Destino

Capítulo 8

Julie

Las clases continuaron normalmente, pero sentía la mirada de Adonis y los demás. Observé al frente y noté que Marie, la rubia teñida, estaba abrazando a Sebastian. Por alguna razón me molestó eso. Supongo que porque la “rubia” había terminado con mi buen humor cuando llegué. Quise voltear al frente, pero no podía quitar mi vista de ellos. Entonces bajé mi mirada.

-Profesor, Julie no se siente bien. La acompañaré a la enfermería- dice Adonis, pero yo estaba bien.

-Está bien. Pidan los apuntes- respondió, Adonis tomó mi mano y me puso de pie. Después jaló mi brazo y caminamos rápidamente.

-¿Qué crees que estás haciendo?- cuestioné.

-Mírate- dijo mostrándome un espejo.

Observé mi reflejo. Mis ojos habían adquirido un color rojo. Parpadee. Esto era una locura. Definitivamente era una broma, una muy fea y nada graciosa.

-¿Qué es lo que tiene este espejo? Porque yo no me creo tus trucos- dije y saqué mi teléfono encendí la cámara frontal y mis ojos eran rojos, pero luego de unos segundos regresaron a su azul, pero con reflejos de aquel color.

-Necesitamos hablar- dijo y sonó la campana.

-No lo creo- contesté.

-Juliet, no es momento de huir. Tú lo has visto. ¿Por qué no puedes creerlo?- lo observé.

-No es cierto. Esas cosas que mencionaron son sólo un cuento- respondí.

-Vamos- dijo y por alguna razón no pude negarme, así que le seguí.

Caminamos a la cancha de Lacrosse y allí nos esperaban William, Kira, Caroline y Sebastian con nuestras cosas. Nos sentamos en las gradas y un silencio incómodo nos invadió. Estaba jugando con el borde de mi falda cuando finalmente hablaron.

-Julie, tú eres una de nosotros- dijo Adonis de repente.

-¿Tenías que decirlo así?- respondió Kira.

-Es lo mejor, tenemos que ser directos- contestó.

-¿Pueden dejar de discutir?- dije volteando a verlos.

-¿Y tú puedes ser más madura y aceptar las cosas como son?- dijo William, el tono en su voz me molestó.

Es que estas cosas sólo pasan en las películas. Es algo difícil de creer y no tengo las suficientes pruebas para hacerlo. El fuego que él creó pudo ser un simple reflejo de la luz al igual que mis ojos.

-Creo que lo mejor es saber qué es lo que piensa Julie- interrumpió Sebastian.

Todos guardaron silencio. Pensé en lo que diría, pero mi mente no lograba armar las palabras adecuadas. Sólo sé que esto es imposible.

-Esto no es cierto. Ustedes sólo están bromeando- dije observando al capitán, por alguna loca razón no podía dejar de verlo.

-No te hemos mentido, en nada, Juliet- dijo con una voz un poco ronca.

-¿No ha aparecido nada extraño en tu cuerpo?- dijo Caroline y yo pensé.

Cuando me duché estaba aquella marca, pero pudo ser una alergia o algo así. Por reflejo puse mi mano en mi costado. Todos notaron ese movimiento y Sebastian se acercó.

-¿Puedo?- cuestionó observando mi mano y asentí.

Con delicadeza alzó un poco mi suéter y tocó la marca. Bajé mi mirada a su mano y allí estaba. Ya no era rojo. Una corona estaba al centro siendo rodeada por ramas de un árbol floral, y cuatro colores se mezclaban entre sí. Rojo, azul, amarillo y gris. Sebastian acarició la marca y luego retiró su mano. Bajó con cuidado mi suéter y finalmente, sonrió. Mostrando su blanca y perfecta dentadura. Adonis buscó algo en su bolso y sacó una pequeña caja.

-Son lentes de contacto que impedirán que los demás noten el cambio de color de tus ojos- dijo tendiéndome su mano.

-No los quiero- respondí. Una vez intenté cubrir el azul de mis ojos, pues a algunas personas no les gustaba y cometí el error de querer agradarles, era horrible esa sensación. No volvería a ocultar mi verdadero ser.

-¿Qué pasa?- dijo preocupado.

-No pasa nada- respondí. Me di la vuelta y caminé hasta la cafetería. Mi estómago exigía comida y yo no me negaría a comer.

Cuando llegué compré algo ligero y me senté en la mesa del fondo, observé mi plato y me concentré en comer. Casi había terminado de comer cuando vi tres personas sentarse. Alcé mi mirada y estaba el trío de teñidas. Ignoré su presencia y seguí comiendo.

-Es bueno que reconozcas que no perteneces a lado de Sebastian- dijo Marie.

-Sería bueno que aprendieran a mantener su lugar alejadas de personas que no quieren lidiar con ustedes- las tres se pusieron de pie molestas.

-Sebastian no se fijaría nunca en ti- gritó golpeando la mesa la teñida número 1.

Las personas centraron su atención en nosotras y eso hizo que me molestara. Cerré mis ojos y respiré profundamente. Cuando logré tranquilizar mi respiración, me levanté y comencé a alejarme de allí, pero una mano me detuvo e hizo que me girara, sin poder reaccionar, Marie lanzó el interior de su vaso mojando mi ropa y mi rostro. El enojo corrió por todas mis venas, pero sentí algo en mis hombros. Voltee mi mirada y era una chaqueta masculina. Alcé mi rostro y me encontré con los ojos café claro que habían logrado llamar mi atención. Tomó mi mano y comenzó a caminar hacia la salida. Su cercanía me tranquilizó, me olvidé del pequeño accidente y de las miradas de las personas. Detuvo sus pasos y yo también lo hice. Sacó un pañuelo de su chaqueta y comenzó a limpiar el jugo que había en mi rostro. Mantuvo sus ojos en los míos y observé en ellos enojo.




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