CARTA:
Para: Fausto.
Ayer dormíamos juntos, pero hoy no. Sólo escuchaba el vacío de tu soledad. Quizás mañana volverás, eso quise imaginar, pero jamás sucedió, los días transcurrieron, el verano se pasó a otoño y nunca más volviste, fue algo tan triste que fue difícil superar, ahora sólo me quedó un recuerdo amargo y doloroso. Tan completo fue abandono, que debo felicitarte, te salió excelente. Mi alma te creyó, fue tan inocente e ilusa, pero estoy segura de que eres una piedra en la que ya no vuelvo a tropezar. Sólo espero que el estafador nunca salga estafado. Algo que me quedó muy claro, es que la víctima no eres tú.
Fuiste una de las cosas más bellas que me han pasado, pero también fuiste una de las peores desgracias en mi vida.
Me siento feliz de haber sido tu esposa, porque lo fui mientras duró. Ahora lo único que deseo es que te vaya bien y espero no ser una de tus tantas piedrillas que ocasionen tus tropiezos. Sé que no me vas a extrañar, ni tampoco deseo que pase, como también ya no me interesa saber cuál fue la razón de tu abandono, ya no más cuestionamientos ¿Para qué? Sí lo hecho, está hecho. No te odio, porque no puedo amarte y odiarte a la vez.
Te amo, pero mi amor propio tiene mas valor. Me amaste a tu manera y eso me fascina, pero tú eres esa toxicidad atraíble que aunque me hagas daño yo estaré para ti, por eso me voy. Esta vez lo hago por mí, porque me provocas tantos sentimientos, pero haber estado a tu lado significa cargar con miles de pesas y golpes mentales por no poder llenar ese vacío que hay en ti y lo intentas cargar con esa mujer de lindas curvas. No lo fui, y ni soy, lo suficiente para ti, pero tu para mí sí lo fuiste. Esa mujer, es la indicada, o más bien es la que tú escogiste para tu corazón. No te discutiré por tu gran egoísmo de no decirme nada, tampoco reprocharé tu abandono, lo estoy sufriendo, pero así son las cosas, esa cuenta tú la pagarás solo.
Me voy, pero me llevo mis lágrimas y los recuerdos conmigo. Te dejo, y no por un tiempo, sino para siempre. Te amo, pero no será para la eternidad.
Agradezco tus enseñanzas , las pocas atenciones, y la migajas de cariño que recibí de tu parte ¡Gracias! Sin ti nunca hubiese aprendido a valerme por sí misma, pero sin duda alguna; sin ti no hubiese descubierto la palabra amor.
Con amor: Miranda.