06-03-19
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La noche anterior había sido la más larga de mi vida. No pude dormir en casi toda la noche, no podía dejar de sentirme culpable por todo lo que estaba pasando, estaba fuera de mi control. Pensaba que tal vez se acabaría todo si yo estuviera muerto. Tal vez la vida de los demás sería mejor si fuera así.
Pero cuando por fin pude conciliar el sueño, en un abrir y cerrar de ojos ya había amanecido. No sabía cuánto había dormido exactamente, lo único que sabía fue que no era suficiente. Necesitaba descansar más, y de no haber sido por Lucas, hubiera seguido durmiendo.
-Vístete. Mamá quiere que vayas al colegio. –Dijo en tono autoritario. El muy imbécil había aprovechado la oportunidad para hablarme así. Se mantuvo un segundo esperando a que me levantara.
-Ya avisaste, ahora largo. –Espeté.
-Cumplí con lo mío. –Dijo y salió.
Me revolví entre las sábanas, intentaba librarme de ese sueño que aún sentía. Al final, me levanté a duras penas y me vestí el uniforme. Bajé las escaleras 15 minutos después. Cuando llegué a la cocina, mi madre ya se encontraba desayunando junto a Lucas, ambos en un silencio profundo, en el que sólo se escuchaba el sonar de los cubiertos. Me acerqué a la mesa y me serví un poco de café, cada gota me servía para seguir despierto.
-Ten. –Dijo mi madre, extendiéndome mi celular–. Lo vas a necesitar hoy.
Asenté con la cabeza mientras lo tomé. Miraba mi celular con demasiada atención, sabía que esto venía con una condición, pero igual lo tomé.
- ¿Cuál es la condición? –Dije, encendiendo mi celular. Tenía la batería casi llena.
-No hay condición. Pero quiero que respondas a cada llamada que yo te haga, y no es una sugerencia. –Dijo, levantándose de la mesa–. Ahora, date prisa que los llevaré al colegio.
Me sorprendió que no haya condición, pero no le di mucha importancia en ese momento. Revisé cada mensaje y todas mis redes. Tenía 50 mensajes de Camila, 10 de Marco y sorpresivamente, 5 mensajes de Percy. No abrí ninguno, puse mi celular a un lado sin leer ninguno. Terminé mi desayuno, Lucas se levantó y un momento después salió de la casa. Subí rápidamente a mi habitación para sacar mis audífonos y luego salí de casa. Me acerqué al auto, Lucas estaba sentado al lado derecho del asiento trasero. Rodeé el auto y me subí al lado izquierdo.
- ¿Estás bien? –Preguntó Lucas.
-Sólo concéntrate en lo tuyo y yo haré lo mismo con lo mío.
Mi madre ingresó al auto un poco apresurada, a decir verdad, no recuerdo un solo día en el que no la haya visto apresurada. Es curioso la forma en la que ocurren las cosas en esta familia, pasan sin ni siquiera notarlo y cuando lo notas ya es demasiado tarde.
-Tengo un largo día. Así que ninguno diga algo que pueda causarme mal humor, por favor.
-Claro, mamá. –Respondió Lucas.
-Ya. –Respondí yo.
Me puse los audífonos mientras mi madre encendía el auto. Escuchaba “Say You Won't Let Go” de James Arthur. Una delicia auditiva que me hacía sentir mejor de cualquier cosa. Y lo que sentía en ese momento era soledad, una eterna y profunda soledad. Había veces en las que me preguntaba si algún día podría vivir en paz y ser feliz, en ese momento lo veía demasiado imposible, era una idea descabellada y estúpida.
Cuando llegamos al colegio y me bajé del auto, los demás ya no me miraban con recelo, ni siquiera me miraba, me evitaban a toda costa.
-Haré todo lo posible por recogerlos, pero de no ser así ya saben qué hacer. –Dijo mi madre, revisando su celular–. Adiós, los quiero.
Solo vete. Pensé.
-Adiós mamá. –Dijo Lucas.
Y mientras él se despedía, yo caminé hacia la entrada y estuve a punto de llegar cuando mi madre habló:
-Recuerda respóndeme cuando te llama. –Dijo seriamente.
-Claro. –Respondí sin voltear a mirarla.
Mantuve mis audífonos en mi cuello para que el portero no me diga nada y de no haber sido por Marco, me los hubiera puesto una vez dentro.
-No puedo creer que Gael haya hecho eso. –Dijo Marco con entusiasmo.
-Hola para ti también. –Respondí distante.
-Como sea, ¿supiste quién era la chica?
-Apenas y me entregó mi celular. Aun no me pongo al corriente.
-Era la ex novia de Gael. –Dijo, tomándome del hombro. Impidiendo que siga caminando.
- ¿Qué? –Espeté, haciendo a un lado la mano de Marco.
-Al parecer, Gael si es culpable después de todo.
-Eso no prueba nada. –Continué con mi camino.
- ¿Cómo que no prueba nada? Era su novia y terminaron de mala manera, se odiaban. ¿En serio crees que no prueba nada? –Habló desde atrás de mí.
- ¡Sí! Es lo que creo. –Me paré en seco y volteé para responderle–. Gael es inocente, y lo voy a probar. –Respondí y aceleré mi paso hacia el salón.
- ¿Por qué lo defiendes? Ni siquiera son amigos. –Habló antes de desaparecer de su vista.
No le respondí… Porque no quería hacerlo, porque no le debía explicaciones y sobre todo porque ni yo mismo sabía la respuesta a esa pregunta…. Era frustrante no tener claras mis ideas, pero la mayor parte de mi vida la había vivido así, por lo que me resigné a sacar conclusiones y decidí seguir conforme avanzaba en mi vida. Mientras caminaba hacia mi salón, sentía un extraño vacío en mi estómago, como si se estuviera encogiendo o algo parecido. Mi respiración se sentía agitada, aceleraba mi paso en son de intentar cambiar algo de lo que me estaba pasando. Y, a decir verdad, me empezaba a cansar de esos ataques, pero no había forma de detenerlo.
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Editado: 16.04.2021