Palabra: Espacio
Fecha 4/10/2018
Palabras: 205
Los humanos se han ido y nos han dejado solos. nuestro trabajo está por terminar y aún estamos en condiciones de seguir, pero ellos han huido y es nuestra culpa.
Nuestro trabajo es complicado. Tenemos que llenar el vacío del corazón de los humanos. Ese espacio que ha quedado después de huir del planeta que los vio nacer ha ido carcomiendo su naturaleza inquisidora y los ha arrastrado a una vida de hedonismo y descontrol. Varias veces. La colonización de un nuevo planeta ha implicado cambios estresantes para las personas. Dado que el viaje estaba a cargo de nosotros, ellos pasaban la mayor parte del tiempo dormidos. Pero no soñaban. Ellos estaban en animación suspendida.
De vez en cuando teníamos que sacrificar a alguno. Condenarlo a una vida solitaria para asegurar la supervivencia de todo el proyecto, encargándose de cosas que nosotros no entendemos o a las que no podemos adaptarnos. Y muchas veces, no lo aceptaban.
Las generaciones de capitanes tenían duraciones muy variables. En un principio nos limitabamos a descongelar a alguno, al más capacitado según la base de datos y esperamos a que tome el mando. Muchos no tenían idea de que hacer y se mostraban desconcertados. Deambulaban por la nave mientras los controles se mantienen en automático hasta que decidan ir a la central de control. Muchos deambulaban solitarios y envejecidos, llorando por razones que no alcanzamos a comprender hasta que sus vidas acababan de forma natural. No siempre de forma natural.
Desde la muerte del primer capitán, creímos que los humanos volverian a tomar el mando, así que seguimos liberando personas de la animación suspendida. Cada nave hacia lo mismo y compartimos experiencias, así fuimos creados y conforme a esto, actuabamos.
¿Por que nunca asumieron el mando? Aun ahora no lo sabemos. No hubiese sido complicado ir a la sala de mandos y revisar la información actualizada. Nosotros nos encargariamos de lo que ellos no pudieran y nuestras tareas se hubiesen completado. Bastaba con que ayuden un año terrestre y volvieron a la animación suspendida para encontrarse con sus compañeros el dia que llegaramos a formar la colonia.
Las buenas noticias llegaron de una de las naves más pequeñas. La población más capacitada se había acabado en la búsqueda de un nuevo capitán, así que se procedió a despertar a alguien en la siguiente escala de capacitacion.
Un individuo, no especialmente brillante y de torpe comportamiento, de un lote destinado a la mano de obra, se mostró curioso acerca de su destino y no renegó su soledad.
Aun a pesar de no tener conocimiento técnico, su curiosidad lo llevó por toda la nave. Varias veces se encontró con los cadáveres de sus predecesores y, a diferencia de estos, no salió huyendo ni esquivó la sala. En su lugar, los visitó frecuentemente y observo en silencio. Después de conocer toda la nave, llevó los huesos resecos al área de cultivo y los enterraba, siempre sembrando una pequeña flor sobre ellos que volvía para regar cuando podía.
Nuestra curiosidad se acrecentaba al recibir informes de su comportamiento, pero fue cuando llegó a la sala de mando que logramos establecer un primer contacto.
Nos llevó mucho tiempo entendernos, pero siempre nos tuvo paciencia. Desde que el primer capitan murio, los humanos solo nos parecían repuestos rotos para el cargo.
Le asignamos un nombre “wrt3000” y le dimos el título de Capitán, pero el dijo que preferiría que le llamemos Capitán Wert. Internamente seguíamos usando el nombre que le dimos pero al comunicarnos con él le llamábamos como el pidio.
Tras un año juntos, el trabajo había terminado con seguridad. La misión podía seguir en forma automática y él podría volver a la cámara de animación suspendida para reencontrarse con sus compañeros cuando los despertemos al llegar. Pero el se negó.
— ¿De verdad esperan que los deje solos de nuevo? Sin mi volverían a dejar deambular a otro pobre desgraciado por la nave esperando que tome el mando. Les enseñaré como se hace. — decía cada vez que le proponíamos volver a su cámara.
Nuestra programación nos impide obligar a los humanos, por lo que aceptamos lo que decía, pero aprendimos mucho en cada generación que despertabamos.
— Comiencen hablándoles — decia mientras se ocultaba del nuevo capitán.
— Llamenles capitán. Expliquenles la situación. No les dejen solos. Entiendan sus sentimientos. Los humanos están mal programados, la mayor parte del tiempo no saben qué hacer — aconsejaba a menudo y nosotros hacíamos caso.
Los nuevos capitanes vivieron más y trabajaban incansables mientras usaramos esos consejos. Un año bastaba para resolver cualquier problema y la promesa de volver con sus compañeros después de ser heroes los llevaba de vuelta con el corazón lleno de orgullo y satisfacción.
— ¿Nunca llegaremos, verdad? — Sus últimas palabras nos provocaban confusión. Usamos todos los medios posibles para asegurar su vida. Curamos todas sus enfermedades y satisfacimos sus necesidades, aun así sus signos vitales fueron deteriorando irreversiblemente.