Thaly no habló con su madrastra en el trayecto, tenía muchas preguntas que hacerle, mas no se animaba a realizarlas. Quería saber por qué se separaba de su padre, por qué en ese momento; siendo que él la había maltratado y engañado por años. La madre de Thaly no había sido ni la primera ni la última, y tanto Vanessa como sus hijos estaban conscientes de ello. También quería saber cómo es que ella se había enterado que estaba en casa de Nicolás; por un momento se le ocurrió que sus amigos le habían avisado, luego descartó la idea, ellos no le harían algo así; y sobre todo necesitaba saber de cuánto estaba ella enterada respecto a su relación. Tal vez, si tenía suerte, ella pensaba que solamente había ido a refugiarse con su maestro, sin implicar alguna relación amorosa. Thaly nunca había tenido muy buena suerte, así que descartó la posible ingenuidad de Vanessa casi de inmediato.
La nueva casa estaba en un barrio vecino, era grande, mas no tanto como la de su padre. Tenía tres pisos y un jardín frontal verde y arreglado, un jardinero ya estaba plantando flores y podando los arbustos con perfectas formas circulares. Vanessa no había perdido el tiempo, cuando Thaly llegó ya casi todo estaba en su lugar. Su cuarto tenía muebles nuevos y estaba decorado al gusto de Vanessa, con cortinas de terciopelo y paredes blancas e impolutas. Sus cosas ya estaban ahí y la mayor parte había sido acomodada por la mucama.
Después de ordenar las cosas faltantes en su nueva habitación y lograr encerrar a Misky para que no intentase volver a su anterior casa, Thaly bajó a la sala, donde Vanessa la esperaba para tomar el té y dictar las nuevas reglas.
Se sentó frente a ella tomando la pequeña taza de porcelana que Andrea había preparado. Dio pequeños sorbos en silencio, observando alrededor y familiarizándose con su nueva vivienda, expectante de que Vanessa le dijera algo. La mujer tomaba la infusión en completo silencio. Thaly empezaba a exasperarse, parecía que su madrastra esperaba que ella hablara, le soltara las preguntas que tenía, o confesara lo que había estado ocurriendo entre ella y su profesor desde hacía meses.
—¿No vas a decirme nada? —soltó cuando ya no aguantó más el intolerable silencio.
—¿Sobre qué?, ¿qué quieres que te diga? —no le dirigió la mirada y continuó tomando el té.
—Tú sabes sobre qué. ¿Por qué vas a separarte de mi padre?, y... dudo que no te importe dónde estuve los últimos días.
—Respecto a tu padre y a mí es un tema personal que a ti no te incumbe. Y respecto a lo otro ¿qué se supone que deba decirte? ¿Qué eres una niña estúpida intentando mantener una relación que no va a funcionar? —Le dirigió una amenazante mirada y Thaly sintió que se encogía en el sillón—. No importa lo que te diga, aunque te prohíba verlo tú vas a desobedecerme, y si lo denuncio todo el mundo va a enterarse, y no pienso arruinar mi reputación por tus tonterías. Así que voy a apelar a que seas lo suficientemente sensata para terminar con él antes que él se aburra de jugar contigo.
—Yo lo quiero y él también me quiere —dijo tímidamente.
Vanessa bufó al oírla.
—Eres una adolescente, basta que te guste alguien un poco para que pienses que estás enamorada y que el otro te diga un par de palabras bonitas para que creas que te corresponde. Los hombres son así, luego te tiran a la basura cuando ya les fuiste de utilidad, ¿O ya te olvidaste de Bruno?
—¡Nicolás no es como él! —gritó enfadada. Vanessa no la comprendía, al igual que todos, pensaba que Nicolás jugaba con ella y que la dejaría en la primera oportunidad.
—Yo pensaba lo mismo de tu padre y ya ves lo que pasó. Un día le apareció una hija ilegítima y no me sorprendería que tenga otros hijos por ahí. Sabes que yo era muy joven cuando me casé con él, le dediqué toda mi vida y aun así se buscó a otras.
Thaly permaneció callada, no sabía qué decirle. Lo que Vanessa decía era por resentimiento, y en cierta forma, porque no quería que a ella le sucediera lo mismo con Nicolás.
—Qué pasó con Bruno por cierto. —Aprovechó de cambiar de tema y deshacer la duda que tenía desde que Nicolás había salido solo en la mañana.
—¿Qué tu noviecito no te contó? —Espetó con desprecio—. Lo golpeó bastante y lo mandó al hospital, y eso que Bruno es fuerte. Ese chico es un salvaje; y qué se puede esperar de alguien con antecedentes —tomó un sorbo de té mientras Thaly se daba cuenta de que había estado en lo cierto, mas lo último la enfureció, Nicolás la defendía, lo que nadie había hecho por ella nunca.
—No es un salvaje —lo defendió—. Y no puedo creer que lo hayas investigado.
—Por supuesto que lo investigué, tenía que saber con quién andabas. No puedo creer que lo hayan contratado en el colegio. No importa de qué familia venga, ese chico estaba en una pandilla y tiene ataques de violencia con frecuencia. He pensado que si no puedo denunciarlo por estar contigo tal vez pueda llevar esto a la junta directiva del colegio.
—No, no lo hagas Vanessa, por favor —rogó Thaly, sabía que ella tenía mucha influencia en el colegio y podría hacer que lo despidieran.
—Si te comportas voy a considerarlo.
Thaly asintió de inmediato, estaría dispuesta a todo con tal de que no lo sacasen del colegio.
—Por cierto, gracias —añadió—. Por traerme contigo y no dejarme con mi padre. ¿Puedes hacer eso? Es decir, ¿a él no le importa?
—Por supuesto que le importa. Eres su hija y eso para él se traduce como algo de su propiedad. Pero te adopté legalmente hace años así que tengo derecho a pedir tu custodia. Él está siempre de viaje y no tiene tiempo para ocuparse de ti, cualquier juez lo consideraría. Además ya estás en edad para elegir con quien quieres vivir y dudo que quieras quedarte con él. Te estoy haciendo un enorme favor y espero que lo consideres cuando pienses en desobedecerme—. Le dijo sin mirarla y continuó tomando su té.
Thaly asintió en silencio, mantendría el perfil bajo de momento y con suerte, a Vanessa no se le ocurriría amenazarla con mandarla a vivir con su padre si es que continuaba su relación con Nicolás.