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«El cambio sucedió desde que la persona decidió cambiar».
28 de Septiembre del 2015
19: 45 h
La noche estaba tranquila, pero con muchos pensamientos dentro de Maura.
—Dijo que todo se resolvería en unos días, que sabría sí podré llamarlo papá o no —suspira—. La espera me está matando de curiosidad. Aún queda posibilidad de que no lo sea —examina el cielo, algo curiosa como temerosa—, de ser así, ¿Qué pasaría si no lo fuera? ¿No me quería? —Niega, sabiendo la respuesta a esa pregunta—. Por supuesto que no, soy una completa extraña aún si fuera su hija, sería muy complicado llevarse bien sin tener nada en común —se queda callada unos segundos, cuando reacciona, una sonrisa alegre adorna sus labios—, ¡Ello hay algo! Hay algo en común entre mi papá y yo. Bueno, todavía no sé si es o no, ahm, debo de dejar de pensar en eso —se aleja de la ventana, negando con la cabeza, contempla aquella habitación que la acompañaba desde hace unos cuantos meses atrás. Sonríe—. Ha sido un largo camino ¿Eh? Siendo de esta manera, ser capaz de hablar, a pesar del miedo que tenga —cierra los ojos, recordando la sensación de aquello, porque aún lo seguía sintiendo, seguía progresando poco a poquito—. La vez que conocí a César en persona, cuando me alejé de él lo más que pude, la vez que intentó llevarme a un lugar y no pudo porque no quería —sonrió un poco más—. Todas estas memorias, han sido gracias a la calidez que me han brindado todos y cada una de las personas que me han acompañado a mejorar —ve la pulsera que comparte con las demás, con dulzura—. Sin duda que no me arrepiento de nada. Mucho menos de haber entrado en esta casa, que me ha causado tantas alegrías como tristezas.
Se sienta en la cama, absorbiendo todo lo que había sucedido allí, y lo mucho que había disfrutado de estar en aquel lugar lleno de llantos, de esperanzas y reconstrucción de sí mismo, hasta ella misma, se vio cambiada, y todo porque había dado el paso, sin aquel paso, estaba segura de que seguiría encharcada en su propio temor, sin poder avanzar siquiera un kilómetro. Suspiró, queriendo salir de allí y sentir la brisa fresca de septiembre, el sonido del teléfono fue que la distrajo de aquellos pensamientos.
—¿Bueno? —Responde con inseguridad, no sabiendo quién era que llamaba.
—Hola, querida, soy Ignacio —hace una pausa, no sabiendo cómo continuar—. Tengo unas noticias que compartir contigo y me gustaría verte mañana temprano, ¿Podrías? —Inseguro, le pregunta.
—Claro que sí, no me daría más gusto que hacerlo —sonríe de oreja a oreja—. ¿Tiene una hora en particular o puedo ir a eso de las nueve de la mañana? —Cuestionó, emocionada por lo que le había dicho, porque eso significaba que ya tenían los resultados de la prueba de ADN, sería capaz de hacer una de las dos cosas que tenía en mente, lo que no sabía cuál de ellas sería.
—A las nueve está perfecto —sonrió—. Te veré allí, entonces. No llegues tarde, no me gusta que me hagan esperar, y por lo tanto, sigo esa regla al pie de la letra.
—Dos cosas en común —dice, dejándolo en confusión. Se avergonzó—. Allí estaré, nos vemos —colgó con rapidez no encontrando la voz que hace segundos, poseía.
Respiró profundo dos, tres, cuatro veces, y gritó con alegría aún sin saber las noticias, ella sabía que cual sea que sea el resultado, quería ser su amiga, eso lo tenía más que claro.
—¡César! —gritó cuando contestó, causando que el susodicho alejara el aparato de sus oídos inmediatamente escuchó su voz.
—Pequeña, sé que posiblemente me tienes buenas noticias, o en parte, pero por favor, ¿Podrías moderar el tono de voz? —Preguntó con suavidad, y a la vez con firmeza, Maura ya estaba acostumbrada a que ella sea la causante de su cambio de humor así que hizo lo que le pidió.
—Lo siento, lo siento. Solo es que estoy muy contenta y ansiosa de que sea mañana —comenta con alegría—. ¿Sabes que los resultados ya salieron?
—¿De verdad? ¿Y qué dicen? ¿Eres su hija o no?
—Eso no lo sé aún, lo sabré mañana por la mañana, por eso es que no puedo contener la emoción —su sonrisa era claro ejemplo de lo que decía no era ninguna mentira. César no pudo evitar reír al oírla.
—¿Sin saber nada ya estás de esa manera? ¿Cómo es que eres tan optimista ante todo? Realmente me sorprende que siempre hagas lo mismo, a pesar de lo mucho que puede cambiar tu vida con un solo resultado —dice, consciente de lo que decía.
—¿Cómo? Es una pregunta bastante sencilla. Es simple; lo que sea que pase, pasará. Si no fui capaz de tenerlo, simplemente lo construiré —explicó, a pesar de eso, él no logró entender del todo a qué se refería.
—Últimamente te estás volviendo muy metafórica —suspira—. Pero creo entender a lo que te refieres. Si no tuviste oportunidad de conseguirlo, eso no significa que no haya otro camino para lograrlo —hace una pausa—. O algo así es lo que creo que quisiste decir, ciertamente, no puedo pensar en nada más.
—¡Justamente! —Aplaude, dejando caer el celular en la cama por un momento, debido a su alegría—. Lo que significa, que no deberíamos quedarnos en una sola solución o respuesta, siempre habrán destinos que estarán ocultos en medio de la oscuridad —mira hacia los dibujos que había hecho para decorar la habitación, sintiendo su energía de allí—. Encharcarse en un solo problema, no es lo que deberíamos hacer, siempre lo he pensado, pero nunca me había atrevido ha hacerlo como lo hago ahora —sonrió—. ¡Y ya he sido capaz de hacerle frente a dos! Solo queda la decisión final y de esa tengo que hacerme cargo con mucho más esfuerzo —muerde su labio inferior, insegura—. Apliqué para adoptar a Jordan, César. Tal como dijiste, no fue fácil, pero estoy en consideración, estaría mejor si tuviera un trabajo fijo antes de que llegue el día final, pero —niega, alejando aquellos pensamientos negativos de su cabeza—. Estoy segura que haré algo respecto a eso. No hay nada malo en mí, solo la falta de confianza —sonríe minusculamente—. Oye, César, ¿Tú qué piensas?
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Editado: 15.02.2021