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18 de agosto del 2015
14: 33 h
«Desbordo de emociones, buenas y malas, y unas cuantas pesadillas imposibles de ver venir».
Hugo andaba de mal humor por la vida después de la manera en la que le contestó a Maura, nada ni nadie se le acercaba a menos de que sea estrictamente importante, algo que él nunca había dejado es que se poseía cuando alguien que realmente le importa lo lastima, se vuelve el mismísimo demonio. Y los demás tenían que pagar por ello porque los ensayos justo tocaban después de su conversación.
—Oye tío, contrólate un poco. Estaremos en el escenario en poco tiempo, ¿podrías guardar esa energía hasta entonces? No queremos que la gente piense que estás de mal humor —le mira con escepticismo—. Que lo que te pase a ti no tenga que verse en el escenario. Entiende eso de una buena vez, hermano. Ya lo resolverás pero céntrate mientras tanto ¿ok?
—¿Y cómo piensas que me puedo centrar sí estoy de esta manera, Calvin? Andas bien tonto por la vida sí crees que se solucionará así de fácil —el susodicho bufó, como odiaba su vocabulario cuando estaba de malas. Le entraban ganas de lanzarle la guitarra a la cara.
—El que andaba bien tonto eres tú, imbécil. ¿Cómo puedes desquitarte aquí cuando es todo lo contrario? —Bufa—. Mejor arregla lo tuyo y cálmate. ¿No podrías hacer eso? Detesto tener que soportar a la gente que está de mal humor, mucho más a tipos como tú que en ese estado son mucho más insoportables que cuando están en su viva alegría —irritado, le dice.
—Ambos deberían calmarse y tomar del té de menta que nos ha preparado Eric. ¿A qué está bueno? —Con una sonrisa les comentó—. Eso hará efecto en un rato, espero que se encuentren bien para entonces. Continuemos con el ensayo.
Se dirigió hacia la guitarra eléctrica con calma, no prestando atención a las miradas interrogantes que les lanzaban sus compañeros de banda. Hugo decidió dejar todo por la paz y envolverse de la música, después de todo, no la vería durante una semana entera, lo que lo tenía inseguro y en completo mal humor.
Deseaba hacer tantas cosas, decirle tantas cosas pero no era momento para eso, y sin darse cuenta, tampoco, de que a medida que él se recuperaba y se encontraba a sí mismo, su corazón andaba en otros brazos, mucho antes de que ella lo supiera, ese corazón era de César, y recién ahora es que se enteraba de que eso sucedía.
—La ausencia de tu voz me está matando, necesito deshacerme de este sentimiento, no puedo, pedirle al corazón que regrese cuando está contigo —empieza con lentitud—, sí mi amor aún lo tienes en tus manos —con aquel inicio todos recobraron la energía y siguieron en lo suyo, hasta que llegó la hora del concierto.
21: 08 h
—Tío, hablo en serio, esa chica te estaba comiendo con la mirada. ¿Por qué no acudiste a su llamado? Está claro que hay algo mal rondando por este cuerpo —señaló el cuerpo de Hugo, y los demás rieron excepto el susodicho.
—¿Qué necesidad hay de tener sexo con cada fémina que te encuentres? Es ridículo. Solo tengo problemas, no tengo ánimos de rollos de una noche gracias.
Pasó por su lado, y como quien no quiere la cosa, lo golpeó con el bajo, «sin malas intenciones», según él. Calvin gruñó, molesto.
—Con ese genio, ¿qué esperabas? ¿Rosas?
—Ya, ya, basta, que solo tenemos unas horas para dormir, mañana será un largo día, lo que quieran hacer háganlo para entonces. No estoy a servicio de nadie esta noche, ya os he avisado —con una sonrisa traviesa suelta al aire dirigiéndose a su camerino.
—Este follará duro está noche ¿cierto?
—Deberías hacer lo mismo Calvin, a ver sí de esa manera me dejas en paz —le sonríe—. Hablamos más tarde, estoy agotado.
—¿Qué te cuesta ser tan amable con la gente? ¡Especialmente con tus compañeros, canijo! —Gritó, algo enojado con él.
—Súperalo Calvin, el chico siempre ha tenido mal temperamento, y tú eres muy explosivo. No hacen buena combinación —divertido, le dice Eric—. ¿No quieres joderle la noche a Elías? Ya sabes como se pone de engreído cuando coge —hace una mueca, fastidiado—. No estoy de humor para soportarlo. Me dará migraña.
—Eso me suena a un buen plan y claro —sonríe de oreja a oreja—. A que Elías entrará al juego. Solo nos falta el maniático y el coro está completo.
Traviesos y llenos de malas intenciones se dirigen a donde piensan que está Elías. Hugo suspiró.
—Con las personas que me vine a juntar, recordarlos realmente se queda pequeño, sobre todo Calvin —cerró sus ojos en busca de calma.
Calma que no encontró por alguna razón y decidió coger la guitarra acústica que ha visualizado constantes cambios de su persona, más que él mismo, comenzando a escribir sobre ella. Él, y su pasado.
¿Qué pasaría sí todo estuviese bien?
Sí mis manos no sintieran tanto frío al tocarme,
Sí mi sonrisa volviese a brillar como antes,
Que este yo que llevo dentro se esfumara,
Que la vida me diese otra oportunidad,
Dime, qué pasaría... Sí ya no te amara más.
Detuvo su mano, algo adolorido pero aliviado a la vez. Sentía como algo en él cambiaba. Pero eso solo era una ilusión, al menos, lo supo cuando recibió aquella llamada de Natasha.
—¿Sí? —Con algo de renitencia, contestó.
—Sé qué aún no sobrellevas la muerte de mi hermana por eso estoy aquí, llamándote —respiró profundo con la mochila en brazos—. Hay algo que mi hermana me encomendó entregarte cuando ya se haya ido y que nunca tuve la oportunidad de entregarte debido a las circunstancias en las que nos encontrábamos —sonrió con nerviosismo—. Es evidente, pero, necesito que las tengas. Debes dejar el pasado atrás Hugo. De una vez por todas.
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Editado: 15.02.2021