Kellen había ido hasta donde había dejado a Lil y juntó las cejas al ver a un par de chicos junto a ella, pero el ligero disgusto se convirtió en ira al escucharlos.
Ambos se giraron con rapidez, pero mientras uno, el hablador, lo había hecho con su Adilik en la mano, el otro lo había hecho con cuidado y sin la actitud violenta del primero. Las dos criaturas eran Suriel y Galiel, el primero hijo de Fadiel y una desgracia en opinión de Kellen, porque en la medida que Fadiel era antipática y evitaba hablar con casi todo el mundo, lo era su hijo en sentido contrario y fastidiaba solo por el placer de hacerlo. Y Galiel era hijo de Abdiel, un caído al que Kellen y casi toda la comunidad veía poco, pues se pasaba la vida yendo por ahí intentando salvar al planeta del decidido empeño de la humanidad por destruirlo; su hijo era igualmente tranquilo y era otro de los que había nacido con el don de la sanación.
Lo anterior obedecía a que el tono de voz de Galiel era del tipo musical y que parecía enroscarse en el cerebro, algo que descomponía mucho a Kellen por dos motivos diferentes. El primero tenía que ver con la habilidad de Limeriel para introducirse en las mentes ajenas y que aquel chico poseía, aunque en menor grado, naturalmente. Y el segundo, porque le recordaba de manera sumamente odiosa, a un grupo de ángeles cuya única función parecía ser la de pasarse la vida cantando y del que Abdiel, el padre de Galiel, había formado parte.
Kellen no dejó de mirarlos hasta que se habían alejado lo suficiente. Luego se inclinó sobre Lil y con un suspiro de resignación la reanimó.
El trámite de tranquilizar a la histérica Lil estaba consumiéndole una enorme cantidad de tiempo y era una suerte que él tuviese tanta paciencia, porque otro ya le habría acomodado una bofetada, pero lo más frustrante era que ya había repetido lo mismo una indecente cantidad de veces y ella parecía no entenderlo o no recordarlo.
En las últimas semanas y desde que Heylel había levantado el Velo que Samael le había colocado, a su mente llegaban muchos recuerdos por diversos motivos como cuando leía algo, escuchaba alguna melodía, o como lo que le había sucedido un par de días antes cuando comió algodón de azúcar y recordó un paseo por la ribera sur del Támesis un día que Samael, extrañamente, la había llevado a Battersea Park, y estaban Kellen y ella tirados en el césped adjudicándole formas a las nubes.
#11417 en Fantasía
#4300 en Personajes sobrenaturales
#2873 en Novela contemporánea
Editado: 24.07.2021