Desde Madrid, con Amor.

CAPITULO 35: SEPELIO

La tumba estaba preparada para recibir en su lecho a mi padre, su rostro comenzaba a descomponerse, pero se le veía tan tranquilo, la gente a nuestro alrededor rompía en llanto, la música del mariachi era devastadora. Mis lagrimas rodaban sin poder contenerse, Lia tomaba mi mano mostrando su apoyo, me abrazo, no me soltaba, el ataúd descendía camino al hueco que simulaba un abismo. No había marcha atrás, yo solo quería escapar. Desesperada sin saber la manera en que debía actuar, tomé las flores y empecé a aventarlas hacia el ataúd, Lia sentía una impotencia que se le notaba en el rostro; nunca en mi vida había sido más desdichada de lo que me sentía en esos momentos.

Mis ojos comenzaron a secarse, el dolor inicio siendo emocional y termino por ser físico, sentía leves punzadas en los ojos que me recorrían hasta la cabeza. Me sentía en shock, los abrazos me rodearon durante poco mas de una hora, mi cuerpo estaba presente pero mi alma se encontraba en otro lado; deje de ser yo y nada importaba más. Nunca se esta suficientemente preparado para afrontar la muerte de nadie.

Ese día mi alma fue enterrada junto al cuerpo de mi padre.




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