Despertar

CREACIÓN

La tierra que conocemos, se formó hace más de cuatro mil millones de años, era totalmente diferente a lo que conocemos hoy en día.

En el principio creó Dios los cielos y la tierra, y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz de las aguas. Sólo había oscuridad en todas partes; la inmensidad de las aguas estaban en unidad, ellas se movían de un lado a otro y golpeaban con gran fuerza sobre las grandes rocas; las erupciones volcánicas eran constantes y enormes incendios se hacían presentes en grandes bosques a causa del bravo material volcánico. La vida humana o animal era casi imposible en tales condiciones del planeta… pero allí estaba Dios ordenando toda su creación a la perfección, colocó el agua donde debía estar, y la tierra en su lugar para que todo se ordenara de la manera correcta. Dios fue creando diferentes especies de plantas hermosísimas, arboles cuyos frutos eran de aspecto provocativo, el aroma que nacía de las flores era un deleite sin igual, las plantas danzaban con tanta serenidad a la luz del inmenso sol, que emitían un sonido de relajación el cual se unía al sonido de las olas del mar que iban y venían con tanta tranquilidad y provocaban una armonía de sonidos que eran complementados con el sonido de las aves. Las explosiones que emanaban de la boca de los volcanes era un sonido tan rígido que despertaba a las bestias marinas las cuales dormían en lo profundo del océano y estas a su vez comenzaban a pasearse por todo lo largo y ancho del inmenso mar buscando alimentarse de las aves acuáticas que yacían en la superficie; los animales terrestres por su parte, cada uno disfrutaba de los frutos que los arboles soltaban para alimentarlos. Luego Dios creó al ser humano, en medio de todo este ambiente de tranquilidad del que gozaba la tierra, los creó conforme a su imagen y según su semejanza, cada parte la fue formando detalladamente; era Dios y su obra maestra, mientras lo creaba lo iba observando y colocaba cada parte dándole una tarea específica a cada miembro del cuerpo sin dejar a la deriva alguna cosa, le obsequio la capacidad de pensar y analizar las cosas, a éste le dio su propio lenguaje que se distinguía de las demás especies vivas, lo creó con una inteligencia impresionante y finalmente, al término de su obra maestra, le dio vida y éste por primera vez abrió sus ojos; comenzó a pasearse por todo aquel paraíso hermosísimo, pero como no sabía con exactitud para que servía todo lo que estaba a su alrededor, Dios le enseñaba cada cosa y le mostraba para qué la había creado. Entonces comenzó a convivir el humano con toda aquella creación de la cual formaba parte, y allí Dios observó lo que había creado y se dio cuenta que todo era bueno en gran manera.

Podíamos observar una creación hermosa con un brillante sol que irradiaba de luz a los recién creados seres vivos, fuentes nacientes de aguas saciaban a todos los animales sin excepción, todos estaban en unidad y armonía absoluta compartiendo de lo que ofrecía la inmensa creación.

Y allí estaban ellos disfrutando y experimentando… el ser más inteligente que ha sido creado, gobernando sobre todos los animales y plantas, el ser humano tiene un papel protagónico en todo éste sistema vivo  perfecto creado por Dios, ya que era él quien debía mantener el orden en dicho sistema para que esa tranquilidad armoniosa perdurara en el tiempo. La humanidad comenzó a inspeccionar todo lo que su Creador le había regalado, cada cosa nueva que descubría era una gran impresión, y así se fue adaptando a ese ambiente a medida que trascurría el tiempo.

En el paraíso (eso era para ellos) había paz absoluta, aquellos seres no tenían necesidad de pelear por comida, pues había muchos frutos que sustentaban a todos. Sin embargo, El Altísimo Creador les colocó una restricción, con el fin de enseñarles la obediencia, ellos podían consumir todo lo que quisieran  pero había un gran árbol en el centro del paraíso cuyo fruto no podían comer, ese árbol era uno de los más hermosos que se habían creado, su fruto además, era tan impresionante que con solo pasar a algunos metros de distancia de aquel árbol se podía deleitar su agradable aroma, su aspecto era radiante y de color similar al de las elegantes garzas, éste árbol se vestía cada día con sus codiciables frutos que colgaban desde sus brazos y guindaban como campanas, entonces los primeros humanos cuidaban de no consumir del tal fruto; sin embargo, pasar por alto el deseo de comerlo no era nada fácil, porque dicho fruto era el más elegante de todos y con tan solo sentir su aroma provocaba a cualquier animal o humano el deseo de consumirlo.

Pero El Altísimo creó a un ser quien era de su confianza, el cual convivía con Dios en su Reino, éste tenía acceso a ver los planes de Dios aún antes de que se ejecutaran, de los seres celestiales creados, él era el mayor entre todos, El Altísimo le colocó como jefe de los demás ángeles y le dio privilegios que los otros no tenían; éste podía pasearse por todo el Reino libremente, era un ser único, incluso cuando se movía, sus movimientos se oían como un sonido agradable de muchos instrumentos musicales melódicos; esto provocó que su corazón se volviera altivo y abusó de la confianza que Dios le dio, pues al ver que Dios había creado a los humanos con tanto potencial, y que éstos eran una obra maestra de su Hacedor, indagó en busca de los planes que se habían diseñado para con ellos e intento robarlos, porque sintió envidia de Dios al observar la minuciosa perfección que se había derramado sobre los humanos al crearlos. Quiso cambiar los planes y los protagonistas de los mismos para llevar todo a su favor y ser igual a Dios, por eso analizaba la manera de sustituir al Altísimo, pero ya Dios sabia los planes éste tenía en mente y de inmediato, lo destituyó del paraíso y lo echó a la tierra; éste antes de ser destituido había persuadido a otros ángeles para que se revelaran contra Dios ofreciéndoles puestos de autoridad en su futuro reinado y asegurándoles una existencia más deleitosa a la que les daba el Altísimo, les convenció en que él era quien tenía la razón en lo que decía y no El Creador, él sabía que debía tener a su favor el apoyo de los demás ángeles pues aunque era un ser superior a los demás, no podía revelarse solo porque si quería construir un reinado similar al de Dios, debía tener súbditos que lo siguieran, de lo contrario, su plan no iba a dar resultado; entonces los que se revelaron también fueron echados… éste siguió con la idea de ser igual a Dios y se auto llamó “el supremo”, buscaba la manera de estropear y hacer tropezar a la creación de Dios para que ellos desobedecieran a las órdenes del Altísimo. Su plan de arrebatarle los humanos a Dios siguió latente cada día, y estando en la tierra cerca de los humanos le era más fácil hacerles caer en la trampa y alejarles de Dios (aunque no podía tocarles mientras ellos se mantuvieran obedeciendo al Creador).




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