Mi familia en ese preciso momento se fue a un declive emocional bastante grande, las peleas en casa se intensificaron, ya no íbamos de aventura, tan solo compartía el silencio del amanecer y el ruido intenso del anochecer mientras que en mi cuarto me mantenía encerrado deseando que las aguas se calmen de una vez por todas.
¿Qué pasará con nuestra familia?
Era la pregunta que por mi mente pasaba una y otra vez, tenia miedo, no quería que se vuelva a repetir, pero finalmente sucedió… volvimos a la casa de mi abuela por parte de mamá. Todo era diferente, incluso yo sabia que era una situación de la cual, por más que mis lagrimas saliesen a flote, no podría volver a revertir lo ocurrido, fue en ese momento cuando aprendí, que algunas cosas no tienen solución.
¿Hubiera querido que las cosas sean distintas?, realmente lo hubiera deseado, pero ya sea por cosas del destino, por malas decisiones o simplemente porque el amor de mi padre y mi madre ya no congeniaban para nada, fue que si o si, hizo que las cosas terminaran de esta manera… mi hermana viviendo en casa de mi padre junto con mi otra abuela, haciendo florecer un ligero odio hacia mi madre, no obstante, yo decidiría ir junto a ella, después de todo… algo dentro de mí me decía que no la abandone, ella era mi todo, era mi luz… sin ella yo no siento poder ser alguien, por lo que con todos en contra, decidí que pasaría el resto de mis días junto a la mujer que tanto amaba, mi madre.
Los años comenzarían a transcurrir y por problemas económicos dejaría mi escuela pagada para ir a una publica, ahí es donde pasaría el resto de los años hasta que terminé la escuela, después de todo no teníamos ahora el dinero para ir a una privada, debía conformarme, olvidarme de mis antiguos amigos y avanzar, sin embargo, mis días en esa escuela serian un tanto problemáticos, quería hacer muchos amigos y ser de los mejores de la clase como en mi anterior hogar de estudios, pero al contrario de lo que creí, me topé con niños que lejos de recibirme como uno más de ellos, comenzarían a ponerme muchos apodos que lentamente irían aumentando mi inseguridad, no entendía por qué razón se reían de mi cuando intentaba explicarles lo genial de mi otra escuela, tenían ellos una marcha distinta a la mía a la hora de ir a la formación, ¿Por qué razón se burlaban de mí?, no lo entendía.
Un día de esos me tocó cortarme el cabello por motivos reglamentarios, estaba muy contento, pero una vez más, fui un motivo de burla, tal parecía que mi cabello excesivamente corto era lo suficientemente gracioso como para que se empiecen a reír de mi en cualquier momento, eso a mí… me hacía sentir muy inseguro. Para los días siguientes comencé a llevar gorra, los profesores me regañaron por eso, pero en mi impotencia preferí no responderles y simplemente aferrarme a esa gorra con todas mis fuerzas intentando contener mis lágrimas.
Había un niño en especial que estaba muy por encima de nuestra edad, tenía como unos 14 años cuando en mi caso apenas tenía 9, ese chico sobre todos era quien más me molestaba con eso, siempre estaba detrás de mi buscando quitarme la gorra, tenia mucho miedo, tanto que mi única reacción era sostener mi gorra con fuerza y caminar lentamente por el patio buscando un lugar que me haga sentir seguro, no obstante, siempre me encontraba. Un día logró quitarme la gorra enfrente de todos en pleno patio diciendo en voz alta el apodo por excelencia que siempre me decían, logrando así hacer que absolutamente todos se rían. Mi única reacción instantánea fue hacer que me devuelva la gorra, no quería que me sigan viendo, no quería escuchar sus risas, era muy vergonzoso, sentía mucha impotencia, tenia demasiadas ganas de llorar… tanto que al ver que no tenía ninguna intención de devolvérmela, me senté en el suelo del patio con las rodillas recogidas y mi frente pegadas a ellas mientras mis manos ocultaban mi cabellera casi calva.
–Paren por favor– Dije llorando lleno de impotencia –Paren… paren… no sigan.
De pronto sus risas pararon de golpe, el rector de la institución el cual era muy amigo de mi abuela por parte de papá llegó deteniendo el acoso que estaba recibiendo, sin embargo, ya era demasiado tarde… yo ya no podía parar de escuchar esas risas en mi cabeza, en lo más profundo de mi alma… esa inseguridad jamás se ira.
A los pocos días luego de tal acto, el chico que tanto me molestaba fue expulsado por 1 semana entera, además de eso, se les advirtieron a los demás alumnos que cualquier motivo de bullying será inmediatamente sancionado. Por un segundo me sentí aliviado, pero a su vez el miedo de que ese chico se vengue de mi por hacer que lo expulsen, estaba más vivo que nunca en mi corazón, estaba aterrado, tanto que al volver a casa le pedí a mi madre que me cambie de escuela, pero para mi mala suerte, era imposible, así que, con mucho miedo del futuro, continué yendo a la escuela con terror de que a la siguiente semana lo volveré a ver y posiblemente él, se vengara de mí.
Los días pasaban y de la nada, comencé a tener problemas respiratorios, se me acumulaba tanta flema que me era imposible respirar, tenia que sonarme la nariz todo el tiempo, pedir permiso para poder ir al baño y sonarme, comenzó a ser un problema desesperante, ya que por lo menos en el día podía darle un control, pero en la noche al dormir no, me costaba mucho respirar, ya que por mas que me sonara al rato volvía y con aun mas fuerza, a eso sumándole que el frio de la noche hacia taparme la nariz.
–Ya no… lo soporto…
Luego de todas esas noches me trataron con un médico, aquí comenzaría un tratamiento que por suerte o desgracia no duraría mucho, nada parecía hacerme bien, por lo que yo solo debía ingeniármelas para poder controlarlo del todo. Finalmente, luego de eso llegaría el día en el que, en plena clase, llegaría de nuevo aquel chico que tanto me molestaba. Mi piel se erizó, todas mis inseguridades volvieron a salir a flote, sin embargo, al verlo con curitas en el rostro y vendas en las manos, pensé en que quizás a él lo golpearon por mi culpa, sintió dolor por mi culpa, era culpable de que él estuviese así, sentía esa necesidad… de pedirle perdón, aunque no me corresponda.