Había bajado por unos minutos a revisar que todo en el avión estuviera bien, ordenado, pero más aún, que esas personas se llevaran una buena impresión de él durante el viaje. Niklas no pudo evitar pensar seriamente en la mujer que lo saludó en la mañana.
Nancy Tanner, mujer una complicada de la cual se vino a interesar, porque esta lo miraba como si fuera un sapo en busca de una princesa reacia a besarlo. Se miró el uniforme, estudiando el avión como le era costumbre, antes de pararse de manera recta y observar a la pareja que se acercaba a él.
— Buenos días, señor Lemann —Jedward extendió su mano hacia él—. Es un placer verlo y lamento que solo tenga el vuelo con nosotros por unos días…
— Descuide, señor —Niklas correspondió el saludo—. Para mí es un placer todo esto —observó a la mujer que estaba a punto de reventar—. Hola, señora Richter.
— Hola —Dasha extendió su mano hacia él—. Hemos venido, porque ha surgido un problema en el avión de algo que no teníamos conocimiento alguno —ella hizo una mueca—. Bueno, digamos que usted no nos comentó que tenía un hijo…
— ¿Un hijo? —Niklas no podía creer lo que esa blasfemia—. Yo no tengo hijos, señores…
— Puedes llamarnos por nuestros nombres —Dasha se adelantó—. Es un niño que nos encontramos de camino aquí —le explicó—. Digamos que nos sorprendió verlo y que nos dijera que es tu hijo.
— Es un error —él tragó en seco—. ¿En dónde está el niño ahora? ¿Cómo es?
— Parecía ser un niño de dos o tres años —Jedward se sintió apenado por un momento—. Debimos suponer que estaba mintiendo. No hay ninguna información de que tengas algún hijo por el mundo regado.
— Entiendo, solo que ahora es algo delicado, porque hoy en día usan los niños para fines macabros —les explicó con cautela—. Vamos al avión para salir del país. El viaje a Francia está a un buen tiempo y es un poco extenso.
— Sí, por supuesto.
Niklas caminó unos pasos detrás de ellos y se mordió el labio viendo a la pareja de novios muy enamorados. No sabía mucho de ellos, solo los chismes de la farándula que amaba a esa familia, sin embargo, ese sujeto estaba dejando salir por cualquier pro el amor que tenía por la mujer que estaba a nada de dar a luz.
Subieron las escaleras del avión, dejando ver únicamente a dos niños. La niña parecía ser la hija del mismísimo satanás, joder. Daba miedo al ser tan idéntica a la mujer embarazada.
— Buenos días —Niklas saludó a los niños—. ¿En dónde está el pequeño intruso…?
— Se fue —Jasha se adelantó a decir—. Dijo algo de que no eras su papá, pero que solo quería subir al avión, ya que nunca lo había hecho en su vida. Fue divertido verlo.
— ¿Cómo es él físicamente? —se atrevió a preguntar—. Hay pilotos con niños que lo dejan en las guarderías del aeropuerto.
— Es bajito —la pequeña se puso una mano en el pecho—. Ojos azules, cabello rubio y se veía como alguien que necesitaba a su mamá.
«Ese niño tiene la descripción de Joshua…»
— ¿Te dijo su nombre? —caminó con cautela.
— Hola —la azafata que iría con ellos interrumpió la conversación—. Es hora de partir —les indicó—. Saldrán varios vuelos que fueron detenidos por este.
Niklas apretó la mandíbula, esa mujer era una impertinente. Sacudió la cabeza, dejando atrás la conversación que tenían para ir a su puesto de trabajo. Como era un vuelo sin escala y privado, solo estaban dos personas para llevarlos a su destino con seguridad. Frunció el ceño por un momento cuando la niña levantó su pulgar, y tuvo que salir de su aturdimiento ante lo que pasó por su mente.
Encendió los controles, y habló con la torre para el permiso de despegue. Observó su maleta, viendo que estaba abierta, pero descartó la idea de que alguien pudo haberla utilizado si solo estaban los niños ahí antes de su llegada. Una vez que verificó que todo estuviera cerrado desde su posición, el despegue prosiguió luego de unos minutos.
Le gustaba la sensación de poder que tenía en ese momento, era increíble. Le gustaba tener el mando de las cosas, sentir la adrenalina de poder volar, aun así, algo le faltaba y esperaba que ese algo al fin decidiera darle una oportunidad.
Hasta él mismo se daba pena por tener que lidiar con el desprecio de la mujer que le gustaba.
Volvió a mirar su maleta, pensando que se estaba volviendo loco, pero ya dejó esa sensación para después.
— Hola —la misma niña de antes estaba con él en la cabina—. La mujer dijo que podía entrar y quiero hablar contigo.
— Claro —Niklas la observó—. Es el avión de tu familia, puedes hacer lo que gustes.
— Por eso soy la reina del universo —Jasha echó su cabello hacia atrás con orgullo—. ¿Entonces no tienes hijos? —preguntó ella, mirándolo de arriba hacia abajo—. Ese niño que vino a buscarte dijo muchas veces que eras su papá. Nos mostró tu foto.
— No sé de qué foto me hablas, pequeña…
— Soy Jasha —la niña se puso a su lado—. Me siento poderosa —ella miró con asombro el cielo desde ahí—. Bien, el niño tiene dos años, pero no se parece en nada a ti, solo que es muy hablador y tiene problemas del corazón.
— ¿Del corazón? —arrugó la frente, sin apartar la mirada del camino—. ¿Es muy fuerte?
— Sí, se fue porque tampoco tomó sus medicamentos, al parecer se escapó…
— Vaya, debe estar enfermo si anda tomando medicamentos…
— Pues sí —la pequeña se encogió de hombros—. Me voy —dio una pequeña vuelta—. Cuando lleguemos a Francia, por favor recuerda que debes darme un regalo.
#243 en Novela contemporánea
#821 en Novela romántica
amor a primera vista, comedia romantica, segundas opotunidades
Editado: 02.09.2024