Un cumpleaños no tan feliz para ti

Ya unos pocos días viviendo en esta casa y admito que no es tan desastroso como creí que sería en un principio.

Todas las noches que regresaba del trabajo me encerraba en mi habitación a terminar de acomodar mis cosas y terminaba algo de trabajo que dejaba a último minuto.

La habitación que encontré para mi oficina aún no está equipada con lo que necesito, así que por los momentos mi habitación servirá.

Por otro lado, Iván ha estado muy distante, estando encerrado en su oficina a penas llega de su empresa, imagino que prosiguiendo con la futura demanda que me dijo que haría.

Hablando de él, hoy es su cumpleaños número 29 y no tengo idea que regalarle ¿Qué le gusta? Sé que le gusta Harry Styles, porque me lo dijo y en una parte de la sala hay muchos discos con sus canciones.

También le gustan los videojuegos, pues tiene miles de esos y su empresa se dedica a ellos.

He notado que también tiene muchos trajes, así que, por nada del mundo, puedo darle uno de esos.

 Luego de unos minutos de pensar, no se me ocurre nada y no tengo a quien preguntarle sobre los gustos de mi esposo, pues, no tiene nadie allegado.

• • No se me ocurre nada — susurro por lo bajo con la visión puesta en la TV de mi habitación, la cual estaba en mi antiguo apartamento.

• • Te recomiendo una buena película — dice Iván desde el umbral de mi habitación.

Salto del susto, donde estoy sentada.

• • Iván — le saludo — me asustaste — le digo con una mirada de reproche.

• • Lo siento, es que llamé a la puerta, pero no contestabas, así que decidí entrar.

• • Está bien, no te preocupes — le digo — ¿Para qué me buscabas? — digo cayendo en cuenta que él nunca viene a mi habitación.

• • Hoy es mi cumpleaños, no sé si lo recuerdas, pero quiero salir a cenar ¿Vamos? — me pregunta.

Pienso un poco, me va a hacer bien salir y además tengo hambre, nunca se puede desperdiciar una comida gratis.

• • Está bien — respondo finalmente — solo déjame ponerme algo más decente — digo señalando mi pijama.

• • Vale, te espero abajo — sale de la habitación y yo me levanto.

Rebusco en el armario, no tengo idea de a donde vamos, así que debo buscar algo casual y que sea elegante a la vez.

Encontrando al fin el traje adecuado, que se basa en un pantalón de tiro alto negro, con una camisa mangas largas, negra y un abrigo marrón, poniéndome unos tenis blancos y dejando mi cabello suelto.

Por lo que vi en el clima, esta noche será una noche larga.

Terminando los últimos retoques de mi maquillaje, el cual solo retoque un poco, bajo a la sala, donde ya está Iván.

• • ¿Lista? — pregunta viéndome.

Asiento y vamos hasta la cochera, donde nos subimos al auto de Iván.

El viaje es liviano, gracias a la música de la radio, muevo la cabeza al ritmo de la canción que está sonando ahora, pero que por alguna razón conozco.

• • And I know we’ll be alright, child — comienzo a cantar en un susurro.

• • No sabía que te gustaran las canciones de one direction — comenta Iván.

• •  ¿La canción es de one direction? — digo asombrada — no tenía idea, mi hermana ponía esa canción todos los días.

• • Tu hermana tiene buenos gustos — comenta aún con la vista puesta en la carretera.

• • Por cierto — le digo — ¿A dónde vamos?

• • A mi restaurante favorito, ahí la comida es deliciosa y la privacidad es la mejor.

• • Bien — no digo nada más.

Luego de que la canción termina pasa otra más, pero esta no la conozco. Pero al parecer Iván sí, porque comienza a tararearla.

• • I hope you’re happy but not like how you were, with me — se escucha la voz de la chica.

Me termina gustando la melodía y la letra, así que me recuerdo que debo pedirle el nombre a Iván más tarde.

Unos minutos más tarde llegamos a un restaurante que por fuera se ve normal, pasa desapercibido por los árboles que hay. Porque el pequeño detalle que se olvidó contar a Iván es que el restaurante queda a la mitad del bosque que queda a las afueras de la ciudad.

Bajamos del coche y al entrar todo se me hace hermoso, los detalles con madera, cuadros, chimenea. Parece una cabaña.

Hasta se me hace parecida a la cabaña del misterio.

Llegamos a la recepción y uno de los meseros saluda muy efusivamente a Iván.

• • Bienvenidos, mesa ya está lista, justo donde siempre.

• • Gracias, amigo — dice Iván con una palmada en la espalda y pasa como si nada.

Yo lo sigo, felicitándome internamente por no haber traído algo tan formal.

Justo cundo llegamos al final del restaurante se encuentra una mesa con dos sillas y un pastel con una vela al lado.

• • Me gusta celebrar mis cumpleaños aquí — dice al sentarnos — la comida es muy buena.

• • Que bien — digo — no sabía de la existencia de este lugar.

• • Es porque está en un sitio escondido de la vista.