fastidia que se ría de mí en mi cara.

— ¿No habrá un nuevo integrante en la familia no?— mis ojos casi se salen de sus orbitas. Pero como se le ocurre decir eso...

— Tu cuota de tiempo de hablar conmigo se ha acabado.— le sonrío con irónia y me giro para entrar en el cuarto.

— ¡Yo estaba hablando sola Daisy! ¡Tu no contestabas!— gritó al escuchar la puerta cerrarse.

— Hija de tu... Madre.— susurro.

____________

 

Corro entre los arboles haciendo que pasen muy rápido. Esquivo los gordos y grandes troncos. Tara va delante mía.

Paro poniendo las manos en mis rodillas. Inflo mis pulmones respirando gustosa. A decir verdad, me encanta la naturaleza.

Escucho un ladrido de Tara y miro en su dirección. Me sobresalto al ver a un silueta delante suya. Voy subiendo la mirada hasta fijarme en los oscuros ojos de un niño. Éste me mira extrañado.

Miro hacia todos lados por si viene acompañado, pero no consigo ver a nadie.

— ¿Estas solo?— pregunto sin moverme. Él asiente.

Tara se posiciona a mi lado. Comienza a ladrar de nuevo mirando detrás del chico.

Un hombre aparece con una pistola en su mano. Apuntando hacia mí, con una sonrisa en su rostro.

No debí salir sola. Payper me advirtió de que no era seguro, pero como siempre, me dio igual...

— ¿Daisy?— pregunta con el ceño fruncido.

¿Quién es? Y ¿Cómo sabe mi nombre?

— No, se equivocó.— niego retrocediendo.

El niño se pone tras el chico. Pelo castaño, ojos claros y piel blanca. Puede tener aproximadamente treinta años.

— Tranquila. Soy amigo de Aaron.

Lo miro seria. No se si creermelo, es un desconocido para mi, por mucho que diga que conoce al moreno.

Tara ladra al ver como el chico avanza un paso. Yo acaricio su cabeza sin apartar la mirada de él.

Escucho pasos detrás mía, pero soy incapaz de girarme. Un falso movimiento hace que consiga lo que quiere.

¿Qué quiere? No lo se...

— ¡Aaron!— dice el castaño con fingida emoción.

Mi corazón comienza a latir al solo escuchar su nombre. Lo siento a mi lado.

Lo miro de reojo encontrando en su mano otra pistola, la cual carga con la mirada fija en el niño tras sus espaldas.

— Vete antes de que sea tarde.— su voz sale fría.

El hombre frente a nosotros niega. Esconde al pequeño más para que no lo podamos ver.

Inconscientemente doy un paso hacia el lateral acercándome más a Aaron. No puedo negar que me siento un poco asustada por lo que pueda llegar a pasar.

No conozco al hombre y tampoco se puede decir que conozca a Aaron del todo.

Pero sí se cual es su reacción cuando se enfada...

— Aaron...— susurro cogiendo su brazo.

No aparta la mirada del chico. Sus manos se encuentran estiradas y firmes apuntando en el hombre.

— Vámonos.— vuelvo a susurrar para que solo él me escuche.

— Dile, Aaron.— pronuncia repugnante su nombre.— Dile de qué nos conocemos.— una inmensa sonrisa se forma en los labios del chico.

— Calla.— gruñe apretando el frío metal de la pistola con más fuerza.

— ¿No le piensas decir que la observábamos a todas horas? ¿No le piensas decir que le echabas fotos con escasa ropa? ¿No le dirás que por las noches entrabas en su cuarto y la veías dormir?— sus carcajadas se escuchan por el bosque. Tara comienza a ladrar.— ¿No le dirás lo que te hizo su madre?— avanza un paso y pone su rostro serio.— ¿No le contarás toda tu historia?



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En el texto hay: daisy

Editado: 31.03.2018

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