Después de Media Noche

6. Huella Roja

Eleanor adoraba los miércoles, sobre todo en tiempo de verano. Salía antes del trabajo y podía pasar a la tienda temprano por una bolsa de sus golosinas favoritas. Solo tenía que tomar el autobús en la acera de en frente y bajarse una cuadra antes de llegar. Para su desgracia la tienda estaba cerrada y la parada estaba tan llena de gente que tuvo que esperarse hasta el segundo. Cuando llegó a su casa, recordó que había dejado las llaves en su otra mochila. Solo le quedaba brincarse la reja que le sacaba unos dos cabezas.
Maldijo entre dientes y aventó su mochila del otro lado. Al momento de subir, la blusa de botones que llevaba se rasgo deshilachándose un poco. Suspiró pesado, pensando que tal vez le pediría a Raquel que le ayudara a coserla de nuevo. Se sacudió el resto de la ropa y caminó hacia la puerta de su casa.
—¡Ya llegué! —exclamó Eleanor pasándose directo a la cocina. El estómago le estaba gruñendo y se acercó a la alacena donde sacó una bolsa de frituras que dejó para después. Del refrigerador sacó una botella de agua. La cocina estaba impecable, a diferencia de como estaba aquella mañana. Raquel probablemente se la había pasado limpiando.
Subió las escaleras de su habitación, y mientras lo hacía reconoció la característica voz de su hermana cuando estaba molesta. Entre lo poco que alcanzó a escuchar, fueron reclamos y pequeñas maldiciones, aparte de suspiros frustrados.
—¡Pero es que ese no es el punto, Víctor! —exclamó— ¿Sabes qué?, olvídalo. Hablamos luego. Adiós. —justo después de colgar, abrió la puerta de su habitación, topándose con Eleanor y un rostro incómodo.
—¿Quieres? —le ofreció una fritura de la bolsa. Raquel suspiró pesado y negó con la cabeza con una media sonrisa.
—¿Cómo te fue en el trabajo? —Eleanor se encogió de hombros, nunca tenía mucho que decir sobre eso— Mamá hará doble turno así que estaré lavando la ropa, y haciendo el aseo. Sabía que su hermana era una persona bastante ordenada, pero también usaba la limpieza de la casa para liberar su estrés y aquella pelea con su novio hace unos momentos le confirmaba que esa era la razón.
—Y ya no comas eso, voy a pedir una pizza —le dijo Raquel antes de recogerse el cabello castaño con un broche.
Eleanor rodó los ojos. Odiaba cuando la trataba como si fuera una niña, pero la realidad es que le llevaba unos cuantos años. Ella tenía dieciocho y Raquel veintinueve, entonces no podía reclamar mucho
Otra cosa que Eleanor adoraba de los miércoles era que su videoblogger favorita subía un video. La notificación le llegó desde que estaba en el autobús rumbo a casa, pero la falta de datos la obligo a esperarse hasta que llegara a casa.
“Huella Roja” era el nombre del canal más famoso sobre casos de crímenes, en la comunidad de bloggers de ese tipo. Se cambió en un par de shorts y una playera, antes de sentarse en su silla rodante frente a su escritorio y poner el vídeo. Ni siquiera se dio tiempo de leer el título, ya tenía dos semanas que no subía un video así que no esperó más.
—Hola chicos, mi nombre es Ceci y esto es “Huella Roja” —dijo una chica de cabello magenta a la cámara. Eleanor sonrió al verla, y abrió una bolsita de dulces que tenía en su escritorio. —Hoy hablaremos de un caso muy particular, porque es uno que todavía no se termina de resolver —comenzó a explicar— Es el caso de la Familia Real Suez, en especial de una de las hijas.
Casi se atragantaba con los dulces al escuchar su apellido familiar.
—Este caso terminó siendo parte de una s- 
Antes de que la chica pudiera continuar, el video se detuvo y las luces de la habitación de Eleanor se apagaron. Su hermana Raquel sotó un grito de frustración pero la atención de Eleanor se quedó en las palabras de la videoblogger. 
El video no parecía avanzar por la falta de luz e internet.
—¿Qué clase de broma es esta? —susurró mientras navegaba por los comentarios, pero todavía no había suficientes como para indagar más. 
“Que horror”
“¡Uno nunca sabe!”
Eran los únicos y uno que otro troll del internet diciendo que era aburrido, falso o quejándose de la “mala calidad del audio”. La puerta se abrió de golpe y Eleanor dio un salto en su lugar.  Raquel miró a su hermana menor hacerse bolita en su silla.
—Solo se fue la luz, ya relájate —rodó los ojos— Y desconecta todo, que puede haber una corto y no quiero que se te descomponga algo. La chica asintió con la cabeza sin prestarle mucha atención, lo cual hizo que su hermana frunciera el ceño—  ¿Estás bien? 
—Sí, solo estaba viendo una… —su voz se fue apagando cuando vió la pantalla de su computadora apagada, y al momento que presionó una tecla se dio cuenta que ya no tenía batería— … una película.
—Cómo sea, ya pedí la comida. Voy a buscar la lámpara de emergencia antes de que oscurezca. —dijo viendo como a través de la ventana, como el sol apenas se metía. 
Eleanor suspiró pesado cuando Raquel se fue. Se puso de pie  y tomó una ballena de hule que se encontraba en su escritorio. La apretó haciendo que irradiara una luz artificial. 
—Al menos tu todavía tienes batería —susurró— Gracias mamá —le agradeció en voz alta por aquel regaló que alguna vez consideró vergonzoso, pero ahora le era útil. Eleanor buscó una segunda linterna y baterías en el cajón de su peinador; se repetía en la cabeza lo que estaba haciendo, intentaba concentrarse en ello y no en el video de Huella Roja. 
El resto de la tarde, Eleanor se la pasó con Raquel en la sala, porque era la parte más fresca de la casa y el calor era realmente insoportable. Comieron en el suelo, sobre un mantel, Raquel lo llamó un “pequeño picnic improvisado”.
—Solo no vayas a ensuciar afuera del mantel, que mamá se va a molestar —le indicó a Eleanor.
—Trabaja en un hospital, está acostumbrada a ver sangre así que no creo que un poco de salsa de tomate le haga daño—dijo con la boca llena de pizza. Esperó un reclamo de su hermana, ya sea para decirle que no hablara y comiera o para que le regañara por aquel comentario “inapropiado”. Pero nunca llegó ninguno. Al voltear a verla, Raquel estaba perdida en la pantalla de su celular. Un gesto preocupado y su mandíbula tensada.
—¿Qué te pasa? —su hermana pareció salir de aquel trance y una pequeña sonrisa se dibujo en la cabeza diciendo que no era nada. Eleanor no le creyó —Te escuché pelear con Víctor hace rato, ¿te dijo algo malo otra vez?
Nunca le agrado tanto el novio de su hermana mayor, al principio era amable con ella, le llevaba un chocolate cada que iba a visitarla; pero estas últimas veces ni siquiera volteaba a saludarla y se la pasaba todo el día en la habitación de ella. ¿Qué no tenía trabajo o nada más que hacer? Pensó una vez.
—Solo fue una discusión.
—Mmm, claro —respondió incrédula —¿Segura que solo fue eso?
Raquel soltó un suspiro, exasperada volteándole a ver —¿Desde cuando te importa tanto mi vida personal?
—Desde que tu novio es un idiota —murmuró Eleanor.
—¡Eleanor! —reclamó su hermana. Quiso decirle algo más pero tomo una exhalación profunda y se puso de pie— Iré a checar si hay fusibles.
—¿Y por qué no se te ocurrió eso antes? —le regañó la chica, pero su hermana ya se había ido. Tenían un par de horas así, aunque a decir verdad, Eleanor se levantó para asomarse a la ventana. La casa del vecino estaba bastante iluminada lo cual hizo que frunciera el ceño. ¿Ellos si tenían luz?
Resopló por la boca y recibió una llamada de su teléfono.
—¿Bueno?
—¡¿Por qué no contestas mis mensajes?! —le exigió saber una voz femenina del otro lado del auricular.
—No tengo luz, Gaby —le dijo a su mejor amiga quién se disculpó al momento.
—Ah, por eso no me has hablado diciéndome emocionada que hoy es “día de Huella Roja”.
Eleanor se quedó quieta al escuchar el nombre de su videoblogger.
—¿Ya viste el vídeo? —le preguntó balbuceante.
—No, porque todavía no lo sube.
—¡Pero es que ya lo subió! —exclamó Eleanor frustrada, recibiendo un “¿Ah, si?” confundido de parte de su amiga— ¡SI! ¡Lo estaba viendo antes de que se fuera la luz!
—¿En serio? Pero si acabo de entrar a su canal y no lo vi —le preguntó la chica, dudosa haciendo que su amiga solo le volviera a susurrar histérica que no— Bueno, bueno ya lo estoy buscando otra vez.
Hubo un silencio en la otra línea, Eleanor sintió un dolor en la boca del estómago por la anticipación— Eleanor, no hay nada. Solo hay un mensaje de que lo subirá esta tarde.
—¿Qué?, ¡no!, estoy segura de que lo subió, checa de nuevo Gaby.
Su amiga guardó silencio de nuevo y suspiró pesado diciéndole que no estaba.
—¡Te juro que si es-
Se interrumpió asi misma cuando escuchó voces a lo lejos. ¿Su hermana estaba discutiendo otra vez?
—Al rato te regreso la llamada —fue lo último que le dijo a su amiga y colgó el teléfono.
Maldijo por lo bajo y se puso a buscar a Raquel. La caja de fusibles estaba en el patio, pero claro que no iría así solamente. Se llevó su linterna en forma de ballena, abrazándola contra su pecho. La puerta de afuera se encontraba entreabierta. El calor se disipó un poco y la oscuridad refrescó el área. En el patio trasero siempre tenían un montón de cajas de cartón que su hermana decía que había que conservar para venderlas en cantidades grandes a las fábricas. Todas se encontraban amontonadas en la parte inferior de una estantería grande que tenían ahí.
—No voy a hacerlo. El plan se cancela. —escuchó decir a Raquel en un tono histérico. 
Eleanor se asomó entre todas las cosas que estaban en la estantería, viendo a su hermana mayor discutir con el odioso de su novio. 
—¡Pero no puedes echarte para atrás ahora, Raquel! —le respondió él— Ya está todo preparado. ¡No tendremos otra maldita oportunidad!
Raquel se quedó callada por unos momentos como si estuviera considerándolo. 
—No Vic, ya te dije que no estoy de acuerdo—le espetó su hermana. Víctor suspiró pesado, pasándose una mano por el cabello y luego acercándose de nuevo a Raquel para tomarle de las manos. 
—Escucha, este ritual es la solución de oro para que tanto TUS problemas cómo los míos desaparezcan. Tu mamá ya no va a tener que trabajar doble turno en el hospital, por fin podrás dejar ese horroroso trabajo en el restaurante para que te pagues esa maestría que tanto quieres. Y bueno, no tendrían que hacer que Eleanor tomara trabajos de verano para variar. 
—Si pero, ¿a qué precio? A que mi hermana termine con el brazo cortado. 
—No vamos a cortarle todo el brazo, tan solo necesitamos unas cuantas gotas de sangre y es todo. 
Eleanor se paralizó de nuevo, ¿escuchó bien?
—No voy a obligar a mi hermana a pasar por eso, solo para que tu y yo salgamos de problemas financieros —le dijo con seriedad.
—Entonces, corté las malditas luces para nada —murmuró Víctor entre dientes. 
—Por cierto, vas a tener que conseguirme una caja de fusibles porque no pienso pagar por una. Ya vete, mañana me la dejas en el porche y luego hablamos. —Víctor bufó y se dirigió hacia la puerta del patio. Eleanor retrocedió con rápidez y entró de nuevo a la casa. 
El video de Huella Roja regresó a su mente. Si hablaba de ella, no lo había imaginado, ni nada. Y el novio de su hermana, estaba involucrado. Corrio escaleras arriba, con el corazón martillandole en los oídos. Entró a su cuarto y tomó su mochila, echó ropa, su computadora, seguido de algo de dinero que tenía ahorrado en su alcancía. “¿Qué estás haciendo? Raquel no va a dejar que te haga daño. Es tu hermana” se dijo a si misma, pero ya no estaba segura de eso.  Mientras Eleanor se debatía, la puerta se abrió detrás de ella. 
—Raquel —comenzó a decir la chica, pero al darse la vuelta se topó con el muchacho alto y delgaducho que su hermana “adoraba” (o al menos escucho decir eso una vez).
—¿Y tu a dónde vas con tanta prisa? —le preguntó, recargándose en el umbral. 
Eleanor se aferró a la correa de su mochila y actuó lo más relajada posible. 
—¿Te tengo que contestar?, ¿y que haces en mi cuarto? 
—Tu hermana me dijo que subiera a ver como estabas. —Eleanor frunció el ceño.
—Estoy bien.
El muchacho suspiró pesado y se encogió de hombros. —Solo quiere que te bajes, ¿okay?, vamos a ver una película. 
—¿Encontraron los fusibles?,
—En eso está tu hermana —dijo entrando de lleno a la habitación, cerrando la puerta detrás  de él. 
Eleanor dio un par de pasos hacia atrás. —Los escuché en el patio.
Víctor esbozó una sonrisa que le causó escalofríos. —Entonces sabes a lo que vengo. Y también sabes que si hacemos esto por las buenas, hasta termines comprándote una nueva computadora o un teléfono. Solo necesito unos cuantos mililitros para que llenes una botellita. 
—¿Y por qué yo? —su cuñado suspiró cansado. 
—Por que es la más pura. Según tu hermana tu nunca haz… ya sabes. 
Eleanor sintió que sus mejillas se encendían avergonzada y furiosa. Si no fuera porque el miedo la estaba invadiendo, le hubiera dado una patada en la entrepierna al tipo. 
—¿En que mierda metiste a mi hermana? 
—Yo no la metí en nada, ella también estuvo de acuerdo. —Eleanor negó con la cabeza, diciendo como su hermana no sería capaz de ello. Víctor soltó una risita cínica. 
—No es cierto, ella te dijo que no.
—Lamento decepcionarte, linda. Ahora quédate quieta. 
Antes de que Eleanor pudiera gritar, la puerta se abrió detrás del muchacho. Raquel entró con un bate en la mano y luego lo estrelló contra la cabeza de su novio. Eleanor no gritó, nada más la vio con horror, mientras el muchacho se caía al suelo. Raquel se inclinó sobre él, asegurándose de que estuviera noqueado. Suspiró cansada.
—¿Y tú a dónde ibas? —preguntó Raquel viendo a su hermana mientras tomaba el cuerpo del muchacho y lo arrastraba hasta el pasillo. Eleanor le siguió con lentitud sujetándose de la correa de su mochila. 
—Raquel, ¿qué estás haciendo? —le preguntó temblorosa— ¡Pudiste solamente haber llamado a la policía y ya!  
La mayor suspiró pesado volteando a verla. —No me digas que hacer ahorita, ¿si?
El teléfono en la mano de Eleanor vibró, al contestar ni siquiera tuvo tiempo de decir “¿Bueno?”
—Eleanor, acaban de subir el video —Gabriela habló temblorosa— ¿Qué demonios fue lo que hizo tu hermana?



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En el texto hay: fantasmas, misterios, intrusos

Editado: 26.08.2021

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