Desde la muerte

El fin del casi fin

Llegué a mi casa y dejé la caja sobre la mesa de comedor. Luego fui al cuarto de estar y me tiré en el sillón a lamentar mi insignificante vida. Después de un rato lamentándome, me bajo el sueño así que tomé una pequeña siesta.

Me encontraba en un bosque creo, luego me envolvía una desesperante oscuridad y silencio. Los siniestros pasos, el silencio rotundo, una fría mano me tocaba, un suspiro en mi cuello.

Desperté sobresaltada, mi corazón palpitaba al mil. Me alivio que solamente fuera un sueño o mejor dicho una pesadilla. Miré la hora en mi celular. Ya eran las 19.00 y recordé que tenía que juntarme con mi novio así que fui a arreglarme.

Arreglé un bolso donde metí una manta y unas bebidas. Salí alrededor de las 19.08 pm y llegué al bosque antes de la hora acordada. Fui al claro y estiré la manta. Ya estaba oscureciendo.

Me recosté en la manta a mirar las estrellas que se asomaban. El cielo estaba bellísimo, después de un rato estaba cubierto de tintineantes lucecillas blancas. La copa de los árboles rodeaba al claro, mientras lo demás en su interior era pura oscuridad, una negrura intensa y escalofriante como la de las películas de Halloween. La luna llena radiante y hermosa. El viento acariciaba mi rostro con su frio aliento y el silencio era sepulcral, nada más daba gusto estar en tal tranquilidad después de todo lo sucedido durante el día. 

Pero de pronto un crujir de hojas secas llamo mi atención. Eran pasos. Me levanté y miré por todos lados. No veía a nadie. Los sonidos provenían del bosque profundo. Encendí la linterna de mi teléfono y me encaminé al interior del bosque.

— ¿Mark? —grité asustada— ¿eres tú, amor?

No recibí respuesta. De pronto aquel ambiente acogedor se había vuelto una pesadilla. El viento ahora movía las hojas con espeluznante emoción. La luna se había cubierto de nubes grises y la amigable oscuridad ahora me espantaba. La atmosfera de tranquilidad ahora solo contenía tensión, una tensión espeluznante y el silencio sepulcral se había vuelto inquietante. Cada crepitar, cada sonido me espantaba.

Era un silencio de ultratumba y la oscuridad no me permitía ver quien era el que se ocultaba entre las sombras. Pero no podía ocultar sus pasos bajo las hojas, estas mismas delataban su presencia. Cada paso me daba escalofríos. Esto lo había vivido en mis sueños, la oscuridad, el silencio, los pasos, la incertidumbre absoluta de lo que se ocultaba en la noche.

Quería volver al claro, pero la oscuridad lo había camuflado. Solo me quedaba esperar a que me encontrara, en cierta forma sabía que me buscaba a mí, entonces ya sabía que era el fin. Sabía que mí hora había llegado.

Entonces los pasos se detuvieron. Un suspiro en mi cuello me advirtió que ya me había encontrado. Una lágrima recorría mi mejilla. Me cubrió la boca con sus frías manos. Entonces sentí la hoja afilada y fría pasar por mi cuerpo. Un último respiro. Un dolor insoportable. Y en silencio me llevó a la inevitable tumba.

Al despertar ni siquiera sabía que estaba muerta. Había despertado en el bosque. No sospechaba que ahora era un espíritu. Solo entonces me di cuenta cuando a mi lado vi un cadáver. Me costó reconocer que se trataba de mí.

 

 

 



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En el texto hay: traicion, muerte, almas en pena

Editado: 02.11.2020

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