Carla.
—¡Sr. Parker! – escucho a uno de mis pasantes gritarle al sujeto más engreído y petulante que conozco -- ¿Es cierto que dará una rueda de prensa aclarando dudas acerca del lamentable accidente causado por los desechos tóxicos industriales de su empresa?
Veo como el susodicho gira tan deprisa que casi pierde el equilibrio. Su rostro se desfigura por la ira al saberse descubierto.
< Es hora de actuar Don soy el dueño del mundo >
Saco el chico del campo de batalla para evitar alguna posible agresión por parte del empresario al cual le centellean los ojos que ya no parecen un par de esmeraldas sino una noche oscura sin luna ni estrellas.
— ¿De dónde sacaron semejante injuria? - prácticamente ladra las palabras y yo sonrío cortés ante su furia.
— El departamento de bomberos… - es todo lo que digo y sus ojos lanzan dagas hacia el sitio donde me encuentro.
La muchedumbre se aglomera frente al edificio y el hombre no me quita la vista de encima, a este punto siento que tengo algo raro en la cara: un grano tal vez o un cuerno por la insistencia de su mirada. Observo cuando habla con otro sujeto trajeado y este solicita mi atención con una seña de la mano.
— Señorita – sonríe condescendiente, como si estuviese haciéndome un favor — ¿Sería tan amable de acompañarnos? – no me pasa desapercibida la doble intención del hombre al mirarme como si fuese algo comestible.
Sin embargo me acerco a él aun cuando quiera borrarle la sonrisa de un guantazo.
—Si quiere hablar tendrá que ser delante de mi equipo – señalo a mi camarógrafo y a dos de los chicos.
No me considero una cobarde para nada, pero reconozco la desventaja cuando la veo y sé perfectamente que estos tíos no traen buenas intenciones.
— ¡Por supuesto! – expresa malicioso—. Mi jefe desea darles la primicia a ustedes ya que se nota a leguas su profesionalismo.
Cualquiera se habría derretido con esa simple elección de palabras, sin embargo eso solo me corrobora que se trata de su relacionista público que a la larga debe ser peor que el mismo CEO desagradable y pomposo.
— Para nosotros sería un gran honor caballero – expreso en su mismo idioma para confundirlo aunque reconozco la experiencia cuando la veo — ¿a dónde debemos dirigirnos?
El hombre hace una seña casi imperceptible que capto al instante y al mirar a la derecha me encuentro con un gigante que porta un arma y gafas oscuras al estilo Terminator solo que con un finísimo traje negro. Somos escoltados por el matón – sin querer que me malinterpreten, pero es lo que parece – hacia una puerta que colinda con la entrada de un estacionamiento.
— Adelante por favor – escucho decir al guarura.
— ¿Y luego qué? – giro para que me vea la cara y que la cámara de seguridad me enfoque — ¿nos asesinarás aquí dentro, sin testigos? – el sujeto sin expresión alguna me señala un ascensor.
Somos ingresados al mismo el cual sube a una velocidad vertiginosa, el sujeto a mi lado ni se inmuta por la velocidad y tanto a mis compañeros como a mí se nos nota el mareo hasta en la madre. Respiro profundo en el momento que se detiene con un estruendo – o eso fue lo que me pareció – y casi caigo despatarrada en el suelo metálico de no haberme sostenido del pasamano.
Las puertas se abren y salimos a lo que yo llamo la estancia más opulenta que he visto en mi vida, los muebles en general parecen sacados del almacén antes de que llegáramos, lo limpio y pulcro que se encuentra el piso casi me asquea ya que todo a mi alrededor grita lujo, dinero y… poder.
— ¡Bienvenidos! – se halla el misto caballero que nos invitó —. Me disculpo señorita, pero no escuche su nombre – se acerca con una sonrisa de pasta dental y la mano estirada pretendiendo que la tome porque ya somos amigos.
— Nunca lo mencioné – sonrío de lado dejándolo con la mano estirada y con expresión de asombro — y en aras de terminar con esto lo más rápido posible ¿le molestaría que comenzáramos? – digo cortante ante el gesto fuera de lugar del hombre.
— Permítame presentarme, mi nombre es Genaro Roseti, jefe del departamento de relaciones públicas y marketing de Industrias Parker, Williams & Asociados – expone con orgullo — y lo que más deseo en este momento es aclarar sus dudas – lo miro de arriba abajo.
— ¿Y el Sr. Parker no estará presente en la entrevista? – pregunto más mordaz de lo que pretendía.
— Como usted comprenderá mi jefe es una persona muy ocupada…
— ¿Muy ocupado o temeroso de que se descubra la verdad?
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Editado: 12.12.2024