Maureen alcanzó a Lil y sujetándola por el brazo la arrastró con ella hasta un espacio menos concurrido.
Lil sabía que no había forma de que Maureen le creyese si le decía que en verdad no recordaba la cara de aquel sujeto hasta el momento en el que lo vio, pues ni ella misma podía creerlo, así como no podía creer que se hubiese dejado besar por aquel cretino arrogante. Sin embargo, intentó ser tan honesta como le fue posible con Maureen, pero la actitud de su amiga hizo que tuviese deseos de golpearla.
Lil se llevó una mano a la frente pensando que no había caso, pues la línea de pensamiento de Maureen era recta, uniforme y en un solo sentido cuando se trataba de chicos.
Mucho más tarde y en un bar de mal aspecto, Virgil estaba encaramado sobre un taburete que parecía a punto de ceder bajo su peso, y miraba el vaso que tenía frente a sí como si en él estuviesen escritos los secretos del universo.
Virgil se llevó el vaso a los labios y despachó de un solo trago la dudosa bebida mientras Noah cerraba los ojos con resignación. Noah había conocido a Virgil durante toda su vida, y aquello abarcaba una enorme cantidad de tiempo, pero a lo largo del mismo, y aunque lo había visto pasar por todos los estados imaginables que iban desde la más violenta y destructiva ira hasta la más abyecta tristeza, pasando por la euforia, la desmedida satisfacción o la sed de venganza, era la primera vez que lo veía tan abatido, y aunque él era quién podía decir que mejor lo conocía, la única razón posible para lo que estaba viendo ni él mismo podía creérsela, pues era una en la que le habría gustado no pensar, pero dadas las circunstancias, y aunque era posible que ni el mismo Virgil lo hubiese notado, era la única explicación por increíble que esto pudiese ser.
Noah iba a decir algo cuando tanto él como Virgil se tensaron al sentir una presencia sumamente odiosa.
No obstante, Virgil no se movió y Noah pensó en la conveniencia de llamar a alguien más, pues a juzgar por la cantidad que estaba viendo llegar, la fiesta iba a ser grande, y como no sabía qué actitud iba a tomar el voluble Virgil, era mejor estar preparado.
Como Virgil no dijo nada, Ahri miró a Noah, pero este se limitó a devolverle la mirada con el mismo nivel de frialdad que la de Ahri, así que éste se giró y se alejó. Un momento después escucharon una conmoción, indicativo de que ya Ahri había iniciado su trabajo. Se escucharon un par de disparos, el ruido de las sillas o las mesas rompiéndose, los gritos de algunos de los presentes y una alarma lejana, pero ni Virgil ni Noah se movieron de donde estaban hasta que un cuerpo, literalmente les cayó encima. Virgil vio al chico que no debía tener más de dieciséis o diecisiete años, de cuyo pecho brotaba a borbotones la sangre mientras la luz de sus ojos lentamente se apagaba. Virgil sabía que aquel era un caso perdido, pues tenía el cuerpo saturado de droga y era cuestión de tiempo para que él mismo se procurase un final parecido, sin embargo, colocó su mano en la cabeza del chico y miró a Noah.